El último del fuerte
Friday, 19 de June de 2009 por Ramón
Hay veces que la vida atropella a las personas. Gentes que se sitúan en una torreta del fuerte dispuestos a defender la civilización occidental -o la oriental, que todo depende del punto de vista de la educación-. Soldados del VII de Caballería que observan a los indios reunirse en la pradera para atacar y que por algún mecanismo extraño deciden no escapar a tiempo, sino permanecer en su puesto en una actitud temeraria, casi suicida. Y cuando los indios se lanzan al galope nuestro defensor cierra los ojos y dispara sin saber a quién dispara y cuando los abre pasado el arrebato, el ruido y el miedo se descubre solo en un fuerte en ruinas protegido por un muro roto y rodeado de llamas y cadáveres. En la mano le queda la bandera hecha jirones y la duda de si está vivo. Pasaron los indios, pasó la guerra y el peligro aparente. ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde caminar? ¿Quién traerá la cantimplora que apaga la sed?
La vida se compone de atropellos, banderas salvadas, heridas y supervivencias milagrosas. Lo mejor de algunos pesimistas, los que saben que las guerras se pierden todas, es su capacidad de lucha, de no rendirse nunca, aun sabiendo que no hay premio, ni terrestre ni celestial, sólo la conciencia de cada individuo.
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Como no tengo nada propio ahí va una cita:
” La obediencia no es nada más que una forma de canonizar la pereza”. ( Germaine Beaumont)
Me gusta mucho esa definición de pesimista, de hecho, nunca encontré una más acertada. Espero que sirva para algo la conciencia individual…yo no puedo escapar a su imposición pero de momento, no me ha lucido el pelo ¡ah! es que no hay premio, ni celestial…por algún lado estará la gracia digo yo…Me encantan los comentarios que dejáis por cierto, veo que Ramón tiene unos lectores bastante interesantes también. Un saludo. Gran frase de Beaumont.
Esos kamikaces, hermano Lobo, son nuestro futuro. Sin ellos, la tierra sería un desierto y el fuerte ardería en llamas.
Alguien tiene que estar constantemente de vigía y cada dos por tres, tocar la campana que ilumina mentes y remueve conciencias. Si no fuera por los inconformistas y por los ilusos e idealistas, hace ya mucho tiempo que nuestra especie hubiera sido presa de los lobos con pinta de homo sapiens.
Salud, y lucha hermano Lobo. Salud y lucha. 🙁
Bravo. Pelear y pelear siempre. Desde nuestro pequeño cuadrado del gran tablón de ajedrez, aunque sepamos que todo está perdido. Cómo le leí una vez a Reverte, al menos que les sangre la nariz. O algo así.
Saludos
Ivan M. García
Esa lucha nos obligan a hacerla todos los días todos los que se quieren aprovechar de nosotros(telecos, farmaceuticas, distribuidoras, electricas, gobierno).
Aunque ahora gracias a la Red, se que nunca peleo solo.
Gracias a Todos por todo.
“La única batalla perdida es la que se abandona”, ¿no?
Soberbia tu entrada, para variar. 😉
Un filósofo español, que me perdone por no recordar su nombre, dice que está convencido que la humanidad camina hacia su destrucción, pero añade que él se levanta todas las mañanas como si eso no fuera a ocurrir y dispuesto a luchar para que no ocurra.