Prejuicios low cost
Saturday, 17 de October de 2009 por Ramón
Viajar es una aventura, pero mucha gente, por lo general turistas low cost, se empeñan en convertir cada descubrimiento en una tortura (sobre todo para el compañer@). Para ellos, viajar es sólo una oportunidad extraordinaria de comprobar lo mal que viven los demás –sea Nueva York, Dakar o Calcuta-. No por la pobreza en la que está sumida gran parte del planeta que no sale en los medios de comunicación, sino porque aquellas personas extrañas no siguen puntualmente sus manías: “¿Cómo es posible que no pueda tomar una caña a las doce de la mañana? ¡Vaya mierda de país!”. Este tipo de viajeros en los que la maleta va llena de prejuicios buscan reafirmar la superioridad (¿moral?) de su pequeño mundo de hipotecas a doscientos años y barbacoas a plazos en las que es más fácil asfixiarse en la humareda que comer algo decente. Desprecian el océano porque no es como su piscina comunal.
El abaratamiento de los vuelos y los hoteles ha llenado el mundo de zombis que siguen el paraguas de un guía como si fuera el flautista de Hamelin. Hablan en tantos idiomas que podría ser furtivos del mito de Babel, o penantes de algún castigo. Se les distingue por el uniforme: pantalones cortos, piernas blancas (o coloradas), chanclas o tenis (como dicen en Latinoamérica) y camisetas decoradas con motivos de algún otro viaje o de su equipo de fútbol favorito. Todo turista low cost que se precie debe caminar con la cámara levantada, fotografiando o filmando de forma obsesiva lo que sea, importante o insignificante, detrás de un visor óptico-muralla que dulcifica una realidad que no huele, no daña. Cada memoria reducida a un megabite, o menos si pesa poco. Al regresar a la casa perfecta en la ciudad o aldea perfecta del país perfecto invitan a los familiares y a los amigos para mostrarles el país que nunca vieron.
Precisamente, donde termina tu post comienza la tortura. Toca soportar fotos y fotos ¡y más fotos!
Este turismo ya ha sido comparado con una nueva forma de invasión de los bárbaros. No hay nada más que pasear por muchas ciudades para darse cuenta de sus lamentables consecuencias. Por ejemplo, el centro de Barcelona es una espacie degradada de parque temático de turismo que ha arrasado con la forma de vida tradicional.
Recuerdo que leí que Manu Leguineche, en un de sus libro sobre Thesiger, aludía a una pintada en una estación de trenes italiana: “Todos somos turistas”… Los que pensamos -quizás equivocadamente- que somos “viajeros” tendemos a mirar a los “turistas” por encima del hombro y con un cierto complejo de superioridad… En los últimos años intento obligarme a no “despreciarlos” y mira que a mi alrededor -en Canarias- tengo ejemplos sobrados para ello… El “low cost” no es el problema, el problema es la educación de base y la sociedad que les cría. Es pura lógica que con esos mimbres salgan esos cestos… El lado bueno: en los últimos 20 años en este país cada vez hay más gente viajera y concienciada con el respeto a la cultura y a la filosofía de los países a los que viaja. Esa es al menos mi percepción…
Ramón,
Con todo el respeto, tus comentarios tampoco están exentos de prejuicios: tu pareces considerar que ser “viajero” es intrínsecamente mejor que ser “turista”, y obviamente te colocas a ti mismo en la primera categoria. Obviamente existe un gran rango de actitudes cuando la gente viaja ya que cada persona es distinta. Como en otras cosas en la vida habrá quien prácticamente solo aproveche el viaje para hacerse la foto en los lugares conocidos de rigor para luego mostrar a los conocidos y quien use el viaje para algo mas, como experiencia, para aprender y conocer a los “otros”. ¿Es una mejor que la otra? Yo puedo considerar una lástima que haya quien no aproveche los viajes para algo mas que el “estuve allí”, pero no deja de ser una opinión personal. En cualquier caso yo prefiero que cada vez salga mas gente fuera y vea el mundo, “low cost” o de otra forma, a esa actitud tan española y peligrosamente ignorante de opinar de lo que hay mas allá de sin conocerlo. Mejor darles la oportunidad de viajar y que cada cual la aproveche como mejor sepa o pueda.
http://www.youtube.com/watch?v=naoVrPQuPJQ
No queria que el mensaje anterior saliera así. Perdón.
CELTAS CORTOS. ” Haz turismo”…..mira que han pasado años, y sigue tan vigente la letra…..hasta con lo de Somalia.
A mi me parece fenomenal el turismo low cost porque ha permitido que gente como yo, ignorante y sin medios (no soy ni mileurista), podamos viajar a todo el mundo y ver cosas que antes sólo estaban al alcance de “insignes” viajes que miran por encima del hombro a los turistas. Mejor poder salir y ver mundo, aunque sea de una manera insoportablemente superficial. Luego ya depende de cada uno saber aprovechar lo que ve o dejarse llevar.
Estoy de acuerdo con Pedro Millan y Ángel, cuando dicen “En cualquier caso yo prefiero que cada vez salga mas gente fuera y vea el mundo, “low cost” o de otra forma, a esa actitud tan española y peligrosamente ignorante de opinar de lo que hay mas allá de sin conocerlo. Mejor darles la oportunidad de viajar y que cada cual la aproveche como mejor sepa o pueda.”
Llevo siguiendote desde aquí abristes tu blog y debo decir que este es tu primer post contra el que estoy totalmente en contra. Comparto que es triste esa parte del turismo que hace turismo solo por hacer turismo sin ser consciente de las realidades del lugar que visitan y encima critican y/o lamentan las facilidades no encontradas propias del país pero considero tu reflexión una llena de prejuicios que no abre la vista a la posibilidad de que hay gente que realmente aprende en su turismo low cost y que hay gente que de verdad no abre los ojos hasta que no realiza esta clase de turismo. El que una persona no tenga capacidad de crítica en un momento dado no evita que no tenga posibilidad de aprender y mejorar. Considerar que la oportunidad tenida en un viaje es un desperdicio en pos de una visión cerrada del lugar al que se visita es tener tantos prejucios como ser consciente de ello y no admitirlo. Y esta clase de turismo lleva al aperturismo lo que, a la larga, da oportunidades a ese país de mejorar y aprender. Que no lo hagan esa una cosa pero que no sea porque no tuvieron la oportunidad.
Me permito discrepar de lo que dice Ángel y coincidir con Ramón. Quienes hace años no salían por falta de posibles, y se contentaban con criticar lo que no conocían, son los mismos que hoy recorren el mundo con la maleta llena de jamón envasado al vacío y latas de sardinas, porque, como todo el mundo sabe, fuera de España no se sabe comer.
Lo que no es una opinión personal, sino un hecho, es que hay muchos países en el mundo donde se come mejor, hay mejores playas, mejor servicio, hombres y mujeres más guapos, mejor café y mejor vino. Para desgracia del español, en muchos sitios se vive mejor que en España. Salir por el mundo encerrado en una burbuja de chorizo y fútbol es un aislante ante esta terrible realidad, pero no es deseable, ni aconsejable, y desde luego, no es una opinión.
La única esperanza es que, al menos, los que salen tienen una oportunidad de ver la luz, y no las sombras.
EMMO
Estoy de acuerdo con Ramon sobre que existe una clase de turista que siempre viaja cargado de prejuicios y sólo juzga el país al que llega en comparación con el país del que procede. Parece que viajan sólo para constatar que su país es el mejor y que fuera de él no hay quien viva. He de decir que este vicio no es exclusivo español y voy a contar dos historietas para que sirvan de ejemplo.
Un día fui a comer a uno de los mejores restaurantes de Tivoli, en Copenhague. No sólo es un restaurante excelente sino que tiene una variada carta que va desde la más típica comida danesa hasta todo tipo de platos de carácter internacional. A mi lado había una pareja de ingleses que pagaron una buena pasta por una serie de platos que fueron incapaces de probar. En todo encontraban falta. O eran raros, o estaban sosos, o como no les ponían esto y lo otro que siempre ponían en Inglaterra, o el pan era incomible, o el camarero utilizaba palabras “divertidas” en inglés… Al final marcharon indignados rechazando los platos con un par de miradas y unos movimientos de tenedor.
Segunda historieta.
Tengo un vecino mayor que adora viajar, pero viaja a la danesa, es decir, con la maleta llena de todas esas cosas sin las que un auténtico danés puede pasar: salchichas, pate, cerveza… Pero el hombre tuvo la ocurrencia de viajar a Turquía dónde no pudo cargar con todo lo que quiso. A la vuelta me lo encontré horrorizado. ¡¡Qué país!! No había nada decente para comer, ni beber, y qué café, ¡¡si estaba lleno posos!! Me contó con gran alegría: “¿sabes lo que hice nada más pisar el aeropuerto? Comerme una salchicha, tomarme una cerveza y de postre un helado. ¡¡por fin estaba en casa dónde había buena comida!!”
Esta vez no estoy de acuerdo, Ramón. De cualquier forma la gente viaje, el hecho de viajar me parece un bien en sí mismo. Creo que el “low cost” no tenga nada que ver con el ser un turista que no consigue ver más allá de lo que entra en su cámara…hay muchos viajes high cost que tampoco dejan ver mucho más…
Si no fuera por la opción low cost, muchas de las personas que conozco y yo misma quizá no habríamos tenido la oportunidad de viajar como hemos hecho.
Y si me permites, esto también es un prejuicio: “Este tipo de viajeros en los que la maleta va llena de prejuicios buscan reafirmar la superioridad (¿moral?) de su pequeño mundo de hipotecas a doscientos años y barbacoas a plazos en las que es más fácil asfixiarse en la humareda que comer algo decente. Desprecian el océano porque no es como su piscina comunal.”
Hay otros tipos de viajeros, presuntamente lejos de los vicios de los turistas, que resultan igualmente insufribles. Y en general estoy de acuerdo con el comentario de Angel.
Que la gente viaje…con o sin chorizos en las maletas!
Yo soy un personaje low cost por definición, salvo algunos caprichos. Y mi equipo fotográfico. En lo que aquí os ocupa, soy capaz de visitar Nueva York, Boston y Washington durante 16 días, vuelo y estancia, por 800 euros. Y sin que nadie me invitara ni una noche a un triste -o divertido- coach surfing. Por el momento soy un turista low cost. Y encima mi cámara va colgada de mi cuello vaya dónde vaya. Y vuelvo con gigas y gigas de fotografías… Ramón, seré de verdad tan low cost?
Creo que no. Sé que no. No uso mi cámara de forma compulsiva, aquello que fotografío es importante, al menos para mi, y su visor óptico, lejos de convertirse en una muralla es el componente más importante de la herramienta -mi cámara- que uso para explicar, con sólo 20 instantáneas, cómo veo el Empire y como entiendo al dealer que se deja retratar justo después de vacilara dos policías…
Y, claro está, jamás he mirado por encima del hombro a nada que no fuera lo que estoy habituado a ver en España…
Ramón, creo que el low cost ha llegado a todos por igual, lo que ocurre es que unos lo aprovechan para seguir siendo los mismos ignorantes y prepotentes de siempre, y otros para ampliar horizontes.
Lo que ha llenado el mundo de turistas en lugar de viajeros es la proliferación del low cost?
Entonces es todo una cuestión de dinero?
Se entiende entonces que los pobres tienen más prejuicios. Sin duda calificar a un grupo por su nivel de ingresos es un acto vacio de prejuicios.
Prejuicios low cost…
Viajar es una aventura, pero mucha gente, por lo general turistas low cost, se empeñan en convertir cada descubrimiento en una tortura. Para ellos, viajar es sólo una oportunidad extraordinaria de comprobar lo mal que viven los demás –sea Nueva Yo…
Pues yo viajo mucho y tengo varios sitios a los que me muero de ganas de ir y no he ido porque odio las hordas de guiris (también incluyo a españoles entre éstos; los peores quizá, después de los americanos, a ambos se les distingue a leguas) vestidos de bermudas y sombrerito incordiando por doquier. No iré a Roma, Egipto o Atenas hasta que las hordas desaparezcan.
Generalmente se echan de menos artículos como este en la prensa escrita, cínicamente ácidos, con cuyos protagonistas nos sentimos identificados, y por lo tanto demasiado frontales para una actualidad que pretendemos que únicamente fluya, pase, se desvanezca alrededor de nosotros. No nos afecte.
No nos interesa que nos hablen directamente, simplemente. En la sociedad del miedo, hasta las palabras directas dañan.
Personalmente soy el ejemplo de viajero “a bajo coste”, simplemente el billete low cost y poco más. Humilde estudiante que paga sus estudios, pero que con este sistema se puede permitir el lujo de viajar. En ningún momento me he sentido identificado en mi persona con lo que se dice en el artículo, y sin embargo no mi opinión no es demasiado diferente.
Estamos de acuerdo con los buenos escritos mientras sean neatrales, tanto cuanto estén vacíos; Sin embargo, cuando escupen realidades claras de las que no nos sentimos orgullosos, gritamos palabras, que deberíamos reservar para las injusticias diarias. (Argumento que sirve para este, y para todos los escritos)
Simplemente decir, que cuando viajemos estemos orgullosos y felices de la oportunidad que tenemos, la mayoría de las personas de este mundo no lo pueden hacer. Por cierto, Atenas y el Cairo son de las dos ciudades más interesantes que he visitado (pero hay que salirse un poco de la Acrópolis y de las Pirámides, y buscar a las personas que viven cerca, que generalmente tienen algo muy interesante que contar)
Las generalizaciones son peligrosas. Creo que los tipos a los que retratas son asi siempre, en su pais y fuera de el. Aunque igual algunos rasgos de su caracter se hacen mas visibles “contra” extranjeros, pobres, rojos, etc. Para sentirse bien necesitan despreciar a los demas.
Yo no participo para nada de la demonización del turismo y el low cost, mucho menos de la mitificación de los “viajeros”. Esos seres miticos son responsables de buena parte de los prejuicios occidentales. Las vacaciones pagadas son uno de los grandes exitos del movimiento obrero y el turismo, su consecuencia. Gracias a ellos vivimos una epoca en que lo normal es salir del pueblo y ver mundo, y cada uno lo disfruta como lo que es. Y la mayor parte de la gente que se califica como “viajero” lo hace por esnobismo, para separarse de las masas de turistas.
Soy turista lowcost y prejuicioso, pero no conozco a ninguno de esos supuestos turistas lowcost de los que se habla tanto aquí… es decir, esos que se supone que lo critican todo cuando salen de España, que dicen que se vive tan mal fuera y tan bien aquí… ¿Que viajan con sardinas y chorizo??? Perdón? Eso no lo he visto nunca. Más bien lo contrario. Sí he visto decenas de turistas lowcost cargados de guías y dossieres con artículos impresos de internet, muy interesados en conocer el lugar al que viajan. Me da igual si se les considera viajeros o turistas… Viajan y quieren conocer. Period.
Qué gracia me hace esa postura elitista que sigue distinguiendo entre el turista (puaj!) y El Viajero (que al parecer huele a Chanel)… Uf!
Totalmente cierto, es un hecho de que los españoles solemos viajar al extranjero buscando las mismas cosas de las que nos quejamos en nuestras ciudades. Lo más normal es quejarse de las cañas y el café… Enhorabuena por el blog, es excelente.
a pesar de que el turismo responsable, sin dejar huella, es imposible, muchos países, por infinitos factores, para bien o para mal, se nutren económicamente de los turistas. Si el lowcost facilita que crezcan los ingresos y que algunos de los turistas sean “turistas responsables”con el entorno que les acoge, se enriquezcan y dejen los prejuicios en casa, aprendan de otras culturas y vuelvan a su país de origen con algo que compartir más allá de fotos o camisetas, bienvenido sea el lowcost. Ahora, sí los que queremos intentar ser sostenibles con nuestro medio ambiente, nos planteáramos los terribles efectos que tanto vuelo para acá o para allá tiene en el planeta…nos quedaríamos en casa o viajaríamos a nado o a pie a ciertos lugares. Si nos paráramos a pensar los efectos económicos -subida de precios,p.ej.-que sufren los ciudadanos de los destinos turísticos, nos quedaríamos con unbuen libro de viajes en casa. Y así sucesivamente.
Yo viajo todo lo que puedo, sin encasillarme en ningún grupo . Intento ser todo lo responsable que puedo, tanto con el lugar que visito como con los medios que utilizo, etc. Pero es inevitable dejar una huella que afectará al futuro de la zona, quizá más negativa que positivamente. Aprendo muchísimo de cda viaje, de cada encuentro. Ojalá que mis proyecciones aporten a la gente más que la simple anécdota del viaje.