La ciudad y las casas
Sunday, 18 de September de 2011 por Ramón
Yo vivía en una torre de vigilancia, en lo alto de un mástil marinero. Lo llamaré Zobeida por soñada. La ciudad me llegaba a murmullos, desestructurada, en un runrún de sonidos mezclados; una sinfonía ordenada de ruidos en equilibrio, sin egos ni primeras filas para el desafino o la invasión. La ciudad estaba sin estar. Si cerraba los ojos esta se transformaba en alguna de las hermosísimas ciudades invisibles de Italo Calvino. Cada día descendía a ella, por placer o por trabajo, para pasearla, vivirla o sufrirla. Cada mañana tenía la posibilidad de escoger ruta: silencio o conversación.
Ahora vivo en una casa más grande, una casa necesaria, buscada; una en la que cabemos todos los que queremos estar juntos. La llamaré Despina porque se muestra diferente si se llega desde el desierto o el mar. Es hermosa, tiene magia, pero no puede elegir estar o no estar en la ciudad pues es una casa sumergida en el tumulto: los ruidos llegan individualizados, cada uno con su molestia a cuestas. Si el viento sopla sur, aparece nítido el batir de los cubiertos en la terraza de la acera de enfrente.
Tras una doble mudanza, en Despina todo empieza a encontrar su sitio, su porqué, su equilibrio. Cuando los objetos se sienten felices con el espacio y con las compañías que tocaron en la suerte de la decoración, la casa respira calma, huele a hogar, da paz. La casa pacificada es el único antídoto contra la ciudad bulliciosa, contra los que creen que vociferar, mear en las esquinas, beber alcohol falseado, basurear, es divertirse, una forma de cultura.
Despina está armada; ahora aprende a simularse promontorio, torreón que navega. Como este blog que regresa de unas largas vacaciones iniciadas con voluntad novelesca y que produjeron poca literatura a cambio de mucha vida renovada. A veces hay que saber distinguir qué es lo importante.
Feliz reencuentro.
Hay libros que hablan de lugares propicios para la lectura. Yo pienso también en los propicios para vivir… aunque es cierto que a veces ponemos excusas para no hacer lo que tenemos que hacer, diciendo que en ese lugar no estamos a gusto.
Como describes tu nuevo hogar tiene que ser un auténtico vientre de ballena con un microclima especial. Te animo a que subas una foto por ejemplo de una estantería abarrotada de esos libros que en parte te han tallado a ti.
Un abrazo y feliz vida.
Quiero compartir esto, que me acordé cuando leí tu entrada:
Esta es casa de Mario Benedetti
“No cabe duda. Esta es mi casa,
aqui sucedo, aqui, me engaño inmensamente.
Esta es mi casa detenida en el tiempo.
Llega el otoño y me defiende,
la primavera y me condena….
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un dia se va a partir en dos.
Y no sabre donde guarecerme,
porque todas la puertas dan afuera del mundo.”
Yo también vivo en una casa grande, con recuerdos, pájaros y plantas. saludos
Empezarás a oír, si no te ha pasado ya, unos crujidos, unos ‘plop’, ruiditos raros, y no serán las cacerolas de la vecina de enfrente. Están más cercanos. Son las cosas, los muebles, los cachivaches, libros,… que ya han empezado a acomodarse en su nuevo espacio, como cuando te sientas en el sofá y buscas la postura. Eso lleva su tiempo porque es importante y poco o nada tiene que ver con lo urgente aunque a veces coincidan. Buenos días!
Si es una casa deseada, bravo. Es como un hijo deseado. Lo malo es que fuera una casa obligatoria o que ha venido sin avisar. Las mudanzas, de lo que sea, marcan mucho…
Gracias maestro.
http://www.elsurdeltiempo.blogspot.com sin llegar al nivel de este blog pero es un buen blog leedo plis. (soy un pelota)
“que produjeron poca literatura a cambio de mucha vida renovada. A veces hay que saber distinguir qué es lo importante”, ¡me encanta!, no se puede decir más con menos palabras. Que en esta nueva vida que inicias no te falten las iras y la buena compañía, todo lo demás es accesorio.
Abrazo, Montse
Donde pone iras debería poner “risas”, ¿será el subconsciente?
Enhorabuena y que sea para bien. Sé feliz en tu nueva vida en pareja.
Saludos…
Me alegro por la “mucha vida renovada”.
Un abrazo