Madrid empetao
Monday, 6 de December de 2010 por Ramón
El ser humano elige a menudo formas de entretenerse poco entretenidas. Miles de personas abrigadas hasta el gorro y sudorosas por las apreturas se movían suspendidas ligeramente por las calles del centro de Madrid. Parecían globos, unos más hinchados que otros, dando vueltas como peonzas. Supongo que en una emergencia así la gente inteligente no establece objetivos. “Voy a entrar en esa tienda” o “me apetece comer una hamburguesa”. No; en situaciones como la que viví ayer, los hábiles se dejan ir, se navegan hacia donde caiga. Si toca tienda de té, se compra té; si toca librería, se compran libros.
La marea giratoria tiende a expulsar por un lado y a engullir por otro. Es el equilibro de las especies, de las masas y de no sé qué cosas más de la Física que tanto y tan bien suspendí con tozudez y reiteración.
Cuando se intenta cruzar de acera en la Puerta del Sol los suertudos pueden lograrlo cerca del Mercado de San Miguel, los de la mala fortuna lo consiguen más allá de la Puerta del Ángel, al otro lado del río. Si les ocurriera lo que escribo no entren en el mercado. Ni a mirar. Es peligroso. Tengo dos amigos que llevan una semana brincando de puesto en puesto sujetos por una manifestación de vividores que nunca alcanza una de las puertas de salida. El mercado quedó muy bien en la última reforma. Perdimos un mercado popular y ganamos una pasarela. Allí se juntan turistas boquiabiertos, locales de paso exasperadamente lento, yuppies pelicrestos por la gomina y decenas de mirones que solo fotografían, no miran.
He llegado a casa de milagro y exhausto. Tuve suerte de entrar en la mía y no dos edificios más abajo. Me invitaron a cenar en casa de un amigo que vive en la Latina, pero temo a la marabunta. Aún escucho su siniestro runrún más allá de los cristales. Es un ejército de insaciables.
Es posible que lo narrado antes sea un efecto colateral y la culpa deba recaer en los controladores aéreos. Estoy seguro de que toda la masa que me callejeó hasta empetarme el barrio tenía planes de tioviverar lejos de mí, fuera Londres, París o Berlín.
De todas formas por esta época los centros de las ciudades me encantan, Madrid también.
Madrid en estas fechas puede vivirse de dos maneras pasando de todo e intentando ver la parte positiva de la marabunta humana que se extiende por la zona centro ( por lo menos se activa el comercio ) o huyendo hasta pasado el día 6 de Enero a la periferia , a tu casa… ,a la sierra, según te lo puedas montar , particularmente no lo soporto esta ciudad se convierte en un lugar imposible en las llamadas “fechas tan señaladas”.
Me gusta tomarme algo en el mercado de San Miguel que ha quedado bastante bien , pero ahora es prácticamente imposible lograr siquiera rozar la entrada ..Asi que hasta Enero en que volvamos a una minima cordura, si es que es posible “adiós Madrid que te quedas sin gente”
.Saludos .
“Cuando se intenta cruzar de acera en la Puerta del Sol los suertudos pueden lograrlo cerca del Mercado de San Miguel, los de la mala fortuna lo consiguen más allá de la Puerta del Ángel, al otro lado del río”, jajaja, me parto, ¡qué exagerado!
Y hablando de controladores y controladoras, supongo que habrás leído esto pero por si acaso te lo dejo: http://elventano.blogspot.com/2010/12/la-gran-putada.html y
http://laboro-spain.blogspot.com/2010/12/y-si-todos-hicieran-como-los.html
Ah!! y saca lo positivo de la situación (cuanta más gente más probabilidades de encontrar a alguien que te sorprenda) que últimamente sólo ves la botella medio vacía.
Lobo, estuve en el Mercado de San Miguel el pasado mes de agosto y salí huyendo de esa “pasarela”. Se perdió el mercado popular y mutó en una feria de las vanidades. Soy optimista o un iluso, espero que el tiempo ahuyente a los snobs y demás especies que lo poblan ahora y el mercado sea capaz de parecerse a un mercado. Salud.
Resulta fascinante leerte, tan distinto a los demás,
… que hacer con “los” que abarrotan el “mundo” ??