Seguridad inteligente, dígame
Tuesday, 20 de July de 2010 por Ramón
El domingo vi un agujero negro. Cuando me acerqué se escuchó un ronquido. Los que transitamos por desiertos sabemos que no hay que preocuparse, es solo una soledad que se queja. Me puse a ordenar cartas, nada de letras de amor, sólo restas de banco. Entre una pila de dos meses descubrí un aviso de Correos. Era de mediados de mayo. A mano se escribía un remitente de susto: juzgado número dos de instrucción. Un mar pasó por la garganta de camino a otro desfiladero. Llamé a un amigo abogado que se recarga las venas de Asturias. Para tranquilizarme dijo: “Es un asunto penal, ¿has atropellado a alguien?”.
Dormí mal. No es que me viera en la cárcel, pero no daba con un solo motivo por el que tan ilustres señores o señoras tuvieran necesidad de mi. No voy a declarar aquí la lista de sospechas para no dar ideas a otros juzgados.
En la mala noche encontré el arranque de una novela que anhelo. Estaba allí, caído en el suelo, entre dos dunas que sonreían. Me llevé la idea al ordenador y allí está palpitando en espera de que lleguen las vacaciones para ensancharse.
Esta mañana fui a la Plaza de Castilla. En la puerta, policías de distintos cuerpos y tamaños hacían corrillos de lunes. Alguno fumaba. De los uniformes sobresalían las esposas. Una me guiñó el ojo de su cerradura.
El operario de la seguridad de acceso no era policía, sino una subcontrata privada con un más que posible sueldo basura. El tipo me hizo sacar el ordenador, los cables y el MP3. Pasé la mochila por el ojo de dios tres veces. El hombre-esmerado hallaba nuevos motivos electrónicos para blandir su autoridad: unas pilas, un aparato para escuchar que no uso porque hace tiempo prefiero no oír. También saqué las gafas por si en algún manual de instrucciones eran de destrucción masiva. Hasta cinco veces pasé la mochila por la boca del ojo de dios. El experto decidió quedarse con un adaptador de un enchufe americano. No me atreví a preguntar por las razones. Tenía miedo de que fueran de peso y no entraran bien en la mochila.
Subí al juzgado de instrucción numero dos dispuesto a confesar lo que fuera. Una amable funcionaria arregló todo en un santiamén. Era solo el sobreseimiento de una denuncia que puse a primeros de mayo cuando en un presunto restaurante japonés me duplicaron la VISA para solaz de un desconocido en Johannesburgo. Espero que al menos se alegrase con el golazo de Iniesta.
PD Hoy me ha nacido un segundo blog. Vive en las tripas del El País y se llama Aguas Internacionales. Espero que os guste.
Me río.
Enhorabuena por el nuevo blog y que tenga una buena andadura.
Saludos…
Los asuntos judiciales te llegan cuando ya ni te acuerdas, a mi me llegó una citación para trestificar siete años después de poner la denuncia…. y allí en Cádiz en la puerta de la sala, a la espera, nos vimos el denunciado y yo…. ¡un cuadro!.
Querido Ramón: lo seguiré con tanto interés como éste.
Abrazos,
Diego
Jajajajaja, ¡qué mal se pasa con esos papeles!. El mío decía que tenía que pagar una multa entre 30.000 y 600.000€, ¡horror, ¡si no puedo pagar!. Y soñé: me llevaban a la cárcel y luego contaba mi experiencia en un libro, salía en la tele y me hacía famosa y … jajajaja.
Al final ha quedado en una multa menor que hay que pagar pero… lo mal que se pasa.
Enhorabuena por tu blog. Ahora que tenemos más tiempo viene muy bien
Abrazos,
¡Felicidades por este segundo hijo nacido de entre el calor estival! Seguro que nos iluminará el pensamiento, como ya viene haciendo éste desde hace tiempo…
Sólo a ti se te ocurre ir a los juzgados con el ordenador…… Por razones que no vienen al caso, hace tiempo que llegué a la conclusión que la justicia tiene una vista de lince…los ciegos son sus ejecutores y arrimaos…
Por cierto…casi se me olvida…no se yo si la neurona que me queda me dará para otro blog de calidad….vamos a intentarlo