El yuyu no me lo quito ni para ducharme
Monday, 27 de February de 2012 por Ramón
Llevo un yuyu, un fetiche, colgado del cuello. No me lo quito ni para dormir ni para evacuar; tampoco para ducharme. Mientras meto la cabeza bajo el agua lo sostengo con una mano; después lo mudo a la otra para no dejar puntos ciegos. El yuyu es un tanto fálico pero no tiene utilidad para el sexo, que yo sepa. Me lo regaló un niño exguerrilero de Sierra Leona. Le tengo cariño, siento su fuerza, su ánimo. Lo llevo desde que mataron en Baba Amr a Marie Colvin, periodista de mi edad, viajera de los mismos lugares, de los mismos amigos. No es por ella, sino por uno de los vivos. Lo llevo por lo del cántaro y la fuente, por la suerte, para que se sostenga brillando todo el tiempo. Los yuyus de mi amigo Javier se quedaron exhaustos del esfuerzo de salvarle la vida en la misma explosión que mató a Marie.
Otros rezan oraciones de carrerilla. Cada uno con su yuyu.
Tengo otro colgante que espantó al ministro de Justicia de Guinea Ecuatorial, un católico teórico. El hombre llevaba un rosario blanco colgado. Sus andares eran chulescos, de inmortal. Le espeté un día que discutimos por una de mis crónicas, cuya ironía detestaba, que mi yuyu era mucho más poderoso que el suyo. Lo fabricó una bruja yoruba para mí, mentí con descaro en el cine Marfil de Malabo, donde el régimen escenifica sus farsas judiciales. La viceministra Evangelina, sentada a su lado, abrió tanto los ojos que parecían salírsele de las órbitas: “La magia yoruba es muy potente”. Lo es, respondí, y esta lleva castigo para quien me haga mal.
A la vuelta de un viaje a Mozambique me intentaron quitar en Heathrow un ídolo africano porque tenía cobre. En ese aeropuerto de Londres, la seguridad es tan estricta e histérica que me genera vulnerabilidad. No me gustan las exhibiciones, siempre ocultan debilidades. Al hombre que me quería retirar el ídolo le dije: “Es un espíritu bueno mientras no cambie de manos; si cambia se vuelve maligno”. Me miró, echó una carcajada británica, y respondió: “En ese caso, querido, es todo tuyo. Feliz viaje.
Nada es imposible: ni para Grecia ni para Alemania.
hallo lobo,
los seres grandes como tu jamas mueren.
eres eterno,sencillo, claro como el agua clara,
nadie osara tocar tu vulnerabilidad.
os lo prometo.
con los niños mayores no se puede.
esta vez el poeta trabaja tranquilo, el alma sosegada.
como tu piedra preciosa, como tu guijarro humilde,
como tu criatura divina, como tu…
la, lara, lalala, lalaralala
namaste amor te amo