Nunca me sentí más honrado por un elogio
Saturday, 19 de June de 2010 por Ramón
Dos escritores
Por José Saramago
Se llaman Ramón Lobo y Enric González. Ejercen de periodistas y lo son de hecho, de lo mejor que se puede encontrar en las páginas de un periódico, aunque yo prefiero verlos como escritores, no porque establezca una jerarquía entre las dos profesiones, sino porque en la lectura de lo que escriben percibo emociones y defino sentimientos que, al menos en principio, son más naturalmente mostrables en una obra literaria de calidad.
A Ramón Lobo ya llevo algunos años leyéndolo, Enric González es un descubrimiento reciente. Como corresponsal de guerra, Ramón tiene la superior cualidad de colocar cada palabra, en su exacta medida expresiva, sin retórica ni deslizamientos sensacionalistas, al servicio de lo que ve, oye y siente. Parece obvio, pero no lo es tanto, sólo es posible hacerlo con un dominio excepcionalmente seguro del idioma que se utiliza, y él lo tiene.
De Enric González no era lector. Veía sus columnas en “El País”, pero mi curiosidad no era lo bastante fuerte para hacerme integrar sus escritos en mi lectura habitual. Hasta el día en que me llegó a las manos su libro “Historias de Nueva York”. La palabra deslumbramiento no es exagerada. Libros sobre ciudades son casi tantos como las estrellas en el cielo, pero, por lo que conozco, ninguno es como éste. Creía que conocía satisfactoriamente Manhattan y sus alrededores, pero la dimensión de mi equivocación se manifestó clara en las primeras páginas del libro. Pocas lecturas me han dado tanto placer en estos últimos años. Tómese este breve texto como un homenaje y una manifestación de gratitud para con dos excepcionales periodistas que son, al mismo tiempo, dos notables escritores.
(Esta entrada fue publicada el a las Agosto 26, 2009 en el blog El cuaderno de Saramago).
Y no es para menos! Si alguien como él dijera algo así de mi, me tendrían que recoger con cuchara.
Todo un halago viniendo de un hombre así…..
Me alegra saber que Saramago también sabía lo que yo ya sabía muchos años antes que él (por trabajo, os leo habitualmente, jeje, algunas cosas buenas que ha tenido esto de estar donde estoy).
Y vosotros dos, no lo sabíais? Ya, es que nosotros, vuestros queridos lectores, igual no os hemos dicho nada. Pero que sepáis que nos lo hemos dicho entre nosotros, vamos, más de una vez y más de dos. Y ahora de paso ya os lo digo para que lo sepáis. Que da gusto leeros, leñe! Ale, a seguir así. Y a seguir presumiendo, también, que para eso podéis. Besos.
Merecidos alagos aunque éste tiene un valor especial. Eres muy afortunado, Lobo.
¡Joder!, buena cosecha esta en tu egoteca… y de un Nobel nada menos.
haces bien Ramón, poque José jamás regalaba los oídos..
Una gran pérdida…y un gran elogio a alguien que se lo merece…es para sentirse orgulloso y más.
Abrazos
Una gran pérdida para nosotros, un gran halago para ti por lo que te dice y por quién lo dice y una gran satisfacción para mí descubrir que coincido con Saramago.
Un abrazo, Montse
Hoy la cultura está de luto.
Un grande, Saramago, hablando de otro grande, Ramón. A Enric no lo conozco.
Un saludo
Y por ese elogio a usted estamos aquí algunos.
A todo esto, y dado que el resto de la familiaa real se halla en Suecía poniéndose ciegos, y comprendemos su dificultad de volver a rendir homenaje al único premio Nobel residente en suelo Español: ¿será posible arrancar al Campechano I de la cama y de las botellas del club de alto standing para que vaya a visitar la capilla, o se ha esposado a la cama y tirado el trasponder y va ser humamanente imposible su asistencia, como ya ocurrió en el sepelio de Delibes?
Porque lo de esto último ya fue bochornoso. Cuando el entierro es en Madrid, como en el caso de Francisco Ayala, se dan de codazos por salir en la foto,. con asistencia del campechano, FelipeGump, La Lety y ZP, pero en cuanto tengan que que desplazarse más de 20 km de la capital, que vaya el Tato, o lo más a mano que tengas, que en el caso de Delibes fue la Sinde.
ES que hasta la prensa más genuflexa, babosa y servil con el monarca -o sea el 99% de la prensa “seria” de este país- ha mostrado su extrañeza ante la ausencia de los fastos suecos de Juanito Fiestas,siempre atento y siempre alerta, como Torrente, a cumplir con sus deberes de representación de la Patria.
[…] la boca del lobo Nunca me sentí más honrado por un elogio Junio 18, […]
[…] Cuando fallece alguien -a quien admiras o simplemente te cae muy bien- sueles recordar afinidades. Conozcas o no al ilustre desaparecido. En mi caso -sin conocerle- compartíamos gusto por Enric González y Ramón Lobo: […]
Reconozco que mis dos lejanos intentos (“Memorial del convento” y “La balsa de piedra”) de conectar con la narrativa de Saramago se saldaron en fracaso. No me sedujo ninguna de esas dos novelas, y ya dejé de intentarlo. Igual ahora vuelvo sobre cualquiera de ellas, o sobre otra obra del portugués, y se rompe el hielo. Lo más seguro es que no: qué le vamos a hacer. Cuando uno no es capaz de encontrar admirable algo que cuenta con la bendición mayoritaria de la crítica y un seguimiento apasionado por parte de un sector de público no precisamente lerdo, sea en literatura, música o cine, no hay que darle demasiadas vueltas. No está hecho para tu longitud de onda. Puede ser magnífico, pero no es para ti. Hay gente que se pone histriónicamente a la contra de aquello que no puede disfrutar y, en consecuencia, hay “antisaramaguistas” furibundos. Absurdo.
En el aprecio o no aprecio por la obra de Saramago pesa además, y pesa lo suyo, la identidad u oposición que muchos encuentran o intuyen en las posiciónes cívicas e ideológicas de las que el escritor no se apeó en toda su vida y las convicciones propias. Supongo que eso se diluirá con el tiempo y ya no habrá, con este autor, filias sobreactuadas y fobias automáticas. Cada uno se pronunciará conforme a la gratitud por las horas de placer (si la literatura no es placer no es absolutamente nada) que te ha regalado el autor.
Saramago fue grande, no me cabe duda, porque lo encontraba grande muchísima gente nada sospechosa de otra cosa que de tener un excelente gusto para los libros. Y los elogios de un grande son para enmarcarlos y enorgullercerse de ellos. Así que razón le sobra a Lobo para sentirse más que honrado por la estima de uno de los autores sobre los que no se puede pasar de largo para evaluar la mejor narrativa del último tercio del siglo XX.
Estoy de acuerdo con lo que dices Alfonso. A mi me pasa algo paracido. Sólo he leído Memorias del convento y me gustó mucho. No he leído más. Quizás sea porque intuyo (por lo oído sobre los demás libros) que no me van a gustar. A lo mejor son prejuicios pero hay tanto que leer y tan poco tiempo que, a partir de una edad, una tiene que decidir “qué no va a leer” aunque vaya a contracorriente de los demás. En cualquier caso, tener una crítica buena de alguien bueno, tiene que dar mucho gusto. Enhorabuena pues, Sr. Lobo.
Por esa nota fue que llegué a la boca del lobo. Saramago me remitió a un gran periodista, y por eso le debo mucho. Felicitaciones a Ramón, agradecimientos a Saramago.