La grapa que vende periódicos
Wednesday, 7 de October de 2009 por Ramón
Cuentan que Guillermo Luca de Tena se sintió horrorizado cuando descubrió que la nueva rotativa -instalada en la sede actual de ABC en la carretera de Barajas- no permitía la colocación de la doble grapa en cada ejemplar. Ordenó que se incorporara al proceso de impresión una máquina grapadora lo que complicó la vida de los ingenieros y encareció el precio final. Cuentan también que dijo: “Vendemos decenas de miles de ejemplares y no vaya a ser que sea por la grapa”.
En los periódicos ya no se escucha el teclear de las máquinas de escribir. Tampoco se grita. Ni se habla y menos aún se discute. Ni se bebe ron camuflado en un vaso de plástico. Ni se fuma (afortunadamente; yo era contaminador principal). Los aparatos de televisión están sin sonido y sólo se escucha de vez en cuando alguna maldición justificada cuando se atasca la impresora, algo que sucede todos los días varias veces. En España las redacciones son diáfanas y no repletas de mamparas como en EEUU, habitáculos que la gente aprovecha para colocar las fotos de los hijos y las del perro y no siempre en ese orden. En España se pueden escuchar los silencios de una mesa a otra. Cuando una sección sube el volumen de una tele para seguir una rueda de prensa, los más cercanos gruñen. Hemos perdido la capacidad de trabajar con bulla. Ya no parecemos periódicos, parecemos ministerios aunque no sé muy bien qué parecen los ministerios.
No existen estudios científicos pero coincide en el tiempo la desaparición del ruido con la del mejor periodismo. Grapas, teclear bullicioso, alcohol… Quizá salir de las crisis sea más fácil de lo que parece.
Suena necrológico, si no fuera por la frase final.
Dicho de forma más prosaica, sin motivación no hay buen producto. Sin buen producto no hay clientes.
Lo que señalas debiera preocupar, también, a los que preocupa la cuenta de resultados.
Un saludo,
Luis
Te pasas poco por el digital. Se chilla, tenemos la tele y la radio encendida y a toda voz al mismo tiempo, siempre tenemos algo que comer y muchas veces algo que beber y lo de fumar… ya sabes que eso lo seguimos dejando.
Lo ves, Vik, lo digital es el futuro con botellas analógicas
En el departamento que trabajo chillamos, hablamos en voz alta, escuchamos música, las noticias, bebemos brebajes varios y tenemos una botella de jerez que nos recuerda que hay algo más tras la mampara de cristal.
Los jefes están despistadisimos porque somos los más productivos de la editorial. Creo que el secreto está en que todos sabemos que hacemos al comunicarnos constantemente, por cierto lo pasamos fenomenal.
nuria
Adoro pasarme por la redacción una o dos veces por semana. Es apasionante ver las discusiones entre los jefes de redacción para la siguiente portada. Me encanta comentar con el redactor de turno como vamos a enfocar el siguiente reportaje. Es más, disfruto como un enano pasar un par de días para escribir un artículo.
Pero el ambiente de la calle y echar un día entero en un pueblo perdido de la mano de dios Y AL AIRE LIBRE haciendo las fotos que ilustrarán la publicación, no tiene parangón en ninguna redacción, con o sin gritos, con o sin mamparas, con o sin tabaco…
En mi periódico sí se grita, especialmente en mi sección de diseño. Y se discute y se habla (bueno, casi todo lo que se habla son discusiones). Existen mamparas, algo más bajitas que las norteamericanas, pero que permiten tener fotos pegadas, y todo tipo de papeles, calendarios, recuerdos extraños, papelitos amarillos con pegamento incorporado llenos de anotaciones, de números de teléfono; muñequitos, juguetitos, flores, botellas pequeñas de agua, tazas, dibujos, recortes de prensa… No se puede fumar, se come y se bebe, cualquier cosa, de vez en cuando.
La parte digital, que cada vez es mayor, está en silencio, comen y beben; tampoco fuman.
En el mío va por secciones y por días. Estuve hace poco en la sede de Associated Press en NY y tampoco parecía un ejemplo de la serie de Lou Grant. Es la tecnología la que nos emboba.
Es verdad. En mi periódico es al revés. En el papel mantenemos el nivel de decibelios de siempre, incluso algo más, porque ahora tenemos más espacio entre nosotros. En el digital a veces hay un silencio que parece un velatorio… Tanto casco y tanto ipod, que aislan del mundo exterior…
Yo que casi siempre he trabajado fuera de España, siempre lo hacen en silencio , a la que más se le oye es a mi, decir algún Joder cuando algo me salia mal, y se exatran……De todas formas eso no quita que puedas tener amigos, cólegas ,complices.
Que raro somos los españoles añorando los gritos.
Yo no he vivido ese tiempo si es que existío, solo lo he visto en las pelis.
Al leer tu post, Ramón, he recordado mi etapa en una recién extinguida agencia de noticias nacional -se admiten apuestas para ver quién adivina cuál es su nombre-. El sonido de fondo de la radio y a menudo, el estridente ruido de los teléfonos eran una constante en la redacción, salvo los viernes, en la que la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros inundaba cada rincón de la redacción. Algo de comida, sí que había, pero de alcohol ni rastro.
Por cierto, si alguien se anima a seguir las recomendaciones de Ramón para salir de la crisis, espero que cuente conmigo 😉
Lobo, hace unos días Enric González también aludía en su columna al silencio de las redacciones. Yo hace tiempo que no estoy en una, pero cuando estaba si existía bullicio, televisiones encendidas, pitanza y bebida. Ahora me dicen algunos compañeros que reina el silencio, sólo roto por las conversaciones de teléfono y el golpear de las teclas. Salud.
¿A ver si va a ser que tu plantación anda más preocupada en otras cosas que en recoger algodón? Yo últimamente veo cosas muy raras.
En mi redacción hay tanto bullicio que la sección comercial se ha quejado y quiere presentar una queja formal ante el comité. En la redacción la gente grita, los teléfonos suenan, la radio está alta y nos comunicamos a voces. Hasta el punto de que en silencio soy incapaz de escribir. Me he acostumbrado tanto a la bulla que cuando escribo en casa necesito tener la tele encendida. He visitado redacciones silenciosas y huele a mal rollo. Parece que hubieran asesinado a alguien y tuvieran el cadáver escondido en el baño.
Ramón, parece ser que tu redacción padece un virus de silencio de incomunicación… será contagioso ???
Afortunadamente en España en cualquier oficina donde los jefes lo permitan, se ríe, se habla, se escucha música y se grita… Yo trabajé en una punto.com donde así era… y cuando un día me dí cuenta de que el silencio empezaba a reinar en la oficina comprendí que ya no me divertía trabajando allí y preparé las maletas. Creo que una oficina en silencio es una oficina donde no se disfruta y si no se disfruta tampoco se pueden hacer las cosas bien.
Siempre que hablamos de nosotros mismos, los periodistas y las redacciones, me entra una terrible angustia porque sólo hay una profesión que se dé más importacia a sí misma que la nuestra: la política.
Pues qué pena, yo que me imaginaba tu redacción -y casi tu mesa- casi como la del periodista en “La sombra del poder”, manos ennegrecidas sucias de tinta, cigarro y café, en fin. Los mitos, que se caen. 🙂