Las ciudades son libros
Thursday, 23 de June de 2011 por Ramón
Decía Quintín Cabrera: las ciudades son libros que se leen con los pies. Como tengo el lector izquierdo averiado por esquince sevillano leve no he podido leer bien cada línea. Pese a la tara provisional que arrastro, descubrí una coherencia preocupante en lo escrito en el suelo. En la calle Mayor, las baldosas narraban en voz baja, para esquivar a la Sinde (una ideológa del 15M camuflada), la historia completa de mi novela atrancada.
Este alcalde es fantástico -un emprendedor de Aguirre- se ha deslizado en mi imaginación y en esos tiempos de mudanza ha completado lo que faltaba, más de la mitad, añadiendo y quitando personajes, frases y tacos. Cuando iba por el penúltimo capítulo, A. G. no aguntó las ansias de notoriedad, organizó una gran inauguración con banda de música, votantes silenciosos y bicicletas. Los peores son los arrepentidos.
Quise protestar. Lo que en mi texto inconcluso era una novela de periodistas curtidos se había transformado en otra repelta de becarios precarizados. Mis personajes entrados en años dejaron de ir a guerras, no por su precio desorbitado, que en la ficción es baratísmo, sino por tozudez empresarial. Cuando uno se pone a recortarle gastos a los demás es capaz de cargarse una novela que iba para premio; y un periódico centenario, también.
En el pastiche final de A. G. muere hasta el apuntador y por exigencia de los que vienen con el hacha en marzo de 2012, o antes, debe morir además el escritor. Ando ahora en pleitos en Bruselas con A. G.; defiendo con razón bien razonada que el autor final de la cosa es él, y por ello es él quien debe cobrar royalties, derechos y ejecuciones, si las hubiera.
Las cosas están tan mal con el mundo del libro que me refugio en Twitter, esperanzado de que nadie venga a completarme los 140 caracteres distorsionando mis ideas. Es solo un rumor, pero dicen que con el PP, debido a la crisis, bajaran a 99. A mí da igual, me bastan 16 para gritar: “Yo, como Labordeta”.
Un texto de altura, si señor.
Cuídate el lector izquierdo, hay que seguir caminando para que sigas leyendo calles, como todos, y que nadie nos calle, ni tan siquiera los que ya están llamando a la puerta, que esos ya nos mantuvieron callados durante años; atada y bien atada la palabra, así la tenían, amordazada, así que a seguir caminando.
http://www.youtube.com/watch?v=ZghYivSf1CE&feature=player_embedded#at=44