Manitas en la segunda edad
Thursday, 14 de April de 2011 por Ramón
Tras medio siglo y seis años de una torpeza extrema, de ser un manazas incapaz de montar una mesa de Ikea de seis piezas sin martillearme los dedos y las blasfemias en cada golpe, he hallado la paz. Floto. Revoloteo. Parezco un místico republicano. Tengo motivos: esta noche he sido capaz de sacar de la caja, colocar, encender y sincronizar una impresiona tras una lectura rápida de las instrucciones (odio las instrucciones-monserga). Me siento un poco pavo: paseo, bailo, vuelo por la casa con el pecho henchido y la casi-no-tripa caída (¡siete kilos en tres semanas!) evitando reflejos en los cristales que tampoco estoy para sustos.
Tengo unos dedos dotados de una habilidad dudosa que deciden la estructura de un texto y sus palabras adecuadas. Me limito a posarlos, ellos saben adonde ir. Por lo general, mis dedos y yo no vamos a ningún sitio. Solo damos vueltas al tiovivo, a las excusas de no escribir.
Viví recién casado en un miniapartamento del barrio de Argüelles, en Madrid. Su mayor atracción era la cocina eléctrica que daba calambre. Más que una cocina americana (de las empotradas) parecía una silla eléctrica. Las descargas venían como venían, a su aire, sin avisar, en medio de una paella pasada o del asesinato de un pescado. De aquellos meses en los que daba brincos para no pegarme al acero, me quedó un miedo neurótico a la electricidad. Hasta hace poco era de los que bajaban los plomos para cambiar una bombilla.
Una amiga me pidió hace años que le ayudara a colgar los cuadros en su casa nueva. Usé los cuelgafácil, pero por alguna razón inexplicable le dejé la pared hecha un ecce homo en pared. No lograba que los cuadros quedaran rectos. Fallaron todas las tácticas: a ojo, midiendo desde el suelo, midiendo desde el techo. Mi amiga aún me habla pero jamás me volvió a invitar a sus casa.
En Washington encendí una chimenea en casa de mi jefe y casi tengo que llamar a los bomberos. No me gustan las chimeneas.
Tener fama de inútil es útil: nadie te pide ayuda.
Ahora, en la pre-pre-pre-vejez descubro habilidades extraordinarias. Es la naturaleza sabia que me prepara para otro tipo de vida. Por si el oficio de montador de impresoras no da para vivir, me esmero en pintar piedras de los pasos perdidos. Son piedras-brújula, piedras-calor, piedras-cariño multiusos. De momento, las regalo. La culpa es de Internet que me ha acostumbrado al gratis total.
pre-pre-pre vejez?….muchas pres para nuestra edad. ojalá fueran tantas.
Muy bueno mano Ramón, aunque seas un desastre como manitas…
A mi me parece que tienes unas manos muy habiles basta ver lo bien que escribes. Un saludo desde Gijon
No será de HP la impresora verdad ????? ni se te ocurra ,, boikot !!!
Aún yo no he logrado usar la primer impresora de mi vida. Y voy ya por la cuarta edad, si es así que se nos nombra…
En Argentina, nos llaman ” abuela/o “, y ha quedado establecido…Y… yo no soy abuela, y no me preocupa no serlo. Mis hijos, grandes ya, han decidido no tener descendencia. Aunque quién sabe si esta decisión será llevada a cabo a ultranza. Mientras tanto así va.
Bueno, volviendo a este aparato, la impresora. La ” siento” extraña, se me impone como fantasma que me ronda sin poder asirlo. Como a cualquier fantasma.
Entonces? quedará así? La decisión también está pendiente de algún azar. Llamar al técnico. Zapatero ( no confundir, por favor ), a tus zapatos. Y dejar caer la omnipotencia.
Seguir sosteniendo el deseo. Para sostener una juventud hasta el fin.
Gracias Ramón.
Te quiero con alevosía. Una preciosidad.
Llevaba mucho tiempo sin oir al Aute
Dicen que la experiencia es un grado…
Eres un grande…. Cuánto tiempo si leerte y qué alegría más tonta volver a hacerlo.