Escenas suburbanas (no recuerdo el número)
Tuesday, 26 de April de 2011 por Ramón
El Metro es un teatro que muda de obra cada pocos minutos, convoy a convoy, línea a línea. Como en el río de Heráclito nadie se monta dos veces en el mismo vagón, ni siquiera los que entran y salen por jugar, porque están dormidos o porque simplemente son idiotas. La hora elegida, o caída, que hay madrugones que no se tienen en pie, determina el espacio físico del que dispondrá el pasajero. A las 07.25 existen huecos en los que acomodar lo que queda de tripa; diez minutos después, el viaje se realiza con los pulmones en la garganta y a lengua en la espalda. En la línea 5, la mía, no hay opciones de cambio: como entraste, o te entraron, te quedas hasta Ventas.
A las 9.20 puedes leer, mover los codos, sonarte, ojear el móvil y fijarte en las personas que habitan el vagón. Hoy me tocó una madre blanca que acompañaba a una niña mulata. La niña, no más de cinco años, no debe de leer periódicos ni ver la televisión porque parecía feliz. Era una sonrisa pegada a una cara simpática. Existen personas y personitas que siembran primaveras por donde pasan. La niña no me miró pese a que busqué su complicidad. La madre ocupaba toda su atención, su espacio visual y auditivo. Era una madre en el papel de la buena madre. Me pareció un exceso. Su éxito como madre estaba en la sonrisa de la niña, no eran necesarios los arrumacos ni las imitaciones. Pese a todo, cuando se bajaron en Pueblo Nuevo el vagón se oscureció un poco. Nos quedamos huérfanos de sonrisa.
Cuando llegó Suances, mi destino, me puse a subir las escaleras de verdad para esquivar la marabunta que invadía las mecánicas. Subí a buen ritmo, cabeza alta, boca cerrada, rictus relajado. Al llegar a la superficie y doblar la esquina me paré a respirar. Tanta chulería escaladora me cobró su factura.
Me encantó…!! Gracias.
peaso blog el de Ramón Lobo, por favor que alguien lea elsurdeltiempo.blogspot.com, acepto comentarios, consejos, etc
Eso te pasa por usar la de “verdad”…
Cuando aparecen sonrisas, efectivamente se ilumina todo. Hacemos un punto y aparte en nuestro deambular mental y nos quedamos fascinados con ellas; tienen el poder de lo sencillo y natural, e hipnotizan, haciéndonos sentir mejor con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea.
Gracias por el post, Ramón, yo también me ahogo cuando subo escaleras…es que lo hago poco, las cosas como son.
Un placer leerte y descubrirte, gracias a un retweet de @kurioso por cierto…