El viaje del periscopio
Saturday, 24 de April de 2010 por Ramón
Arrastro un problema colateral desde hace algo más de una semana: me he tragado un periscopio y no sé bien dónde está ni a qué se dedica. No es demasiado grave: se trata de uno minúsculo. Me preocupan las consecuencias legales tal y como está el patio porque los periscopios son muy suyos y no tengo ni idea qué estará observando en o desde mi interior. Si fuera uno de última generación el asunto podría ser extremadamente grave. Quién sabe lo que andará filmando y grabando sin orden judicial: intimidades confesables e inconfesables, redes de espías de andar por casa o redes que se forran hasta el bigote.
Todo comenzó con una nueva visita al dentista. Esta vez pedí hora con la madre, a quien llamaremos M. Estaba decidido como anuncié en un post anterior. Necesitaba huir del hijo, víctima de mos miedos de mi irresponsabilidad, con quien tuve una experiencia más tragica que cómica. Fue un trago informarle por teléfono que había decidido abandonarle para siempre y me lanzaba a las expertas manos de su progenitora. El hombre reaccionó con entereza y educación, pero en su voz había amargura: “He hecho lo que hubiera hecho cualquier dentista. Trajiste la muela en muy malas condiciones”.
La madre me volvió a poner el algodón cargado con las armas químicas que nadie supo encontrar en manos de Sadam Husein y lo cubrió con un empaste provisional como había hecho E. días antes. Para conseguir que la muela respirarse y no se formaran allí todo tipo de gases capaces de cabrear al trigémino (con el resultado conocido de ver las estrellas) incorporó el periscopio al operativo: un tubito que parecía un muelle al tacto de la lengua. Duró poco, pues me lo tragué ese mismo día en un chino.
Este hecho ha dado para mucha chanza enre amigos explícitos y también para ciertos desvaríos escatológicos. A veces noto el periscopio posado como un submarino en las curvas del intestino revisando cada alimento que trago para chivarse después a la endocrina que trató de asesinarme hace un año con unas pastillas suicidas. O más abajo, a la derecha, tomando mediciones del vodka alojado en mi hígado; o hacia adelante comprobando si los centímetros de los que se presume son tales; o hacia atrás y al centro buscando una salida a la vida.
En estos días turbulentos ha sido más fácil ser periscopio tragado que pasajero de aerolínea preocupada por su cuenta de resultados y no tanto de la seguridad aérea. ¡Con el precio de los aviones! Me gusta este gráfico ingenioso robado a Nacho Escolar; y mucho, como siempre, la certera visión de El Roto.
Falta Europa, que los lídercillos que la dirigen, bien en Bruselas, bien en las capitales, tengan agallas (sirve pelotas para ellos) de dar pasos hacia una verdadera unión política. Faltan sueños y visión y sobran mercaderes. ¡Dios, lo que da de sí un periscopio!
Me río. “Viaje alucinante”
Saludos…
Sí, lo del periscopio da, como dice paloma, para un remake de “Viaje alucinante”, o para un buen documental del National Geographic. También ser portador de un periscopio creo que es una ventaja impagable para el periodista que quiera, de cuando en cuando, desfogarse lanzando unos torpedos. Y ya para el torpedeador compulsivo (que no es el caso de Lobo, afortunadamente)…
Hablando de cine, ese dentista empieza a parecérseme al personaje de Laurence Olivier en “Marathon Man”. No le dejaría arrimarse a mis piños así fuera el último y único dentista sobre la faz de la Tierra. Espero que ni él ni su señora madre sean lectores de este blog, por el bien y la salud de Lobo.
Sería interesante decir que el volcán emite otras partículas más perjudiciales a nivel de Efecto Invernadero (SO2, HCl, NH3, H2S, HF) además del CO2. http://www.sepa.org.uk/about_us/news/2010/volcanic_ash_cloud.aspx
El cuadro está pillado por los pelos, porque reducirse a las emisiones de CO2 es quedarse corto de miras, ya que las emisiones de CO2 se pueden “compensar” con la plantación de organismos fijadores de CO2 y las emisiones de las otras partículas, no se pueden compensar con nada.
Lobo, al menos no entró por la puerta trasera…
Vicente: el problema es que el martes regreso y no sé por dónde lo buscarán… 😉
Me río again. Esos dentistas a los que vas te hacen unas cosas muy raras. ¿Seguro que son dentistas?
Saludos…
Ramón, relájate y disfruta…
[…] la capacidad de autocrítica, de reconocer errores de apreciación. Regresé al dentista con el periscopio en paradero desconocido y no se produjeron, como me augurabais los malpensantes, búsquedas […]
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