El día del nombre
Wednesday, 31 de August de 2011 por Ramón
Al nacer te dan un nombre que te sigue el resto de tu vida, desde el tobillo del recién nacido hasta la urna con las cenizas o la lápida, que en gustos mortuorios de todo hay. A menudo se trata de una deuda de familia: un abuelo muy querido, una tía que murió, un sobrino que emigró, a los que se desea prolongar en el recién nacido. Hay deudas con mala leche. A un amigo le cayó en malasuerte Policarpo. Su padre dijo: “Tendrás que pelear mucho para salir adelante con ese nombre”. Peleó, pero no fue suficiente. Me pusieron el que tengo, Ramón, por que era el de mi padre, el de mi abuelo y el de mi bisabuelo. Con el tiempo le he cogido cariño. Los cristianos celebran el santo, el ser milagroso del que procede el nombre admitido en la pila bautismal. Tras siglos de alejamiento celebro desde hace un año el día de mi nombre, que es más laico y literario. El día de mi nombre está asociado al catalán Ramón Nonato, un santo que nació por cesárea de madre muerta. Como premio, el santo me ha regalado una mágica lluvia de agosto: baja despacio, caliente, casi caribe, con un olor a vacaciones que me recuerda que estoy en medio de ellas.
Hay veces en las que los nombres son insolentes, asociales, casi revolucionarios, y se cambian por números, por grupo obediente. No es necesario padecer un campo de concentración, una cárcel o ser Nelson Mandela; a mí me lo dieron en el internado y en la mili y mi madre tuvo que grabarlo en mi ropa. La numeración te reduce a ganado, a un ser sin pensamiento, sin individualidad ni voluntad. El nombre, aunque resulte feo, es una huella dactilar, un yo supremo, un tú indivisible. En tiempos en los que los números reemplazan a las palabras, a los sueños, a las democracias formales, me alegro de tener nombre, y ojos, y memoria, sobre todo mucha memoria. Son ventajas de la edad acumulada.
pronto todos los jóvenes seremos “sobrinos emigrados”.
ya de vuelta por aquí se agradece. Felicidades
Mi nombre procede de los Ángeles… esos seres celestiales que viven junto a dios, y con esos que otorgan a los cristianos los “dias del nombre”. Como tú, me lo pusieron por mi padrino y mi abuelo, a los que mi abuela (madre y esposa respectivamente de ellos), adoraba. Sólo me añadieron una -A pero eso es lo que me hace diferente de ellos. Revolucionaria, laica y guerrera. Luchadora por mi sueños y olvidando que mi nombre está relacionada con esos seres que viven en el cielo, porque los pies- los míos- al menos están en la tierra. La realidad llama.
Un saludo de una periodista y fotógrafa desempleada. Oh, sí! viva este país …
Hasta en el nombre pasamos a ser más anonimos en facebook y ves que ya solo allí salen enecientas personas con distinta cara y el mismo nombre, allí los números son más singulares que los propios nombres .
Aunado a lo increíble de su significado, la particularidad de ser un nombre que en los tiempos en que nací no resultaba nada común y la tierna imagen mental de mi madre que lo buscó y eligió cuidadosamente durante 9 meses. Berenice: “Portadora de la Victoria o La que lleva a la Victoria”
Apoyando tu reflexión sobre el nombre, te dejo la idea de Alejandro y Cristóbal Jodorowsky sobre los nombres.
“Según Cristóbal Jodorowsky, el nombre tiene un impacto muy potente sobre la mente. Puede ser un fuerte identificador simbólico de la personalidad, un talismán o una prisión que nos impide ser y crecer.”
http://planocreativo.wordpress.com/2008/11/02/nuestro-nombre-es-el-primer-contrato-con-el-que-cargamos/
Mi abuelo se llamaba Ramón, mi padre también se llama así, yo como primogénita me iba a llamar tambén Ramón, gracias que nací mujer y me llamo Sonia, sin ninguna herencia familiar…