Arrastro el peso de Cortázar
Wednesday, 11 de May de 2011 por Ramón
Me sentí pesadísimo todo el día, como el boxeador del cuento de Cortázar. Tenía tanta dinamita aguada en los puños que arrastraba los brazos, unas extremidades de goma que me seguían con desgana a un par de metros de distancia. Hasta mi sombra se molestó por la competencia de los brazos-sombra.
Delante de un escaparate me vi reflejado: era un caracol. En lugar de cascarón arrastraba una urbanización a medio terminar. En la parte finalizada abundaban los carteles de ‘se vende’; en la que se quedó como Lot se podían leer promesas electorales. Me sentí doblegado por el peso de una doble burbuja: inmobiliaria y política, y el túnel subterráneo que las une.
Cada paso, cada arrastre de pies y babas escuchaba: plof o tal vez blop; no eran gases personales, sino las jorobas del papel bulba que estallaban con cualquier cosa. Mi yo-caracol se cruzó con toda la fauna invisible. Además de los insectos vi pobres, inmigrantes, ancianos, niños, desempleados. En el mundo superior, los triunfadores, los bobitontos, todos primavereando con el pecho henchido.
Plof, blob…
No son las jorobas lo que explotan son sus ilusiones que estallan de olvido.
Hoy en el metro leí de reojo un periódico gratuito. En tres páginas descubrí noticias de las que hablamos mucho en el mundo inferior, el de los nadies, y que nunca aparecen en los periódicos de pago del mundo superior. Ya en Gran Vía, antes de cruzar, di dos euros a un mago que maullaba para que elevara mi presencia. Le dije: temo que me atropellen. Respondió: lo que uno teme termina por suceder. Y me hizo jirafa de colores. Parecía un anuncio de Micolor.
En la Puerta del Sol, otro mago me recuperó como lobo y así, en ese estado consustancial en el que me siento yo, escribo estas líneas. He aullado un poco en cada punto y aparte. Al tercer aullido subió el vecino del 4º convertido en león. Me dijo: a callar. Y callado sigo en espera de que hablen los demás. Pongo música, bajo el volumen y releo a Cortazar. Ya no me pesan las manos, ahora solo me pesa el resto del cuerpo. Esto de vivir es un sinvivir.
es dificil escribir un buen comentario después de leer tan excelente escrito.
Bueno, uno escribe lo que siente y puede…
Al leerte te imaginé caminando por Madrid, sintiéndote un boxeador como el personaje de Cortazar, un caracol que conoce a los nadies y los poderosos
y por último cuando llegastes a tu casa y volvistes a encontrarte con tu mundo interior.
Compartí con vos este paseo por tan linda ciudad.
Me encantó, todo un estímulo poder llegar a escribir algo similar en mi remotos sueños. Un abrazo con todo y mis ilusiones que estallaron de olvido.