Guerras, espectáculo y ‘freelancers’
Sunday, 19 de July de 2009 por Ramón
Jugarse la vida por una buena historia no tiene sentido porque sin vida nunca hay un buen reportaje. El periodista muerto no envía historias, él se convierte en el centro de la noticia, y eso es un mal asunto. Los periodistas que van a guerras jamás piensan en su muerte. Creen que son inmortales. En la muerte sólo se piensa a la vuelta, cuando se recuerdan algunas de Las Cosas Que Nunca Debes Hacer. Con la experiencia y los años, el periodista que va a guerras aprende a distinguir una buena historia de un párrafo y sabe que nadie en su sano juicio se juega la vida por un maldito párrafo. Pero afortunadamente no todos los periodistas que van a guerras están en su sano juicio.
Los camarógrafos y fotógrafos de las grandes agencias internacionales de prensa son los que más arriesgan. Desde sus redacciones centrales se les exige el envío de “imágenes espectaculares”. Y esas imágenes sólo están donde se fabrica la muerte. La lista de camarógrafos y fotógrafos muertos es larga y en ella tengo algunos de mis amigos. Varias empresas extranjeras, y alguna española, han adoptado medidas para proteger mejor a sus reporteros: obligación de pasar un curso de adiestramiento (enseñan a moverse en una zona de combate y a no pisar minas, por ejemplo), la compra de chalecos antibala y cascos para protegerse de la metralla y la firma de pólizas de seguro de vida por lo que pueda pasar. No siempre estas iniciativas se han debido a la generosidad de un alto cargo, si no más bien por el miedo a las demandas judiciales de las familias y al descrédito que algún caso ha generado dada la renuencia de alguna compañía a pagar por el muerto. ¿Ejemplos? Los hay, y todos los conocemos.
Ahora estamos más protegidos gracias a este tipo de iniciativas y gracias, sobre todo, a la crisis. Desde que cayeron los ingresos publicitarios, las ventas y las audiencias se va poco a la guerra y sin guerras en titulares no hay periodistas de plantilla muertos. Desde hace algunos años los freelancers están copando los puestos vacíos porque abaratan los costes. Ellos son los que más se la juegan por colocar sus reportajes de Sri Lanka, Congo o Colombia. Debería regularse su labor, como sucede en Reino Unido, para protegerlos de la codicia, pues son personas que carecen de contrato fijo o por obra, no tienen un mínimo adiestramiento y un seguro de vida. También están expuestos a los abusos, al robo o manoseo de su copyright y al pago (tardío) de cantidades irrisorias por su trabajo. Ellos son el alma de nuestra profesión y por interés y por respeto deberíamos mimarlos.
PD Al gran reportero de TVE Vicente Romero le saca de quicio el uso inadecuado del adjetivo espectacular. Tiene razón: ¿dónde coño está el espectáculo en las imágenes de una matanza? ¿Puede ser espectacular la imagen de un tsunami que mata a decenas de miles de personas? El supuesto talento del periodista –también su sensibilidad- debería empezar a mostrarse desde el lenguaje.
Que razón tienes, Ramón.
Freelance es un cajón de sastre muy amplio. Muy buena reflexión, Ramón. Un abrazo.
Gracias como freelance por tu reflexion.
Gracias
Querido Ramón:
Creo que el reportero freelance se ha convertido en un apagafuegos informativo para un medio obscenamente rico por lo general (pese a la crisis, que suele ser excusa), que ha visto en esta figura un modo de cubrir una guerra con dos duros y evitarse problemas jurídicos. No importa que ese freelance cubra un conflicto en condiciones económicas paupérrimas, sin chaleco, sin casco, sin financiación previa y sin seguro. El freelance acepta esa situación por dos únicas razones: por vocación o por dinero. O por los dos.
Esos medios prefieren invertir millones y millones en entrevistas basura, en telerealidad y espectá-culo, ese de los platós donde otros “periodistas” se granjean el éxito y la audiencia a base de gritos, y donde los informativos de tv se se elaboran como la escaleta de un circo, con la pista central en youtube, donde saltan imágenes tontas, ¡el pico de audiencia de hoy!. Nuestro trabajo, desgraciadamente, TIENE que ser espectacular para competir con eso. Y lo intentamos hacer dentro de ese coliseo, pero intentando preservar el periodismo de verdad. Y tiene que ser espectacular porque si no, no vendes. Y lo peor es que si no vendes, no tienes nada que comer a fin de mes.
¿Corremos más riesgos por esa razón que un periodista de plantilla? Yo creo que sí. Ya no por acercarnos más o menos a la noticia, que eso lo hace todo periodista bueno, sea freelance o no. Los riesgos son los mismos. Sin embargo, el periodista de plantilla tiene más medios. Tiene un buen hotel, seguro, tiene un buen medio de transporte, seguro. Tiene hasta guardaespaldas, en el caso de CNN, por ejemplo. Y tiene la seguridad de que puede decir no. En Georgia, por ejemplo, un cámara de TF1 se negó a entrar en Gori. Se puede negar, Ramón, porque no van a echarle de su puesto de trabajo cuando regrese a casa. Un freelance no tiene un jefe que le despida (una ventaja), pero tiene que ir con sus propios medios, tiene que arriesgarse para obtener buen material, y tiene que vender para amortizar su carísimo y autofinanciado viaje a ese mundo… que a veces termina siendo un expedición hacia el otro.
Estuve paseando el mes pasado por el Memorial de reporteros muertos que RSF ha financiado en Bayeux, Francia. Son losas blancas, dispuestas en dos filas a lo largo de un camino fresco y tranquilo situado junto al cementerio de la segunda guerra mundial. Allí están grabados en lápidas de granito, verticales y frías, el nombre de los reporteros fallecidos en las guerras que ha habido desde 1944 hasta nuestros días. Paseé con pena y miedo. Leí el nombre de todos los compañeros españoles. Me sobrecogí al comprobar que muchos de ellos eran periodistas freelance. ¿Es una coincidencia? ¿Es porque sólo los freelance van a la guerra? ¿Es porque se arriesgan más? No tengo la respuesta.
Pero sí me gustaría darte mi opinión sobre la crisis, la seguridad y la libertad de expresión. ¿Estamos mejor protegidos gracias a la crisis? El periodista de plantilla ya no va a la guerra. Pero ahora está el freelance allí. Como tú dices en tu blog, sin ningún tipo de cobertura, sin seguro, y sin la garantía de que su trabajo se emita o se publique. Sin un estatuto que regule su sueldo, sus derechos, sus deberes. Sin poder contar todos los puntos de vista, porque hay que ahorrar y a lo mejor sale más barato empotrarse. En conclusión, un desmadre, en el que cada uno vende su material (jugándose la vida) al mejor postor y a menudo por dos pesetas. Y hay quienes pagan por reportajes y fotos en este mercadeo obsceno en el que se está convirtiendo el reporterismo de guerra. ¿Cuánto vale una noticia? ¿Cuánto vale una entrevista? ¿Cuánto pagaremos al talibán por mostrar su escopeta? Paris Match, dicen, 15,000 euros por un líder que mata a los soldados franceses. ¿Cuánto vale la vida de un reportero freelance? Allí, Ramón, y tú lo sabes bien, vale más su cámara Sony que su vida. Y aquí, en las redacciones de Madrid, no valemos nada, porque ni siquiera somos parte de “la familia”.
Creo que fue Nacho Escolar quien dijo una vez que ser freelance es la curiosa forma que tienen los periodistas de estar en el paro.
Al quite del post, una frase que un compañero me regaló tras volver de un viaje en el que perdimos dinero pese a trabajar para diversos medios cubriendo un acontecimiento de alcance internacional:
“Ser periodista es la manera más divertida de ser pobre”
cabría añadir que en ocasiones también arriesgada para ganar cuatro chabos.
Pese a todo, http://www.sanidadprivada.es y según explicó el directo general de Aliad, Julio González Bedia, el crecimiento “moderado” de los últimos años demuestra el carácter “anticíclico” de la sanidad privada.
coffee…
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