Emilio Fornieles es un tipo que pinta cuadros que se mueven. La sala donde expone estos días en Madrid, sita en la calle Velázquez 111, los colgó en las paredes para darles prestancia. Manías de galerista. Cuando Emilio llegó el viernes desde Huelva, donde vive, los mandó bajar al suelo y los hizo acompañar de pinceles y botes de pintura negra. Parecía un estudio. Los cuadros que se mueven necesitan suelo y piernas. Sus retratos de escritores, como los de Saramago, Vargas-Llosa y Rushdie, entre otros, cambian si el que observa está cerca o lejos: de cerca son una pintura, de lejos casi una foto. Dos cuadros, o uno solo vivo que bromea con la perspectiva. Trazos negros y grises en juegos de luz con los blancos. Unidos todos en el lienzo cobran vida, y magia.
Hay quien dice que los botes de pintura de Fornieles “son islas de mosquitos donde se libran batallas de dignidad”.
Fornieles pinta muy bien. No sé cómo nacen sus cuadros. Si se coloca delante del lienzo en blanco y espera la señal del primer trazo o si se trata de un artista racional que prepara y estudia antes lo que desea dibujar. Lo que sé es que son cuadros preñados de emoción, cuadros que hablan.
No tuve mucho tiempo, me agobian las inauguraciones, pero el retrato de Rushdie me llamó cuando pasaba delante de él y me dijo que debería visitar la India, “es como África; te gustará”. El Vargas Llosa de Emilio es tan serio como el original pero de su interior brotaba un agradable acento limeño; elegante, educado, inteligente. Era un Mario que llegaba desde muy lejos, desde México, donde se encuentra impartiendo sabiduría. Fue el retrato de Saramago el que más me conmocionó por razones personales. Hablaba desde otro mundo con las palabras hermosas y certeras escritas en este.
Emilio Fornieles es un grande en espera de un golpe de suerte que en los artistas llega envuelto en reconocimiento. No solo pinta escritores, también pinta Áfricas, tan cerca de Huelva, tan cerca de todos. Maravillosa serie de los Angelitos Negros.
Para quienes duden de mis palabras, este vídeo: un homenaje a Saramago y a su libro Las Pequeñas Memorias. Emilio lo pintó durante dos meses.
Siempre digo lo mismo y debo ser aburridísima, pero me da igual. Gracias, gracias, gracias…
Buenas tardes! Hay algo de mausoleo en los museos (cómo se parecen ambas palabras, incluso fonéticamente) que repele a artistas y obras con vida propia y hace que se sientan más a gusto apoyados en el suelo. Gracias por traérnoslo a casa a los que no vivimos en Madrid.
Emilio Fornieles es un grande. No albergamos duda ninguna en ese, también, aquilatamiento.