Buscadores de tesoros en la calle de los Milagros
Friday, 12 de February de 2010 por Ramón
Al atardecer, cuando el sol afloja sus calores, cientos, quizá miles, de haitianos escarban en los escombros de las casas derruidas, martillean hierros retorcidos y hojalatas varias y se llevan puertas, contraventanas, cañerías, tubos y clavos. Todo lo que pueda ser vendible o aprovechable. Es el negocio de los desesperados. Algunos corren un riesgo enorme al deslizar su cuerpo en los agujeros que dejaron las columnas torcidas de una tienda de electricidad en Dessalines esquina con la calle de Los Milagros. Tal vez sea el nombre lo que les estimula porque el premio es bien pobre: un puñado de apliques nuevos para enchufes. “Puedo vender cada uno a 10 gurdas [dos dólares haitiano; unos 16 céntimos de euro]”, dice Sony, padre de tres hijos y vecino de Cité Soleil, el barrio más pobre de la ciudad más pobre de América Latina. “Sé que se puede caer todo encima pero necesito el dinero”.
Es difícil decir si estos buscadores de tesoros, mineros en la miseria absoluta, son saqueadores o una forma diferente, con un cierto ánimo de lucro personal, de ordenar una ciudad aplastada por un terremoto brutal. No hay policía haitiana que los espante. Ni cascos azules de la ONU. Ni marines estadounidenses. Todos están encerrados en sus cuarteles pontificando sobre la inseguridad.
El centro de Puerto Príncipe, cuando el calor afloja y las humedades se vuelven tolerables, es un hervidero de buscadores de esperanza, de que los dólares hurtados hoy a la desgracia se conviertan en comida para mañana.
Cerca del cine Capitol, un hombre llamado Cadeaux Gesner introduce tubos rotos en un bolsa de plástico. Sus movimientos parecen cansados. No se arriesga a escalar por la montaña de cascotes de lo que fuera la escuela tecnológica Sainte Trinité porque sus 55 años le pesan como si fueran el doble. “Sólo me llevo tubos blandos para poder encender fuego en casa”, dice. Del cinto le cuelga un martillo de albañil enfundado en una cartuchera de cuero. Es su pasado.
Continúa en Cuadernos de Haití en la edición web de El País.
Lobo, no deja de haber poesía en eso de la callle de Los Milagros o quizás sea la guasa del destino. Si fuera creyente, hasta podría pensar que Dios tiene sentido del humor. Cuídate. Salud.
Es muy sencillo escribir frases hermosas sobre sitios igual de bellos. Pero se necesita pasión por lo que se escribe para sacar estas lineas de un sitio como es Haití en estos momentos.
Señor, desde que leí Isla África me he convertido en su fan. No dejo de leerlo y usted no deja de asombrarme.