Go In, Stay Out?
Tuesday, 28 de February de 2012 por Ramón
Existe un límite de inseguridad que el periodista que va a guerras no debe sobrepasar. El periodista muerto llena titulares, no cuenta historias. Nadie sabe cuál es ese límite, dónde está. Cuando se pisa el terreno todo parece un juego, un trabajo de inmortales a todo riesgo. Los inmortales también se acaban. Se aprende cuando un igual muere haciendo el mismo trabajo. Ser veterano no ayuda a establecer esta frontera invisible, cambiante, en la que la suerte es lo último que queda y lo primero que se pierde. Cada cántaro tiene un número de viajes a la fuente. Cada cántaro es diferente, cada fuente es diferente. Saber cuándo decir basta es tan complicado como saber el límite, la diferencia entre peligro y suicidio.
Los medios presionan desde la retaguardia, piden más; lo ven desde el calor de Internet, desde las web y Twitter. Es una visión distante, sin vida, sin emotividad, sin riesgo. Esos medios, las agencias y las televisiones más, no quieren noticias, sino vender riesgo, decir que son los primeros, los únicos, los verdaderos; quieren vender periódicos o alcanzar este o aquel share en prime time.
Admiro a los periodistas que se quedan, que van a los sitios solo por contar historias, limpios, honestos, ciegos, que se niegan a cerrar el micrófono a los que nada tienen, ni siquiera voz. Admiro a Javier Espinosa y otros como él.
Desde la guerra de Irak, 2003 – pueden poner el final donde quieran si es que hay final-, los periodistas extranjeros no son bienvenidos por la parte más débil. Esta ha desarrollado sus medios de transmisión, de propaganda, sea en la web o en las cadenas por satélite como Al Yazeera o Al Arabiya. El extranjero dejo de ser un aliado, un amigo necesario, para convertirse en un espía molesto.
Irak y Afganistán han sido coberturas complicadas que han terminado empotradas con los militares estadounidenses, una forma barata de contar los hechos. Una bendición para los freelance. Se pierde libertad, perspectiva, panorama, pero las historias que se ganan también son buenas; el documental Restrepo es un ejemplo. También se gana en seguridad relativa; que se lo digan a Emilio Morenatti y a Joao Silva.
En las primaveras árabes se ha regresado a la esencia: un montón de reporteros más o menos locos moviéndose libre junto a la parte débil. En Libia había zonas seguras, como Bengazi, desde donde partir y regresar con el material del día. La frontera empezó a moverse hacia Trípoli. En la batalla de Misrata murieron dos de los mejores, Chris Hondros y Tim Hetherington. En Siria han muerto la gran Marie Colvin y Rémi Ochlik. También Anthony Shadid y los locales Rami al-Sayed y Mazhar Tayyara. Siria es una ratonera para los civiles atrapados y para tres periodistas occidentales. Es una No-Go-Zone. Sin periodistas extranjeros, que son de nuevo el objetivo militar, esta vez de Bachar el Asad, quedará solo el periodismo ciudadano, los locales que se juegan la vida. Será difícil separar las noticias de la propaganda, algo que sucede sin demasiado escándalo en cada comunicado del Eurogrupo, en cada resolución del Consejo de Seguridad, en cada declaración de un político.
Me gusta esta crónica de Stephen Farrell fechada en Beirut, a las puerta del infierno.
Go In, Stay Out?
Some have recently left Syria, and feel doubly lucky to be alive. Some are debating whether or not to go in. Some are still inside. Others who have been wounded have so far been unable to leave. On Thursday The Times of London quoted Javier Espinosa, a veteran Middle East journalist for the Spanish newspaper El Mundo, who described the noise of the incoming shell that killed Marie Colvin and Rémi Ochlik, and the scene afterward: “When the smoke cleared the picture was shocking,” he wrote. “Several bodies were intermingled with the debris, computers and cameras of reporters”.
He añadido un nuevo y poderoso amuleto: mi madre, creyente y feliz de serlo, ha empezado a rezar por los amigos atrapados y por los civiles que se juegan la vida ante una comunidad internacional muda que se dejó la legitimidad en Libia. ¿O fue antes?
Oh!!! Lobo estos días leyendo estos post… quisiera como Lennon imaginar un mundo mejor… pero ya no sé si me llega el ingenio para tanto… ¿Quién me vende, o por lo menos me alquila esta fantasía?…
Un abrazo fuerte Lobo.
[…] blog En la boca del lobo, en http://www.elpais.com […]
Es muy emotivo lo que relatas. Gracias por compartirlo.