Por qué se pierde una guerra
Monday, 9 de November de 2009 por Ramón
“Decir los talibanes es una simplificación. Cuando se combate a una simplificación se pierde la guerra. (…) En Afganistán hay cuatro tipos de insurgencia que se financian con el comercio del opio. (…) En muchas zonas rurales no hay presencia del Estado y la gente se fía más de los insurgentes que de las autoridades de Kabul y las tropas extranjeras. Los talibanes son inteligentes, han aprovechando nuestros errores, el último el desastre de las elecciones. (…) Sin un Gobierno respetado por los afganos toda estrategia, nueva o vieja, acabará en desastre”. Estas son algunas de las frases de un experto en asuntos de seguridad que pide el anonimato.
No existen cifras precisas, pero el Ministerio de Interior afgano asegura que lo que los talibanes representan una fuerza de unos 40.000 hombres. En frente hay otra con armamento moderno liderada por EEUU y la OTAN de mas de 100.000, de ellos 68.000 estadounidenses, 9.500 británicos y 2.830 canadienses, los únicos que combaten y sufren por ello la mayoría de las bajas. Esta segunda fuerza, en teoría superior, está en serias dificultades desde 2007. La propuesta de los generales norteamericanos es incrementar en 40.000 la fuerza y concentrarla en los núcleos urbanos. Barack Obama ha mantenido ocho reuniones con su equipo nacional de seguridad pero aún no tiene un plan para ganar la guerra.
“Será un Gobierno más débil. Le falta legitimidad. El presidente [Hamid Kazai] ha sido nombrado por la Comisión Electoral Independiente. No se ha celebrado la segunda vuelta y la corrupción es un grave problema, pero si se mira de dónde venimos desde 2001 se puede afirmar que se han producido grandes avances”, dice un alto funcionario de la presidencia afgana que también pide anonimato. Sostiene que la clave de cualquier nueva estrategia es que los afganos perciban que es su Gobierno el que dirige las operaciones militares, y no los extranjeros.
“Hay una generación joven que está fuera del gobierno del país y cuyo objetivo es marcharse a trabajar a otro”, dice el experto de seguridad. “Quizá Occidente debió haber vetado los candidatos relacionados con el pasado, prohibir a los señores de la guerra, pero esto es muy difícil porque aún tienen mucho poder. Son los que nombran gobernadores, jefes de policía, jueces. Las elecciones legislativas de primavera son una oportunidad para cambiar parte de la clase política, pero en este clima soy pesimista. Sucederá lo mismo que en las presidenciales”.
El principal grupo insurgente en Afganistán son los talibanes. Surgen en 1994 y apenas dos años se hacen con el poder expulsando a los señores de la guerra muyaidines. Son pastunes, la etnia mayoritaria del país. Siempre se ha acusado a los servicios de información paquistaníes de ser los creadores de este movimiento. Uno de sus líderes es el mulá Omar, pero no el único. La creciente sofisticación de sus explosivos y de sus ataques hace pensar a los expertos que detrás hay una clara dirección militar y vuelven a señalar a los servicios secretos vecinos. Pakistán niega cualquier relación con el movimiento.
Un segundo grupo, al que se le calculan unos 5.000 combatientes, es el liderado por Gulbuddin Hekmatyar, un señor de la guerra que se pasó a los talibanes. Parte de su grupo, el Hizb-e-Islami, permaneció fiel a los antiguos señores de guerra muyaidines y participa en la Administración Karzai. Se les considera gente con más preparación que los talibanes y una gran capacidad de infiltración en la policía.
El tercero es el mas radical y peligroso. Se le conoce como la Red Haqqani. La CIA lo considera el brazo de Al Qaeda y el experto de seguridad lo equipara al grupo de Abu Musab al Zarqaui en Irak. Se le considera responsable de los atentados más sangrientos, como los dos contra la embajada india. El jefe de este grupo es un antiguo combatiente contra los soviéticos, y por lo tanto conocido de los servicios norteamericanos de información, Jalaluddin Haqqani. El grupo lo dirige desde hace unos años su hijo Sirajuddin. Al igual que el mulá Omar y Hekmatyar, se cree que viven en Pakistán, cerca de la frontera afgana.
El cuarto grupo es el más complejo. Según el experto occidental se trata de bandas de crimen organizado que actúan a menudo bajo el paraguas de los talibán, como si fueran una franquicia, pero con agenda propia. La mayoría combaten a las tropas extranjeras porque son un obstáculo para sus negocios de contrabando y drogas.
“El principal problema no es militar, es la corrupción y es muy difícil cambiar una cultura basada en la guerra. Ninguno de los políticos afganos que están en el poder tiene una visión de Estado. Primero es la familia y después la tribu. Las tradiciones están por encima de la ley. Perdimos ocho años y nos hemos metido en una situación imposible. Si nos quedamos será un desastre; si nos vamos, será un desastre también. Es terrible. Soy pesimista”.
El alto funcionario insiste en que la clave es una dirección de la guerra afgana. “Hay varios países, entre ellos España, que están formando nuestros oficiales, pero cada país tiene una cultura militar diferente. Estamos creando un Ejercito que siquiera tiene un mismo saludo y unas mismas costumbres. El problema de Afganistán es que somos un país de postguerra que aún está en guerra. Necesitamos una clase política limpia capaz de liderar el país. Y eso, de momento, no existe”.
(Publicado en El País).
Lobo, leo tu artículo y cada vez entiendo menos la situación. Lo explicas de forma muy clara, hablas con fuentes fiables, que se supone comparten la visión de la situación que tu describes y sin embargo, no se vislumbra en el horizonte una salida al “problema afgano”. Obama duda entre los consejos de sus asesores militares y su intuición política y sus creencias personales. Yo no tengo claro que el envío de más tropas sea la solución y entiendo que más pronto que tarde habrá que comenzar a retirar las tropas que están allí.
Tú hablas de un país de postguerra que continúa en una guerra, pero yo de tus escritos anteriores y actuales y de otras informaciones que leo en prensa, no tengo claro que idea de país tienen los afganos. Un territorio controlado por tribus que utilizan las drogas, las armas y la religión como instrumentos para mantener el poder y el estatus en sus distintos enclaves, pero que no sirve para forjar una idea de país, y sí para mantener en la miseria y en un escenario de destrucción a sus habitantes. Como no creo en razones de fe, al final habrá de ser una cuestión de esperanza. Cuidate. Salud.
Hola Ramón,
Felicidades por el artículo, de los mejores que leído en español en los últimos meses sobre la situación en Afganistán, en la línea de lo que se ha ido contando en la prensa anglosajona.
“Primero es la familia y después la tribu. Las tradiciones están por encima de la ley.”
¿No será que – más que de leyes que todas las naciones se saltan cuando exista alguna fuerza mayor política – las tradiciones no incluyen la idea de una nación unida y un sacrificio supremo por los demás que está por encima de las tradiciones de la familia y de la tribu?
Pregunto porque, como a Carlos, me parece interesante la idea de país que tienen los afganos, claramente missing y muy distinto de la que podríamos tener en España y menos todavía de la que podríamos tener en el Reino Unido.
Precisamente estos días con algunos alumnos aquí en Murcia, hemos comentado el tema del día del recuerdo (remembranza incluso) que se celebra todos los 11 de noviembre en el Reino Unido con ocasión del aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial y en el que se recuerda a todos los soldados caídos en esa guerra y las posteriores.
Pero frente a las imágenes de la BBC que nos han enseñado la solemne e impactante ceremonia de este año – uniendo fisica y emocionalmente a gran parte de la nación durante unos minutos, estén donde estén y sean cuales sean sus pensamientos políticos – nos hacíamos la pregunta de si parecida expresión de unidad nacional sería posible en España algún día.
Está claro que no por razones históricas obvias y la frase de su artículo me ha hecho pensar en la misma idea de otra forma en Afganistán. No sé si es que necesitan una narrativa nacional, digamos, o si tal concepto no sería siquiera posible con sus tradiciones, creencias y cultura.
Enfín, gracias y siga con su buena obra.