Periodismo, princesas, dinero y Enrique Meneses
Wednesday, 29 de July de 2009 por Ramón
Hay gente que hoy se hace periodista porque desea ser princesa (llegan tarde). Otros, por algún tipo de deformación quieren ser editorialistas cuando se trata de un trabajo delicado que exige mucha experiencia, conocimientos y capacidad, algo que a veces se logra con los años. También los hay que llegan para ganar dinero a espuertas y están dispuestos a vender su alma y su honorabilidad. El mundo actual parece hecho para ellos. Ejemplos de cambio éxito a cualquier precio los hay en todas las profesiones y algunos bien sonoros como el Bernard Madoff, a quien antes de delincuente se le llamaba mago de las finanzas.
Prefiero los estudiantes que entran en esta profesión empujados por la ilusión de contar historias de forma honesta. De ellos depende la recuperación de las esencias. Pero no siempre hay que mirar a los más jóvenes en espera de la redención, pues, a veces, la esperanza está en los más viejos, en los maestros, en los que jamás se rinden como Enrique Meneses, uno de los grandes en nuestro oficio. ¿Habéis leído su libro Hasta aquí hemos llegado? Obligatorio para los que empiezan, para los que siguen en la brecha pero presos de una cierta melancolía y para los que salieron a respirar fuera, como Bru Rovira y tantos otros.
El padre de Enrique Meneses era periodista (fue corresponsal del New York Herald Tribune en España en 1925, corresponsal de guerra en el frente del Este del lado alemán y creó la Agencia Prensa Mundial en París) pero se empeñó en que su hijo fuese un hombre de provecho, como se decía, y que estudiara una carrera seria: Derecho, que creía útil para llegar a diplomático. Para lograrlo prohibió comprarar reportajes de su hijo. En aquella agencia trabajaron Carlos Sentís, Álvaro de Laiglesia, Julián Cortés Cabanillas, Gregorio Marañón Moya, César González Ruano… ¡Buen plantel de becarios!
Pero el joven Enrique ya manifestaba en aquella edad la misma tozudez que le ha acompañado toda su vida. Su primer texto periodístico pagado fue sobre Manolete. Cuando tuvo noticia de la grave cogida del diestro, tomó un taxi y viajó de urgencia hacia Linares. Cuando llegó la historia era más grave: la muerte del torero y el nacimiento de la leyenda. Era el 28 de agosto de 1947. Le pagaron 150 pesetas a pesar de que entrevistó a Jiménez Guinea, entonces el mejor cirujano de toreros. El taxista, por ser manoletista, le hizo un precio de amigo: 400 pesetas. Ese día de sumas y restas comprendió que esto del periodismo no es un buen negocio.
Este primer reportaje ruinoso y algunos problemas con el régimen (Arias Salgado), que le cerró su recién creada Prensa Universal por haber tenido de colaborador a Jesús Galindez exiliado vasco en Nueva York y representante del presidente Aguirre del PNV, le empujaron a viajar. Primero Egipto, antes de la guerra del canal de Suez de 1956, donde fue corresponsal de Paris Match, y después a Sierra Maestra con Fidel y Raúl Castro, Camilo Cienfuegos y el Che… Bueno, mejor léanlo en su libro. Es una lección de vida, periodismo y humor.
Han pasado 62 años y allí sigue, tenaz con su blog, sin ganar un euro pero sí merecidísimos premios como el Miguel Gil en 2009, y sin entregar la bandera del fuerte. Gran ejemplo, maestro.
Ramón, por lo que tú y yo sabemos, ¡GRACIAS!
Vuelve pronto. We miss U!
Ramón,
Tomo nota de la recomendación literaria que nos haces e incluyo el blog de Enrique Meneses entre mis suscripciones del Google Reader. Gracias por descubrirnos estos pequeños tesoros.
Ramón, mientras existan ejemplos como Enrique, tú mismo y tantos otros, esta hermosa profesión no morirá jamás. Es más, ni siqiuiera agonizará.
Ramón, muchas gracias por tu exagerada admiración hacia mi trayectoria profesional, olvidando que lideras la nueva generación y sirves de modelo a la siguiente. El periodismo no es camino adecuado para el enriquecimiento material pero sí para satisfacción personal.
Por eso me gusta ser periodista por satisfacción personal. Nunca pensé que pudiera desempeñar otro oficio. Además con ejemplos como Enrique Meneses está claro: ¿Qué otra cosa se puede hacer? Gracias Ramón, Enrique y a todos/as que creen en nuestro oficio.
Gracias por compartir.
Leí a Enrique Meneses cuando era adolescente y vivía en mi pequeño pueblo extremeño. Ni me acuerdo del título, sé que eran reportages de varios lugares del mundo y me encantó. Ni sé como llegó ese libro a mi casa, había tan pocos libros, seguro que en alguna feria lo compré. Ahora de mayor, y después de haber estudiado periodismo me doy cuenta de que tenía buen olfato para elegir mis periodistas favoritos. Por entonces mis idólos eran Günter Grass, Mercedes Sarmiento y Enrique Meneses,¡cómo no!. Un saludo Ramón.
[…] 14.- “Hasta aquí hemos llegado”. Memorias del vterano Enrique Meneses. Para quienes quieren ser simplemente periodistas. […]