Adjetivos que son bombas ideológicas
Tuesday, 6 de October de 2009 por Ramón
Los periodistas nos vemos empujados cada vez más a aceptar una ideologización de las palabras que afecta a la salud de la información y a la credibilidad. Hay numerosos ejemplos de opinión camuflada. El empleo del adverbio de tiempo ahora para descalificar: El Gobierno dice ahora que el paro… Hay otros vocablos que se repiten como adjetivos y cuya utilización es de obligado cumplimiento si el informador no desea convertirse en sospechoso de colaboración con banda armada. En España existe un consenso muy amplio de que ETA es un grupo terrorista, y se utiliza el descalificativo terrorista de forma machacona como si la carga de la prueba estuviera en las palabras y no en los crímenes. Muchos medios de comunicación, acostumbrados a manejar este tipo de matices, han extendido el recurso a zonas en conflicto donde las cosas no están tan claras ya que los teóricos buenos se comportan como malos.
Los periodistas no deberíamos calificar, sólo describir, ofrecer opiniones diversas, contextualizar a través de esas voces y que sea el lector o el televidente el que saque sus conclusiones. La BBC recomienda no emplear el término terrorista como adjetivo. ¿Son terroristas Hamás, Hezbolá o las FARC como sostienen muchos? ¿Lo es el Gobierno de Israel y el de Colombia como afirman otros? ¿Basta para ser terrorista estar en una lista elaborada por el Departamento de Estado o la UE, una lista en la que se entra y se sale por motivos de conveniencia politica?
Nuestro trabajo no es calificar los hechos, ésa es la tarea de un juez. El nuestro es describir y fotografíar con crudeza el resultado de las acciones. Narrar la voladura de una pizzería de Jerusalén por un suicida enviado por Hamás debe llevar toda la información necesaria para que el lector decida. Creo que el uso de adjetivos (horroroso, terrible, terrorista, etc.) restan fuerza al texto pues debe ser la narración desnuda de los hechos la que en todo caso genere los calificativos o la indignación en el que lee. Funciona también en las incursiones en Gaza.
La mejor manera de no tomar partido, aunque a veces resulte complicado, es informar sobre las víctimas, sobre todas las víctimas.
En la película Mounsier Verdoux, el personaje de Charles Chaplin dice: “La diferencia entre el héroe y el asesino es una cuestión de número; el asesino mata a cinco, el héroe a un millón”. Entonces… ¿cómo denominaríamos un sistema político y económico internacional al que le importa un bledo, más allá de las declaraciones, que existan 1.000 millones de pobres de solemnidad en el mundo y que muera un ser humano cada 15 segundos por hambre o enfermedades relacionadas con la insalubridad del agua?
Ayer descubrí que no es lo mismo poner tu ideología en facebook con mayúsculas que con minúsculas. Ya te contaré a la vuelta.
¿Desayunas café? En caso afirmativo, te llevo del que cultivan en las plantaciones de aquí. 😉
Lobo, magistral clase de lo que deberíamos hacer o al menos intentar hacer los periodistas. No es fácil, pero sin duda ese es el camino.
No soy partidario de decálogos, ni de cosas así, pero he visto las recomendaciones de Gillmor para mejora el periodismo y me gustaría saber tu opinión. Gracias y salud.
http://www.233grados.com/blog/2009/10/22-ideas-para-ser-mejor-periodista.html
“Los adjetivos los pone el lector…” Ya sabes quién decía esto
De lectura obligada.
Suscribo cada una de tus recomendaciones, Ramón. Pero, tras leer tu entrada, sólo me queda preguntarme ¿existe hoy en día algún periódico impreso en España que se acerque mínimamente a esto? Porque si lo hubiera, os agradecería que me lo dijerais para reconciliarme con la prensa en papel.
Por cierto, es cierto que la mayoría califica a ETA como banda terrorista, pero no olvidemos que cierto personaje con bigotillo prefirió denominarlo grupo de liberación nacional… 😉
Me da esperanzas leer una opinión como ésta sobre buenas prácticas periodísticas y, sobretodo, viniendo de un periodista. Hace ya unos años que, en mi humilde opinión, su profesión está en crisis, por lo menos en España, y cada vez hay que rascar más para llegar a la información de calidad.
Desconozco si existe algún tipo de iniciativa común entre sus colegas de profesión para reivindicar unos estándares de calidad en los medios informativos, pero sería muy interesante por el bien de todos: informadores, medios e informados.
Le animo a seguir así.
Saludos.
Pues yo no estoy de acuerdo (lo cual siempre es bueno). Yo me he criado en el País Vasco durante los años más cruentos y sanguinarios de ETA (y aparte estudié periodismo, que no viene mucho al caso, pero digamos que me predisponía a mirar lo que decía la prensa con cierto interés “profesional”). Me cansé de leer cómo titulaba y redactaba el Egin (en su día) y los periódicos que le siguieron.
Con un manual de deontología periodística en la mano, sus trabajos eran correctos, jamás daban por hecho la autoría de un asesinato, y de hecho nunca utilizaban el término asesinato (cuando lo es), el término terrorismo (cuando lo es), etc. Observando esta pulcritud, pude observar, no obstante, que padecían de algo que esa corrección no podía esconder: bajeza moral, indecencia y hasta algo de canalla que hería los ojos al leerlo. Así que no puedo sino disentir.
Estoy de acuerdo en que el periodista debe describir, no calificar, pero también que no hay “cogérsela con papel de fumar”, y hay que llamar a las cosas con su nombre. Al fin y al cabo, el sentido común es el sentido más importante del periodista (y de cualquier persona, vaya).
Pues yo si que estoy de acuerdo con el Lobo este, ya sea bueno o malo el hecho de estarlo.
Tengo entendido, salvo que la RAE me demuestre lo contrario, que el terrorista es aquel que trata de imponer el terror.
Por lo tanto del etarra que mata diremos que es un terrorista pero qué pasa con el sinvergüenza que le da de hostias a su pareja y acaba por cargársela?, no es un terrorista?, por supuesto e incluso me atrevería a decir que peor que el primero. ¿No es terrorista el estado que trata de imponer su superioridad militar para imponer sus intereses?, por supuesto que lo es.
Como lo es el periodista que trata, con las palabras, de sentar cátedra sobre asuntos que no entiende ya sea por estar mal asesorado o por estar ideologizado por terceros.
Muy buen artículo Ramón, muy bueno.
Saludos.
Me ha gustado mucho tu post, especialmente porque soy profesora de Español, estudié Filología, enseñé Lengua y Literatura…las palabras son armas cargadas de muchas cosas.
Qué difícil veo la premisa de informar sobre todas las víctimas. Qué difícil la tarea de informar. Pero quién dijo que vivir era fácil?
Nada, te toca darle vueltas y revueltas a todo lo que escribas. 🙂 A predicar con el ejemplo!! 😉
Yo seguiré cantando “La vie en rose”, sin querer pecar de frivolidad, que el optimismo se transforma en energía.
Si los periodistas fuesen máquinas sería sencillo no opinar o calificar hechos, pero, creo que para bien, son humanos que sienten y padecen.
Describir una escena, por ejemplo de una bomba en una cafetería, sin utilizar ciertos términos es complejo y frío.
Un saludo
Me gustaría que un día hicieras una referencia a la palabra “cómplices”.¿Saber que se roba a espuertas y no hacer nada es ser cómplice o ser honorable y libre de tacha?
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