Cuando viajar en tren es viajar con H. G. Wells
Tuesday, 5 de January de 2010 por Ramón
Los horarios ferroviarios en Italia son tan aleatorios como las señales de tráfico. Se establece una hora de salida porque así lo mandan la buena educación y la costumbre, y para que el pasajero pueda organizarse con los taxis, metros y autobuses que le llevan a estación. Los ferrocarriles italianos se esfuerzan en ofrecer por megafonía todo tipo de explicaciones sobre los motivos del retraso. Se anuncian como las buenas novelas, poco a poco, sin desvelar el final (la magnitud de la espera). Un buen escritor de discursos lograría material, no tanto por el fondo sino por la forma: el arte de no decir nada con muchas palabras.
Estos italianos tienen un gran sentido de humor y mejor estrategia comercial. La empresa Trenitalia llama tren de alta velocidad al Eurostar, una versión mal cuidada del AVE y el TGV. El mío partió de Roma con 36 minutos de retraso y llegó a su destino con casi dos horas sobre el horario previsto. Por supuesto no existe política de devolución del precio del billete ni llegando al mes siguiente de la fecha prevista. El presunto tren de alta velocidad circula despacio en la mayoría de los tramos y se detiene en lugares insólitos donde nadie sube ni baja porque es campo o túnel. Cuando el tren se para por tercera vez, una voz dice: “Tenemos una avería en la máquina y la estamos reparando.
No menor resulta la aventura de sacarse en billete por Internet. La pagina web de Trenitalia es bastante más complicada que la de Renfe, que ya debe ocupar un puesto altísimo en la clasificación mundial de las webs incomprensibles y con un pésimo servicio. Tras superar un tortuoso camino en el que el candidato a cliente en Italia obtiene un usuario aceptable para el webmaster y recibe la contraseña por correo electrónico, llega la sorpresa: el proceso se bloquea de manera sospechosa después de pagar.
Al llamar por teléfono a un servicio de atención al cliente, que también permite obtener el billete, la operadora informa al candidato a cliente de que no puede pagar con ninguna de sus tarjetas de crédito porque no son italianas. Una genialidad local. Las alternativas son dos: una buena hora de cola física (el concepto de fila india tampoco funciona bien) en la estación de Termini o un amigo italiano que abone con su tarjeta y acepte tus euros.
Tan dados a la queja se nos olvida que España tiene unos trenes eficaces, rápidos y puntuales. Es una de las muestras del gran cambio desde 1986.
Italia es un país maravilloso y con un pasado tan abundante y extraordinario que no necesita esmerarse en el presente ni pensar demasiado en el futuro. No importa cual sea éste, allí estará Berlusconi o un imitador
Que gran razón tienes Ramón. En España nos hemos acostumbrado demasiado a despotricar sobre lo que tenemos. Los trenes españoles son eficaces, las carreteras y autovías también a pesar de lo mucho que hay que mejorar.
Como muchos españoles crecí pensando que al norte de los pirineos ataban a los perros con longanizas hasta que me mudé a los extraordinarios y mega-eficientes países nórdicos (en concreto Noruega). Allí me encontre con que el proveedor de Internet también tarda unas semanas en instalarte la conexión, las carreteras son como las comarcales en España hace 40 años, que el famoso “mañana, mañana” (que misteriosamente es una expresión que conocen muchos noruegos) no es de ibérica exclusividad, que para sacarse el permiso de residencia habilitan una única comisaría que abre de 8 a 11 de la mañana (en una ciudad como Oslo, donde el 25% de la población es inmigrante), un país donde te multan con 500 coronas (unos 65 €) por aparcar a una distancia de 4,54 m de un paso de peatones cuando la distancia mínima son 5 metros ( y sí, los policías de tráfico llevan metro) y donde un buen día por desgracia descubrí que si te caes de la bici de noche y te abres la cabeza a 200m de un hospital de las afueras la respuesta que recibes es : “ah, para urgencias nocturnas está el hospital de Grønland (en el centro), puedes llamar a un taxi que te lleve”.
En fin, que España tiene sus absurdeces desesperantes, pero no tantísimo más que el resto, como siempre nos han hecho creer.
Esto me ha recordado un post pendiente de Renfe…
Por cierto, creo que es H. G. Wells
Estoy con spansk, la queja parece ser el deporte nacional y si a eso añadimos el complejo de inferioridad que hemos tenido y tenemos con respecto al resto de Europa pues … a despotricar se ha dicho. No obstante, luego andas un poco por ahí y ves que no hay tanta diferencia, que en ningún sitio atan los perros con longaniza. De todas formas, este conformismo suena un poco a eso de “mal de muchos consuelo de tontos”, no creéis?
Saludos, Montse
Corregido, Rose. Grazie mile
A mí los trenes italianos también me hacen mucha gracia…Son tan conscientes de su situación que los carteles de las estaciones ya incluyen por defecto la casilla donde estiman el retraso de cada tren. Eso es adaptación.
Ratifico reflexión de que Roma fue en el pasado tan importante, que poco le importa el presente… pues a mi hija y a mí nos ocurrio algo se mejante a lo de las tarjetas de crédito. Mi hija rstudiaba historia del arte, que como en España sabemos, está, o estaba, dentro de Geografía e Historia, y cuando pedimos una entrada de estudiante para acceder al Coliseo, nos dijeron que nanai, que si el carné de estudiante no ponía que era de la facultad de Historia, rama de arquelogía, no te daban la entrada reducida. Pero, es más, cuando exigimos hojas de reclamación, se sorprendieron y nos preguntaron, qué era aquello, que si queríamos reclamar, que fuésemos a la embajada o a su Ministerio de Cultura. ¿Esta es con la Europa que nos hemos de ver?
Ramón, creo que todo fue por el cambio en 1982, y no en el 86 como dices.