Cuadernos de Kabul: democracia es comer como nosotros
Saturday, 22 de August de 2009 por Ramón
Winston Churchill dijo que EEUU y el Reino Unido eran dos países separados por un mismo idioma. Sucede también con los padres y los hijos; los hombres y las mujeres. Desde las palabras se pueden crear malos entendidos que después generan enfrentamientos, divorcios, fracasos políticos y guerras. En Afganistán, por ejemplo, Occidente llama democracia, y la celebra como un éxito, a una votación en la que la principal irregularidad es la pobreza que padecen sus habitantes, gentes valerosas que por el hecho de acudir el jueves a un colegio electoral se han jugado una porción de su vida, porque el resto de la vida se la juegan a diario.
Estas elecciones en un país en el que el 50% de los varones y el 85% de las mujeres son analfabetos no se pueden llamar libres ni justas porque la libertad nace del conocimiento y la capacidad de elección. Para disponer de una democracia como la nuestra hay que comer como nosotros. O desplazar levemente la muñeca de la mano derecha o izquierda por las mañanas -o por las noches, que sobre gustos no hay nada escrito, dicen- y que salga de la ducha un largo, agradable y cálido chorro de agua potable y no tener que caminar horas por caminos polvorientos y peligrosos en busca de un líquido insalubre, como sucede en muchas aldeas afganas y en casi toda África.
Cuando todo gira entorno a la pobreza, al acto agotador de sobrevivir a cada segundo de la existencia, no hay tiempo para la educación, la cultura y el ocio. Democracia no es todo lo que sale por nuestras televisiones.
Da la impresión de que el proceso electoral afgano está dirigido más a calmar las opiniones públicas occidentales que podrían empezar a preguntar por el uso dado en este país al dinero de sus impuestos: 64.000 millones de dólares en ocho años de los que un 14% ha llegado a los verdaderos afganos, y por los soldados muertos: 1.300 desde 2001. El precio es altísimo y los errores numerosos, como en Irak. Se blande cuando conviene la corrupción para señalar al Gobierno corrupto de Hamid Karzai, pero se olvida la larga lista de empresas y contratistas occidentales que están haciendo su agosto en cada guerra por la libertad que se libra en el mundo. ¿Para cuándo una investigación sobre los nuevos Halliburton?
Churchill y las palabras que separan y generan conflictos y ocultan la realidad. No somos los únicos con problemas en el lenguaje. Los afganos, por ejemplo, han tardado muchos años en comprender que a los que se llamaban reverencialmente señores de la guerra, como si fuera un título nobiliario, no son más que unos vulgares criminales y narcotraficantes que deberían estar presos en La Haya. En lugar de la cárcel es muy posible que acaben de nuevo en el Gobierno o en sus aledaños, que también engordan.
Todo lleva su tiempo, ellos necesitan el suyo con las palabras; nosotros, el nuestro para intentar corregir errores que se repiten. En Afganistán se han perdido ocho años. Toda la estrategia, si es que alguna vez la hubo, estaba equivocada. No solo se han desperdiciado tiempo, dinero y vidas (de civiles sobre todo), sino que también se ha perdido prestigio. Ya no somos inocentes, si es que alguna vez lo fuimos, ahora somos parte del conflicto.
Publicado en Cuadernos de Kabul en la web de El País.
Democracia es comer como nosotros…
En Afganistán Occidente llama democracia, y la celebra como un éxito, a una votación en la que la principal irregularidad es la pobreza que padecen sus habitantes, gentes valerosas que por el hecho de acudir el jueves a un colegio electoral se han j…
Un retrato justo, como todos los tuyos, Ramon… te leo y encuentro -casi siempre- motivos para seguir siendo periodista…
Pero … de verdad… no hay algún intento positivo digno de contarse?! algo, aunque sea con resultados reducidos!?
“Para disponer de una democracia como la nuestra hay que comer como nosotros” … dices, y no se, vuelvo y difiero … porque me cuesta creer que aún en medio de la barbarie y la pobreza, no haya al menos un alma rebelde en ese país castigado por 30 años de guerra, que levante la voz por un un cambio…
En Afganistán debe haber, (o debería haber) al menos una persona -un colectivo, un grupo- que intuya y luche por la dignidad…. quiero creer que es así, que no es todo desesperanza…
Me gustaría leerlo, y leerlo de tí, para saber que en Afganistán (como en otras partes del mundo) hay alguna semilla de cambio que lucha por brotar…
Cuéntanos … seguro que tú algo has encontrado ahí… 😉 dinos que alguien en ese país “intuye” y cree en la democracia, aunque -todavía- no coma como nosotros….
Me ha gustado mucho tu conclusión. POrque tienes toda la razón, Democracia es comer como nosotros.
La disertación de Ramón sobre la democracia podría ser interpretado de distintas maneras… o bien una crítica a la concepción actual (descontextualizada, occidentalizada, banalizada…) de democracia, o bien una crítica a la fijación occidental de meter en un mismo saco democracia y bienestar social…. Es decir, tal vez cuando hablamos de desarrollo no deberíamos fijar como objetivo esencial la “democracia” (entendida como elección del Ejecutivo), sino darle prioridad a otras cosas más importantes… por ejemplo la alimentación, la salud, la alfabetización, la seguridad, la estabilidad….. En fin, también el problema podría provenir del origen externo de la necesidad de una democracia en Afganistan…lo que condiciona la democracia que se viene en la práctica a crear (un sistema que no responde a las necesidades internas sino a necesidades externas)… Me encantó el artículo!!
No suelo escribir en los blog, soy tímida hasta para eso, pero no puedo pasar sin agradecer estas crónicas tan llenas de humanidad. Muchas gracias.
“Los afganos, por ejemplo, han tardado muchos años en comprender que a los que se llamaban reverencialmente señores de la guerra, como si fuera un título nobiliario, no son más que unos vulgares criminales y narcotraficantes que deberían estar presos en La Haya. En lugar de la cárcel es muy posible que acaben de nuevo en el Gobierno o en sus aledaños, que también engordan.”
Sospecho que los afganos han tardado muchísimo menos en darse cuenta de que sus “señores de la guerra” (una expresión occidental y más concretamente inglesa, no afgana, por cierto) son unos criminales que los habitantes de esa cosa llamada “Occidente” en sospechar siquiera que muchos de sus dirigentes también lo son, incluidos Bush y su administración (que tampoco acabaran en la cárcel sino en los “aledaños del Gobierno”) y, sí, Obama y la suya. De hecho, son los afganos quienes han sufrido los crímenes de ambos tipos de “señores de la guerra”, y de hecho han sido los nuestros quienes han puesto en el poder a los suyos.
Los observadores de la Unión Europea dijeron el mismo día de las elecciones que estas fueron “buenas y justas”. Yo diría que el mayor problema con el lenguaje no lo tienen afganos.
Un saludo
Lobo, nunca fuimos inocentes, pero si alguien con cierto bagaje vital le queda algo de inocencia, debemos brindar por esa persona. Sí, ahora somos arte y parte, pero no podemos sentir orgullo por eso. Cuídate. Salud.
¡¡¡Qué pedazo de verdades!!!
Tienes toda mi admiración. Tu trabajo sirve para abrirnos los ojos. Gracias, de verdad.
Y, mientras puedan, seguirán evitando que la población afgana acceda a una educación que le permita decidir sobre su propio destino. Qué realidad tan triste y tan extendida. Gracias, Ramón.
Excelente, abrumador, estremcedor artículo…uf, como duele a veces formar parte de todo esto. Describes una realidad tristemente muy, muy extendida. No solo en Asia o África, también en América, sobre todo en la parte sur, y seguro que en la norte y en rincones europeos, no tan rincones.
No sé si democracia es sinónimo de bienestar. Pero lo que sí sé es que un gobierno decente debería ocuparse de que su pueblo coma, tenga acceso a agua potable y a un mínimo de dignidad como ser humano,con todo lo que esto implica y que les está vedado a tantos. Si parte de un tipo de gobierno muy diferente a la democracia, qué? hay sociedades a los que no se les puede, al menos de momento, meter por embudo nuestra idea de democracia.