Vendedores de palabras en la Puerta del Sol
Tuesday, 22 de March de 2011 por Ramón
La Puerta del Sol de Madrid parece un universo averiado: un trozo de asfalto, granito, baldosas y coches oficiales aparcados donde no deben aparcar según sus normas de doble moral. En esa plaza que es puerta confluyen todos frikis de la ciudad y alrededores, incluida Esperanza Aguirre. No importa a qué hora pase uno, allí están, los frikis, dándose el relevo unos a otros, de tribu urbana a tribu urbana, sea de día o de noche, pintarrajeando el paisaje de extrañezas. Enric González, el mejor periodista de mi periódico, sostiene en su libro Historias de Nueva York que Manhattan es la capital mundial de los raros. Debe de ser cierto porque allí me siento como en casa.
La Puerta del Sol no rivaliza con Time Square. Se trata solo un centro de control de nivel avanzado en suelo europeo. Los frikis que dan la talla aquí los mandan para allá. Los torpones se quedan en España o se trasladan a Italia, donde muchos hacen carrera por lo civil y por lo religioso. Un poco más abajo de Sol, en la carrera de San Jerónimo, trabajan unos cuantos frikis que creen que gobiernan España cuando a España la gobiernan los frikis listos de Wall Street.
No quiero extenderme en las variedades de frikis ni en sus uniformes ni peinados; tampoco en sus decires, que son de estudio, que todo ello da para unos cuantos post madrileños.
Solo escribiré, de momento, de los compradores de oro que se sitúan en las bocas del metro armados con unos chalecos amarillo-repelente. Estos frikis gritan: “Compro oro, compro oro, pago el mejor precio”. No solo me preocupa lo del “mejor precio”, casi tanto como el cartel de la M-40 que reza un imposible “todas las direcciones”, me preocupa que estén convencidos de que los viajeros del metro llevamos encima oro y una necesidad enfermiza de venderlo al primer postor.
Los buscadores de oro urbanos se sitúan en lo alto de la escalera, como una muralla humana. Allí, engrandecidos por la perspectiva, intimidan, molestan, vociferan. Gritan por gritar, porque lo demanda ell guión de los escandalosos, porque gritan como toreaba El Viti: mirando al tendido.
No sé para qué sirven estos vendedores distraídos. No vi nadie jamás a nadie venderles algo ni a ellos acompañar a un cliente a la casa donde compran el oro. Es posible que no sean vendedores sino extras de cine que están en la Puerta por ocurrencia del alcalde o de la friki Esperanza, para dar colorido, para que equilibren sonidos con el ciego del cuponazo y los Mariachis que le han tomado gusto a la salida de Mayor.
Un día tengo que probar. Preguntarles por su trabajo, saber de dónde vienen y si el suyo es una ocupación rentable, que tal y como está la crisis del periodismo me veo en unos años, o menos, con un peto naranja, para diferenciar, gritando: “Vendo palabras, vendo palabras, acepto cualquier precio”.
como siempre, GENIAL!
buena pregunta, y el friki de Gallardón quería prohibir a esos “carteles humanos”,cuando están debajo de mujeres a toda plana en ropa interior.
Ya sabe usted, Ramón, cuestión de frikis.
(geniO)
Sería de lo más interesante conocer acerca del “trabajo” de los vendedores de oro que ya casi son tan representativos en Sol como el reloj.
En cuanto a la crisis del periodismo, si hay alguien a quien debería quedar lejana, es a gente como usted, Ramón Lobo, que hacen que aún la esencia del periodismo no se haya desvanecido del todo entre sensacionalismos e intereses económicos exclusivos.
Me gustó lo de “los frikis que dan la talla aquí los mandan para allá”. A menudo pienso que esa política no se aplica sólo a los frikis…
Por cierto, Ramón y Cía, la combinación de NY+Friki me ha recordado el excelente “The Cruise”, cuyo protagonista es Speed Levitch, un friki ilustrado de proporciones épicas:
http://www.imdb.com/video/screenplay/vi1569390873/
Si no lo habéis visto, recomendado 101%.
Abrazos
Menos mal que quedan aún personas que, como tú, hacen uso de las palabras para sacar a la luz las miserias de tantas y tantas personas que se echan a la calle para ganarse la vida gritando lo que venden, a veces, otras solamente miran.
Yo apuesto por las palabras siempre, ya sean en libros, en blogs como el tuyo, donde nos las regalas; en canciones de Cohen con el quéjío de Morente y Lagaratija porque las palabras, aunque solamente sea una, esconden el alma.
Manhatan, Berlín, Madrid, el sur…una playa…las palabras siempre acercan distancias.
http://www.youtube.com/watch?v=HaXoACrvjNo&feature=related
Admirado Ramón, me quito el sombrero. Y ahora me lo pongo, que con este frío no es cosa de coger un catarro de cabeza. Gusto de su finura y de su prosa bien aquilatada, con toques de barroquismo perceptibles apenas para espíritus borrachos de metáforas. Suscribo al tanto por tanto lo que dice de Enric González. El mejor periodista de su periodista, sí, y por lo mismo exiliado de Roma (Roma es Madrid, cuidado), perdido en las colonias, no sea que su talento perjudique la salud del tal Cebrián y otros de su especie. Y de usted, ya digo, un coloso, menos cuando escribe sobre el Real Madrid, que ahí no puede ocultar la prepotencia que une a todos los de su cofradía, de izquierdas, de derechas, clásicos o románticos. Un abrazo.
“El mejor periodista de su periódico”. Admirable, Enric.
A mí nunca me han ‘molestado’ estos vendedores, y paso a diario entre ellos. Tampoco he visto nunca que alguien se parase a hablar con ellos. Sin embargo, a muchos les conozco (de vista) desde hace años. Tan mal, tan mal, por eso, no les debe de ir. ¡Un saludo!