Me preguntan por el paracaídas
Wednesday, 19 de January de 2011 por Ramón
Me duelen las piernas de tanto pensar. Sucede en los cuerpos que se averían con el tiempo. Enciendes la luz del pasillo y se acciona la cadena del retrete. Abres el grifo de la cocina y suena el teléfono y se oye una voz-spam vendiéndote la luna. Crucé la Puerta del Sol a paso ligero; por hacer algo de ejercicio, que luego me regañan. Una chica bienparecida se acercó sonriente y me entregó una postal. No era una declaración de amor ni la publicidad engañosa de un restaurante. Se trata de un dibujo infantil: dos tipos en descenso y una pregunta: ¿Y tu paracaídas? Me la guardé en el bolsillo y caminé entre turistas, aborígenes de la ciudad (pocos) y jóvenes en precalentamiento de farra.
Al pasar delante de la estatua de Carlos III dos tipos me esquivaron jugueteando sobre patines. Me había convertido en una boya (la tripa, supongo), una referencia para dar la vuelta y seguir eseando entre unos botes de cola colocados en el suelo. Dos alfa con corbata y la cosa morcillona en la frente hicieron boberías en la pista falsa para impresionar a sus parejas. Estas lejos de sorprenderse se reían. Es la ventaja de conocer los límites. Hay gente que no se complica con exquisiteces.
Al llegar a casa leí el texto escrito en el dorso de la postal. La chica guapa era un ángel enviado para salvarme (perdón por el egocentrismo). El texto habla de Dios en una redacción alambicada. Narra la historia de dos paracaidistas, un monitor y su alumno. El primero se calzó una cámara en el casco para grabar el primer salto del pupilo pero confundió la mochila de las baterías con el seguro de vida. El aprendiz aterrizó sin problemas tres minutos después de que se estrellara el profesor. La conclusión del accidente, según la postal, es que Dios es el paracaídas al que no debemos renunciar. Con el paracaídas espiritual me libraré de una muerte trágica, de una muerte eterna. Me quedé con ganas de saber más.
Me he acordado de alguno de los ejercicios espirituales con los que me torturaron en mi adolescencia. Las cansinas lecturas en el desayuno de la vida de santos y santas en medio de un silencio obligatorio en que se escuchaba el hilo de una carcajada a punto de estallar. Jugábamos a mirarnos para provocar. Nos sirvieron para educarnos en la resistencia.
¡Qué tiempos! Primero adoctrinado por los Hermanos Maristas y después por el Opus Dei. Cuando uno sale torcido, sale torcido. Mi caso: torcido y contento de estarlo. Nunca me gustó la gente que desfila con cara de qué pelotas tengo; tampoco la que se desliza bajo palio o se empeña en simular que levita de santidad cuando santos santos se pueden contar con los dedos de una mano: el arzobispo Romero, Teresa de Calcuta, Helder Cámara…
Me duele la cabeza de tanto caminar. Sucede en los cuerpos fuera de garantía.
Hoy se despidió un compañero de publicidad del diario después de 30 años. Nos invitó a jamón del bueno, queso y empanada, pero yo me quedé con un regusto de derrota colectiva. Un beso fuerte, querido Antonio.
Lobo,
No vayas de víctima. Déjate de semillantos ,que eres un privilegiado. Y tienes groupies femeninas,cosas que el resto solo tenemos en nuestro universo paralelo.
Mira el lado positivo,al menos hay alguien que te escuch@.
Soy una groupi de Lobo!..ojala.!
La chica que te ha dado la postal era guapa..te habra mirado y habra pensado..tiene ojos del color de mar..
bunas noches Lobo..besos!
Vaya, así que nadie grabó el primer salto del pupilo. Pobre pupilo… ¡y vaya monitor! Pues yo creo que no nos va tan mal sin paracaídas: nos duelen más las piernas, pero es mejor que ir estrujados por unos arneses…
Muy poco santos hay en efecto Lobo. Desgraciadamente, el ejemplo de estos santos no resulta tan atractivo para la mayoría, como la vida de los famosos que salen en la telebasura. Animo, entro a veces cada dos o tres días, pero cuando entro, leo los blogs anteriores. Saludos.
http://www.youtube.com/watch?v=at95Fm7PF9g&feature=related
Da gusto leer este blog…siempre
Buenas noches…
bonita cancion