Calor casi bagdadí sobre Madrid
Tuesday, 21 de June de 2011 por Ramón
Amanece sobre Madrid. Las luces eléctricas se apagan una a una sin que nadie las sople, sin serenos, profesión atropellada por los tiempos modernos. Sin serenos perdemos la ayuda salvadora de la llave que abre y perdemos conversaciones en un mundo cada vez más silencioso, obediente.
Hace calor, aún no es un calor bagdadí, pero este de hoy me ha tenido en duermevela hasta las cinco. En las duermevelas, la ausencia de sueños deja paso a las pesadillas que andan. Es noche de silencios, de mudeces. Nos amenazan con quitarnos el futuro, a los griegos y a los demás. Me preocupa más que decidan prohibirnos el presente.
El calor gotea sudor sobre cada uno de los temores, costras en las que la edad deja marcas que duran más que la vida. Nado en un mar salado, agua verde verde, como Lorca por dentro, verde verde. De tanto nadar lorquiano me duelen los brazos. Antes, hace días, me vi sentado sobre la arena, desnudo, secándome al sol. Las farolas se apagan, yo me seco lentamente. Cuando no duermo, como esta noche, la orilla juega conmigo: a dos brazadas de hombre responde con dos pasos atrás de tierra. Es la playa de nunca llegar.
Nació despejado este martes de junio, pero por alguna razón extraña yo sigo nublado. Una nube que salta de un ojo al otro gritando: “Atrápame”.
Mal despertar: playas que caminan, nubes juguetonas, sueño perdido entre algún tic tac del reloj. Buceo en la Red sin red y encuentro esta versión maravillosa de Everybody hurts. Buen día.
No dormirás, querido Ramón, pero nunca pierdes la lucidez.