Roma miedo como negocio
Wednesday, 18 de August de 2010 por Ramón
Crucé la frontera blanca de Gregory Peck (el padre Hugh O’Flaherty) en la película Escarlata y negro y me adentré en los territorios terrenales de dios. Sentí la brisa, el olor a una santidad que no era la mía. Me acomodé bajo la sombra de una columna-escalera hacia el paraíso mientras que la mayoría de los que quedamos en Roma guardaba una cola mayúscula para entrar a la basílica de San Pedro. Pasé un buen rato allí, repantingado y meditando, pero el dios que está en todas las partes no vino a verme. Un listillo que vende trucos para saltarse la fila me informó de que dios está de vacaciones. Alcé la vista y observé la belleza embriagadora de la cúpula y el espacio abierto, el abrazo de las columnas de Bernini. Todo lo relacionado con la divinidad está diseñado para que el observador se sienta observado y minúsculo. En mi caso, me vino bien.
Pensé en los muchos negocios del miedo. El de las religiones, que viene el coco, el del comunismo (ahora, islamismo radical), el de los negociantes de la diferencia y de las armas que nos someten, el de los fascistas de bolsillo que aprovechan cualquier chispa para propagar un incendio vestidos de niño pijo sin valores ni complejos. El miedo es la cárcel inaceptable: miedo a perder el empleo, miedo a no poder pagar una hipoteca de usura, miedo a que no se levante, miedo a ser libres, miedo a fastidiarla, miedo a ser feliz, miedo a fracasar, miedo a un cabrón que se cree propietario de las mujeres. El miedo no tiene tiempo de rebajas, como las del Corte Inglés en las que se pueden comprar cosas innecesarias a precio de ganga. El miedo te lo venden completito y sin derecho a protesta.
Pues no señor, ese miedo no lo compro. No lo voto. Ese miedo lo tiro a la basura. ¿Valiente? ¿Suicida? ¿Inconsciente? No; es solo la edad que te suelta la lengua aunque debo reconocer que me cago de miedo desde que no siento (casi) miedo. Buona sera.
El miedo es un mecanismo de defensa. Sin temor a los peligros caeríamos a la primera de cambio.
Contigo, Ramón. Estoy contigo.
El miedo se compra, igual que se compra a los que ‘dan miedo’, se compra a los que ‘nos quitan el miedo’ (el caso de la ‘última’ de Naomi Klein, a mi me parece justamente eso)
Yo sentí lo mismo que tú en el British Museum viendo la exposición sobre Egipto, se asustaba con grandes, enormes mausoleos, gestas,… sonoras bandas sonoras del terror, todas ellas.
¿Miedo a qué? ¿A la muerte? ¿Quién ha dicho que sea peor que esto?
Para mi el ser humano, con excepciones…que por suerte las hay, apesta.
Misántropo ma non troppo…[todavía]
No sabría contar las veces que, pensando en el futuro, creí ir matando a una pequeña parte de mí mientras tomaba el sol sentada en las escaleras de la Piazza San Pietro, con la espalda apoyada en una de las columnas de Bernini (casi siempre la misma). Y todo por miedo, absurdo miedo….
Miedo a ser libres…………..
Tenemos que despertar y ver más allá de ese negocio infame que nos hace temblar las piernas…
Muchos lo consiguen.
Ya lo dijo Aristóteles, en el justo medio está la virtud, entre el miedo que sería cobardía y la imprudencia que sería temeridad estaría la prudencia. Lo difícil es vivir de forma prudente, de eso se trata de aprender, ¿no? La vida es un aprendizaje, el problema es que ha habido y hay muchas instituciones que educan tan mal…
Os dejo un poema de Benedetti titulado Preliminar del miedo, dice así:
Por sobre las terrazas alunadas
donde se aman cautelosamente los gatos
y los brillos esquivan las chimeneas
creo que nadie sabe lo que yo sé esta noche
algo aprendido a pedacitos y a pulsaciones
y que integra mi pánico tradicional modesto
¿cómo desmenuzar plácidamente el miedo
comprender por fin que no es una excusa
sino un escalofrío parecido al disfrute
sólo que amarguísimo y si atenuantes?
los suicidas no tienen problemas al respecto
deciden derrotarse y a veces lo consiguen
entran en el miedo como en una piragua
sin remos y con rumbo de cascada
son los descubridores del alivio
pero la paz les dura una milésima
tampoco los homicidas se preocupan mucho
limitan el miedo a una coyuntura
desenvainan la furia o aprietan el gatillo
y todo queda así simplificado y yerto
pero los demás o sea los que venimos
tironeados por la maravilla
y perseguidos por el horror
los demás o sea los compinches de la duda
los candorosos los irresponsables
los violentos pero no tanto
los tranquilos pero no mucho
los deportados de la buena fe
los necesitados de alegría
los ambulantes y los turbados
los omisos de la vanguardia
los atrasados de la vislumbre
ésos qué haremos con el mundo
sino asediarlo a escaramuzas
desmenuzarlo con las uñas
extinguirlo con el resuello
desmantelarlo a mordiscones
hacerlo trizas con la mirada
dar cuenta de él con el amor
estrangularlo.
Un abrazo sin miedo, Montse