Comunismo, oportunistas, guerras y Tito
Tuesday, 4 de May de 2010 por Ramón
Apenas queda nada de Yugoslavia, el país que supo nadar entre dos mundos enfrentados durante la Guerra Fría. No queda Estado en cualquiera de sus manifestaciones ni idioma común. Aunque serbios, croatas y bosnios hablan la misma lengua, el serbocroata, hoy se empeñan en afirmar que son tres idiomas diferentes: castellano, andaluz y extremeño (es un ejemplo y una broma). Uno de los divertimentos de los adultos en Zagreb después de las guerras de los noventa era comprobar qué palabra se habían inventado los nacionalistas creativos para enseñarla a los niños en la escuela.
De esa Yugoslavia presuntamente autogestionada, que tanto atrajo a la izquierda que gustaba combinar libertad y socialismo, sólo permanece la memoria de un tiempo mejor entre los más ancianos, que vinculan la figura patriarcal de Josip Broz Tito, a la ausencia de guerra y carestías económicas, a los viajes y a la libertad de usar vaqueros made en Occidente.
Recuerdo Maglaj en marzo de 2004, cuando fui junto a Bruno de AFP uno de los primeros periodistas extranjeros en entrar tras meses de cerco. Allí, un jubilado llamado Mehmed que jugaba con un reloj en el que cada medio minuto se aparecía la figura de Tito, me respondió a la pregunta de si le echaba de menos. “No, yo lo único que echo de menos es la paz”.
Ayer se cumplieron 30 años de la muerte del hombre que gobernó durante 35 con puño más o menos de hierro un país imposible con seis nacionalidades, varios idiomas y tres religiones y que fue inventado por etapas tras el hundimiento de dos imperios, el Otomano y el Austrohúngaro. Diez años después de su muerte el 4 de mayo de 1980, su obra saltó por los aires devorada por los nacionalismos serbio y croata, y sobre todo por el odio acumulado y el miedo de la gente. Una historia compleja y dolorosa en manos de políticos ambiciosos e irresponsables como Franjo Tudjman y Slobodan Milosevic provocó decenas de miles de muertos y heridos y millones de desplazados y refugiados.
Cuatro guerras -Eslovenia y Croacia (1991), Bosnia-Herzegovina (1992-1995) y Kosovo (1999)- borraron con sangre el legado de un hombre que más que un visionario o un estadista resultó ser un gran actor capaz de crearse una imagen en el telón de acero, otra en Occidente y una tercera en casa. Y sobrevivir a todas las contradicciones. Su país, en cambio, no sobrevivió a las suyas.
Odios latentes desde la Edad Media (esencial el libro de Ivo Andric, Un puente sobre el Drina, ahora traducido directamente del serbocroata) y, sobre todo, de la ocupación nazi en la II Guerra Mundial (La piel, de Curzio Malaparte), fueron más fuertes que unos vínculos más propagandísticos que reales y eficaces.
Muy interesante la serie de Martin Bell en la BBC y, sobre todo, las declaraciones que recoge de Raif Dizdaravic, ex partisano con Tito y ex ministro de Exteriores yugoslavo, quien culpa del desastre a la Constitución de 1974 y la falta de una reforma económica. A la crisis le siguió el nacionalismo y el oportunismo. Recuerdo en Kosovo en 2008, poco antes de su independencia, la historia del psiquiátrico de Shtime, al sur de Pristina, lo único físico que quedaba de aquel sueño panyugoslavo: un barco a la deriva cargado de personas olvidadas.
Treinta años después del fallecimiento del mariscal Tito, su figura en los Balcanes se ha reducido a unos debates entre historiadores, una moderada titomanía en Sarajevo, símbolo de aquella unidad plurinacional y víctima de ese cuento, una página en Facebook titulada Por qué 30 años después de la muerte de Tito, Yugoslavia sigue viviendo en nosotros y un aumento significativo de las visitas turísticas a La Casa de las Flores, en Belgrado, donde está enterrado.
El mausoleo hasta hace unos años abandonado por una Serbia que considera a Tito el principal enemigo de su nacionalismo es una prueba de que los tiempos se mueven, aunque muy despacio. Ahora se muestra limpio y atractivo porque esa Serbia que trata de salir del túnel de las cuatro guerras balcánicas (empezó todas y las perdió) ha descubierto el turismo y el dinero, y a los turistas les atrae la figura de Tito, el gran actor, el hombre que supo guerrear como jefe de los partisanos contra los nazis y cautivar a los británicos por su antiestalinismo pero que no supo construir un país.
Yugoslavia ya no existe. Quedan las canciones de una época y algunas películas, miles de libros y una sensación colectiva de vértigo, fracaso y derrota. Ahora todos miran a la Unión Europea (ya entró Eslovenia) como salida económica y política, un espacio mayor que diluya unas fronteras por las que se libraron tantas batallas. El puente sobre el Drina en Visegrado permanece como símbolo de un pasado que es parte del futuro.
(Este texto, ahora ampliado y linkeado, se publica hoy en El País). Me gusta esta canción: Miss Sarajevo.
Me dan miedo los nacionalismos de todo tipo, incluso los moderados, necesitan de agravios para poder sobrevivir, se retroalimentan e incluso inventan razones con tal de no sucumbir, llegando a modificar el lenguaje para acentuar las diferencias (no tenemos que ir a la ex-Yugoslavia, en Cataluña se enseñaba hace unos años que si hay palabras aun siendo catalanas que se puedan confundir con las castellanas pues que se utilicen las que tengan mayores diferencias, caso de “esta” y “aquesta” creo recordar). No quisiera centrarme en el nacionalismo catalán, tampoco me gusta el nacionalismo andaluz por más andaluz que me sienta y defienda siempre los intereses de Andalucía, pero no a costa de los demás.
Habitualmente el nacionalismo más patético (y el más influyente desde siempre) es el español, pero bueno…
Muy interesante el artículo, trata un tema que aún no he leído en profundidad pero que me interesa hondamente. Por no conocer lo suficiente me ahorraré opiniones, pero sí puedo comentar que un amigo mío estuvo en Serbia un tiempillo y palpó cierto miedo -más bien entre miedo y resentimiento-. Me comentó que muchos de los chavales que conoció (eran universitarios) estaban dispuestos a ir a una supuesta guerra con Albania dado el caso.
La verdad yo no sé mucho del tema, me apunto la recomendación de “Un puente sobre el Drina”, también me han recomendado “Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina o Justicia para Serbia”, de Peter Handke.
Bellísimo post sobre ese país desaparecido que hemos amado tanto.
Handke no te va a aportar nada y menos ese libro parcial. Quizá te sirva leer esto: http://www.elpais.com/articulo/internacional/catarsis/acabar/elpepiint/20080204elpepiint_2/Tes.
Escrtor serbio muy interesante: Vlada Arsenijevic
Mi primer intento de periódico fue durante la guerra de los Balcanes, tenía aproximadamente 12 años y mi primer “artículo” fue sobre Tito, como os podeis suponer no sabía nada acerca de él, y el unico impulso y motivación que tenía era colaborar con la causa y recaudar fondos para los refugiados. El peródico, aunque hecho en casa y grapado uno por uno, fue un éxito. La recaudación fue de 100.000 pesetas de entonces, su precio la voluntad.
Me ha gustado su post.
El recuerdo de un tiempo mejor no se limita ni mucho menos a los más ancianos, sino a cuarentones y cincuentones que sin ningún empacho comentan cómo en los 70 y principios de los 80 vivían en Yugoslavia mejor de lo que se vivía en España.
Tito fue un líder carismático que presumía ante sus conciudadanos de sus relaciones con las bellas actrices de Hollywood, e incluso de haberse ido de algún hotel de lujo parisino sin pagar la factura. Consiguió convencer a gentes muy diversas de que merecía la pena construir un proyecto común, pero tras su muerte el sueño se convirtió en pesadilla gracias a las artes de unos políticos oportunistas y demagogos que cambiaron la corbata del socialismo por la del nacionalismo excluyente de la noche a la mañana. El “odio acumulado” y los “odios latentes desde la Edad Media” que se mencionan en el artículo fueron los resortes que los nacionalistas utilizaron, pero no la causa del desastre. De cualquier forma no era odio, sino miedo generado a base de la exageración, la falsedad y la demagogia.
Yugoslavia sigue existiendo, en el corazón de millones de personas, en buenas y malas costumbres heredadas del sistema socialista, en la arquitectura, el arte, el imaginario común. Incluso en pasaportes válidos todavía en Serbia, o en los indicativos de país de algunos coches. Es más, Yugoslavia ha renacido de sus cenizas en el baloncesto, y la Cibona de Zagreb perdía la NLB League hace un par de semanas en un final de infarto ante el Partizan de Belgrado.
No voy a entrar en el debate lingüístico, pero el serbocroata ya no existe como idioma oficial en ningún país, cada uno llama al suyo por su gentilicio, incluso en Montenegro se habla “montenegrino”. En cualquiera de estos idiomas, como en español, extremeño o andaluz, Josip Broz Tito se llama así, sin más. Josipa Broza Tita no es más que la declinación en genitivo.
Me ha gustado tambièn su post: me dan miedo los nacionalismos, TODOS, a empezar por los nacionalismos de campanario, que cada pueblo puede parir.
Bueno, el nacionalismo español es de los que más detesto…. no había puesto anda antes pero si tuviera que hablar de los nacionalismos que no me gustan no pararía…
Ramon, el post meva muy bien y en un muy buen momento. El domingo me voy a Dubrovnic. No he estado nunca y la historia de esta zona no sé casi nada. Como siempre gracias
Miguel: Aquí decimos Josip Broz Tito; allá, Josipa Broza Tita. Pero en el fondo da igual, las palabras sólo sirven para entenderse o para intercambiar diferencias.
Para Carles: maravilloso Dubrovnik y si puedes leer a Andric antes, mejor. Intenta Visegrado (Visegrad, como dicen ellos)
😉
Dubrovnic (o Ragusa, creo) es una ciudad que ya me interesó en tiempos de Tito, vi un programa en televisión allá por los 80, de Luis Pancorbo (otros pueblos)y me quedé prendado, aunque creo que sufrió muchoas destrucciones por la guerra; tengo que ir para allá, y ver además Split, Zadar y otras ciudades dálmatas, de Visegrad no tengo referencia.
Aunque no tenga nada que ver, ¿cúando piensa mandar El País una enviada especial a Grecia?… Joder, ya toca, ¿no?
Gran Ramiro Villapadierna me corrige también:
“Querido Reimon, como paso mis ratos leyéndote me siento en la obligación de cooperar en lo poco que sé y, aunque puertas afuera carece de importancia, tal vez pueda completarte saber que la fórmula que empleas para Tito (Josipa Broza…) es en genitivo, por ejemplo para “la Yugoslavia de Tito” o “la tumba de Tito”, pero el nominativo es como lo ves comunmente: Josip Broz ‘Tito’
un gran abrazo desde el Este del Rín
Dos correctores (el otro es Miguel) obligan al cambio. ¡Gracias!
Por parte… soy traductor de bosnio/croata/serbio y me saca de quicio que la gente hable sabiendo más bien poco o nada…
No estoy en absoluto de acuerdo con varias opiniones, cuestiones de nomitativo o genitivo a parte.
Veamos, por mucho que nos guste, Un puente sobre el Drina (realmente debería ser El puente sobre el Drina, como lo traducen al catalán o al gallego) es una obra de ficción. Andric utiliza las anécdotas para ficcionar la intrahistoria. Hay hechos históricos, sí, pero ficcionados y en muchos aspectos parciales que además deben ser adaptados a la realidad actual, por ejemplo, el uso del término “turco” que en el momento de escribir la obra (publicada en el 45) tenía unas acepciones hoy no aceptadas. Desconozco como será la traducción “directa” pero no tengo muchas esperanzas.
La titomanía en Sarajevo es igual que en Belgrado o en Zagreb. Tal vez Eslovenia sea el caso más especial. En Sarajevo hay un café que se llama Tito… nada más. En Belgrado hay un café llamado SFRJ… No es Sarajevo más titista que Split… solo que la nieta de Tito, Svetlana Broz permitió que se explotase el nombre y la imagen de su abuelo en Sarajevo. Ahí toda la “titomanía” sarajevita (y lo digo con conocimiento de causa, vivo en Sarajevo a 250 metros de ese café).
Pero lo que realmente me molesta e incordia son las comparaciónes España – Yugoslavia… como las del comentario #1. Vamos a ver, ni en Galicia, ni en Cataluña, ni en el País Vasco se “persigue” o inventa nada… seamos serios. Se escandilzan de lo que diga Carod Rovira… pero se olvidan de un detalle muy, muy importante: todos los caudillos de los 90 (excepto Izetbegovic) tuvieron cargos durante el régimen comunista. Mejor no mencionar en España en que partidos están los “herederos” de la dictadura o al nacionalismo español.
Sobre el croata, las invenciones léxicas… tampoco es cierto. Existe una diferencia histórica entre la codificiación del croata durante el s.XIX y la del serbio en ese mismo periodo. Desde la declaración de Novi Sad (1955, creo, que marcaba la política lingüística yugoslava) el serbocroata acercaba los dos estándares históricos serbio y croata, prefieriendo la pronunciación croata y el léxico serbio… nadie inventa ni inventó nada, ni en Cataluña ni en Croacia… Y si hubo adaptaciones de los estándares, la mayor modificación legal la aportó la constitución serbia de 2006, artículo 3…. sobre la lengua oficial…. en fin… siempre hay que criticar al “nacionalismo” menos al propio.
Sobre Visegrad: no hay nada, excepto el puente en este momento en obras….
¿Por qué no menciona, sr. Lobo, el gastó en reconstruir el de Mostar…. sin que haya servido de nada para la reconciliación?
En fin….
Dudo mucho, muchísimo, que la traducción de RBA aporte nada… en serio.
Otro detalle. Dubrovnik y Ragusa no son lo mismo. Dubrovnik es la ciudad, si se apura, el “intramuros”; Ragusa era la república de corte veneciano que perduró hasta Napoleón.
Sobre Handke… el libro es parical como cualquier otro…. pero la traducción al castellano (edición de Círculo de Lectores) deja perlas del tipo “el principe Gavrilo” en lugar de Gavrilo Princip, que asesinó al archidque en Sarajevo…
Estuve en el funeral de Milosevic, trabajando, y su discurso allí no fue tan agresivo como se publicó luego… ¿problemas de traducción tal vez?
Por cierto, Handke será poco neutral… pero en la citada obra deja a El País, sr. Lobo, a caer de un pino… ¿influirá eso?
¿Herman Terstch en El País era neutral?
Lo mejor del artículo de El País, es el mapa. Parece que Bosnia ha perdido su salida al mar, y nosotros sin enterarnos.
Tiene una minúscula en Ploce, que tal vez no se vea en un mapa tan pequeño.
Vaya, la costa bosnia (mejor dicho, hercegovina) es de 24,5 km y no esta en Ploce (Croacia) sino en Neum… Sr. Lobo, simplemente diga la verdad, no pasa nada… el mapa de El País no hay por donde cogerlo… y no solo por la costa (que si se ve en cualquier mapa, para eso están a escala) sino porque las fechas están mal, la división de las entidades está mal, no existe la “Federación Croata Musulmana”… vamos, una chapuza de tomo y lomo….
No estoy de acuerdo con su vision de Josip Broz Tito. Lo describe Usted como un hombre que supo nadar entre los dos bloques o algo asi! Pues muchos en Serbia lo vemos como el iniciador de la desintegracion yugoslava al potenciar la division tribal (lo digo asi porque nadie me quita argumentos que somos un pueblo de diferentes credos religiosos, algo explosivo en esta zona del mundo), inventandose nuevas naciones como la musulmana (es el unico caso en el mundo que creyentes musulmanes fueron denominados como nacion aunque hablaran la lengua serbocroata), montenegrinos y macedonios, dividiendo a Serbia en tres partes y dejando a las demas republicas intactas. El creo las “defensas territoriales” en cada republica, una especie de ejercitos locales, nucleo de las milicias paramilitares en la guerra de la desintegracion. Su sistema politico fue nefasto e ideado para destruir un maravilloso pais! Y que decir de su dictadura, delicto verbal y la patetica y demagogica politica economica que vivio de enormes creditos internacionales como ayuda por su enfrentamiento con la URSS.
Me apunto muchos de los títulos que mencionas. Y te recomiendo uno: kino comunista
Me hubiera encantado haber conocido Yugoslavia y compararlo con los Balcanes actuales. Supongo que usted habrá tenido esa suerte. Allí todos recuerdan con tanta melancolía a Tito a aquellos años donde la economía les iba bien, que hasta yo tengo nostalgía de Yugoslavia.
Tito supo dominar un país con mano de hierro, no “más o menos”, liquidando a los fascistas, alemanes, nacionalistas o separatistas croatas sin miramientos y sin distinciones.
Solo hay que buscar información sobre las fosas comunes, minas abandonadas o las “foibes” en Istria, llenas a tope de restos que muestran que ese hecho es irrefutable. También implemento su propio archipielago Gulag para opositores.
[…] episodio la liberación de los países bálticos de la dominación soviética en los noventa y la guerra yugoslava, que germinó sobre la sangría y los símbolos de los […]