Buscando esperanza desesperadamente
Wednesday, 17 de June de 2009 por Ramón
Una novia de larga duración que hoy es una gran amiga me dijo: “Escribes historias terribles en las que no hay esperanza”. Esa frase me impactó tanto que ha marcado gran parte de mi trabajo. Desde que la escuché al regresar de una de las misiones a Bosnia-Herzegovina, en los años noventa, he buscado en cada crónica y reportaje un hilo de esperanza del que tirar, una ventana, por pequeña que fuese, en la que el lector pueda asomarse y respirar. A veces es una sonrisa, una mirada que taladra o el niño Bojeh amputado de la guerra de Sierra Leona cuyo gran sueño era ser camionero. Creí que lo había logrado hasta esta semana. En unos de los excelentes comentarios al post titulado El grave problema de poder elegir Paz escribe: “Al leerte se me ahoga la esperanza”.
Otra vez la conmoción, otra vez la necesidad de buscar y encontrar hilos de esperanza de los que tirar. Mi problema es que busco desesperadamente esperanza donde no la hay, entre gente depauperada que no conoce la crisis económica ni la financiera porque su vida sólo tiene dos niveles de pobreza: morirse de hambre de repente o morirse de hambre durante toda la vida. Busco esperanza entre enfermos de sida que carecen de dinero para pagar las medicinas y de familiares que los cuiden y de un colchón donde morir como una persona. Busco esperanza entre las mujeres maltratadas por la tradición y unas religiones que no sirven para salvar almas, sólo para domesticar y embrutecer a las personas. Busco esperanza entre miles de niños soldados armados con las armas que fabrican los países occidentales (España ya es el octavo exportador. ¡Enhorabuena Zp!) que después les mandan medicinas semicaducadas para paliar los efectos de la guerra. Busco esperanza en un mundo injusto en el que no existe el mérito ni el talento sólo la obediencia debida y la mediocridad más insultante. Busco esperanza pero no la encuentro y después de tanto buscar pienso que quizá la esperanza mayor es poder seguir buscando.
Esperanza siempre hay … además de buscarla, hay que doblarse ante ella cuando uno la encuentra, y dejarse arrastrar más por ese sentimiento que por todo lo que alrededor grita “desesperanza”… es atreverse a cambiar la mirada, porque a los periodistas alguien nos dijo un dia que nuestra labor primordial era contar la peor parte del ser humano y “enseñársela al mundo” … y sumidos en esa labor, hemos dejado de contar muchas historias maravillosas, valientes, esperanzadoras, de la gente que ha tomado entre sus manos a una parcela del mundo para salvarla de esa su parte terrible… de esa única cara que retratamos los periodistas, pero que no es la totalidad de este género llamado “humano”
Quizá la única esperanza sea seguir contando esas historias. Quizá sea la única manera de que sus protagonistas tengan la esperanza de que quienes vengan detrás de ellos puedan encontrarse con un mundo mejor.
El escribir y poder llegar a quién de otra forma no serían conscientes de todos esos tormentos que asolan a la humanidad, debe ser suficiente esperanza. No siempre es posible ver las cosas como nosotros quisiéramos y si a la tal Paz se le ahoga la esperanza al leerle, a mi se me abre la autopista de que podamos cambiar a un mundo mejor, gracias a gente que, como usted, cuanta lo que ve.
Si quisiera leer chascarrillos, me iría al Hola. Si quiero conocer otros mundos, otras culturas y lo que de verdad son penurias, le leo a Usted o a Don Vicente Romero.
Si le sirve de ayuda, para mi poderle leer todos los días es un inmenso placer que me da fuerza para seguir en mi lucha contra el mundo. Para mi, son ustedes la verdadera esperanza.
Salud y ánimo hermano Lobo!. 😀
Al menos tenemos a gente que viaja por el mundo para contar esas historias. Creo que el hecho de que haya gente que busque lo desconocido es el primer paso que debe dar la esperanza. Despúes pueden llegar los cambios.
a veces desesperamos más nosotros ante las situaciones que describes, Ramón, que la propia gente que las sufre día a día. ellos tienen pequeñas esperanzas cotidianas que van haciendo su vida no tan desoladora como nos puede parecer. aquí la gente necesita grandes signos para tener esperanza, señales obvias, una ventana al cambio. a veces la esperanza para esa otra gente es, simplemente, la única comida del día después de una jornada de hambre. pero eso a nosotros no nos sirve, porque nuestra esperanza es que un día se termine el hambre en el mundo.
una vez una amiga periodista me dijo que estaba desolada. había conocido a un tipo inglés que le había dicho categóricamente: “No leo los periódicos porque después de leerlos ni me siento mejor ni soy mejor persona”. para ella esa afirmación se sumaba a la desazón que siente por el estado de los medios de comunicación en la actualidad. y me hizo la misma reflexión que haces tú aquí, Ramón. parece que se ha perdido la capacidad de contar cosas buenas. y cosas buenas, pequeñas esperanzas, las hay en todas partes. quizá nosotros no seamos capaces de verlas. pero sí es responsabilidad nuestra, de los periodistas, intentar transmitirlas de algún modo. y es verdad, como dicen muchos de los comentarios anteriores, que leyéndote a ti uno tiene la esperanza de que esto un día será de otra manera.
os invito a ver la web http://courrierjp.com/120/eng/
muestra una pequeña parte un proyecto que ya tiene forma de libro y de exposición. se invitó a ciento y pico fotógrafos de todo el mundo a explicar nuestra idea de lo que es la ESPERANZA (HOPE, está en inglés). teníamos que hacer la fotos el día de la toma de posesión de Obama. se pueden ver imágenes de todo tipo. incluso de las más desesperanzadoras.
Esto se seguir buscando me ha recordado a los chicles de hace años, que casi siempre venían acompañados de una pegatina que decía “sigue buscando” (o “sigue rascando”, depende de la generación).
Nunca conocí a nadie a quien le hubiese tocado el premio. Pero todos seguíamos comprando chicles como idiotas. Así que tienes razón: la gracia está en poder seguir buscando.
Gracias por el post, por recordarnos que en definitiva la vida es una búsqueda que termina cuando cesamos en el empeño
Vasili Grossman, en “Vida y destino”, libro terrible, demoledor, habla por boca de uno de sus personajes sobre la esperanza y dice algo así como que la esperanza nunca va ligada a la razón, nace del instinto.
Yo cuando leo tus historias y las das a conocer ya veo esperanza.
La esperanza es lo que hace a tantas personas rehacer su casa una y otra vez borbardeada,
Ahora desde que empiezas en el periodismo y te jubilas puedes haber estado en un millon de sitios currando pero es seguro que en muchos casos empiezas escribiendo de la misma guerra y te jubilas con la misma. Estos conflictos de baja intensidad que intentan acabar con la esperanza de la gente d muchas generaciones.
Yo muchas veces me siento una estafadora te ven a aparecer y piensan que tu puedes cambiar algo………….. pero por otro lado cuando me entra la depre, pensar en ellos me da el coraje suficiente para seguir , pienso, si ellos pueden con más, yo con menos problemas tengo que seguir.
“el trabajo infructuoso conduce al hombre a la melancolía…”
sin frutos que recoger…..socialistas melancólicos
cuánta noñería hay últimamente por aquí…
saludos
Querido Ramón,
Nos une la profesión y el espanto de enfrentarnos de vez en cuando con el horror. Como tú me debato en cada crónica con el dilema de “darle una salida al lector”. Como tú sólo lo logro en algunas historias. Las otras sólo destilan la desolación de la realidad de esos que tan bien describes como gente “con sólo dos posibilidades”.
Todos los que cubrimos alguna vez una guerra sufrimos depresiones. Todos. En ciertas ocasiones esa depresión –curada o no—aparece en nuestras crónicas. Hay que reconocerlo.
Pero es imposible ahorrarles a nuestros lectores la transferencia de al menos una parte del sufrimiento que nosotros sentimos cuando nos enfrentamos a las miserias humanas. No podemos edulcorar el sufrimiento de la gente que entrevistamos para que los lectores se sientan mejor, para que encuentren esa ventana de esperanza. En la mayoría de los casos no la hay.
Gustavo Sierra
Diario Clarín/Argentina
Recomiendo a la gente a la que se les ahogue la esperanza que empiecen a nadar. Por suerte todavia son las personas las que crean y destruyen la esperanza, aunque a muchos les duela.
saludos y mis felicitaciones por el blog, es un magnifico lugar de reflexión y conocimiento.
Hace poco le escuché citar a un filósofo y profesor durante treinta años en un centro de educación especial, un verso de Blas de Otero: “Nada es más necesario al hombre que dos lágrimas”.
Luego se preguntó por la gente que se rebela contra la idea de que el mundo es un valle de lágrimas, como esta sociedad harto satisfecha que proscribe la idea de la muerte y del sufrimiento como algo alejado de la condición humana, enterrando la esperanza. Creo que de ahí nace parte de un implacable “mal” para provocar dolor e indiferencia.
Camino por la universidad y pocas veces veo luz, hay mucha incomunicación, las miradas son grises… sin embargo, basta cruzarse con la persona indicada, abrir un libro, observar una fotografía, leer una crónica, recordar un amigo que mira desde el cielo para saber que hay faros que a lo lejos nos iluminan y que la esperanza existe aun en las más terribles condiciones.
La esperanza, decía un jesuita, es la convición de que en la realidad hay más bien que mal, que el amor es más fuerte que la muerte.
Te sigo desde hace muchos años, desde antes de que empezara la univerdad, y ya debería haberla terminado hace dos años… GRACIAS por este blog.
¿Qué es la esperanza? Este sí es un buen tema. Por lo que yo sé la esperanza, el amor y la fe van siempre juntos. Confiamos en Aquel que nos ama, podemos percibir su amor que a su vez nos mueve a amar a los demás y por esta confianza y este amor podemos esperar. La confianza es sólida como la roca, es la base y el fundamento. La esperanza es como la fe en estado líquido, es la que une lo que es y la promesa y sabemos que esto es cierto porque somos amados.
La esperanza consiste en mirar con otros ojos, en ver lo que nadie ve, en sentir lo que nadie siente. Aquellas personas que tocan la esperanza, son las que mueven el mundo. Me impresiona mucho el discurso de Martin Luther King, cuando dice “I have a dream…” Él veía lo que nadie más veía: blancos y negros juntos, unidos por el amor, como hermanos. Él tenía fe en que lo que decía era posible y por eso tenía esperanza.
Una vez me dijiste que Kapucinsky veía lo que nadie más veía y que eso lo convertía en un periodista tan especial. Creo que lo de la esperanza es algo parecido, es ver lo invisible, lo que nadie más ve. Es cierto que a veces, lo que hay es tan horrible que rompe el corazón y es difícil encontrar algo positivo. Por eso hay que cultivar la mirada. Para mí es esperanza que en un campo de concentración en el que todos viven en una atmósfera completamente deshumanizada, un hombre se ofrezca a morir en el lugar de otro, sólo por amor. Que a pesar de ser torturado por el hambre y la sed, su esfuerzo se concentre más en amar a los que se encuentran encerrados con él, en alimentar su fe y engordar su esperanza, que en pensar en sí mismo, en su propia muerte y en sus atroces sufrimientos.
A veces no vemos la esperanza porque nosotros mismos vivimos sin esperanza, también es difícil reconocer el Amor cuando se vive sin Él. Sin embargo, mi esperanza es poder compartir con tantos como sea posible este fuego interior, esta llama de amor que mantiene mi corazón encendido, este deseo de invitar a descubrir un modo de vida diferente en el que nos sabemos profundamente amados, en el que esta sed de amor se sacia completamente y nos permite amar a todos con la enorme libertad que concede el amar sin esperar ser amado, ya que nuestra necesidad de amor está plenamente cubierta por el Amor. Mi deseo es que toda mi vida pueda resumirse en una palabra: “Amó”. Amó a Dios y amó a los hombres.
Intentaré ser breve pero directo…
No hay esperanza, sólo hay vida, con los medios que tengamos. Además no somos tan inteligentes como nos creemos.
Para demasiados la vida es supervivencia en lo más básico. Para otros pocos la supervivencia es mental, individual y colectiva. Como leía en una “Contra” de “La Vanguardia”, “Sea egoísta, piense en los demás”, porque, lo deseemos o no, nuestro futuro humano es común.
Sólo nos puede ayudar la capacidad de comprendernos y comprender. Y en eso, tú, Ramón, nos ayudas.
Comprendernos en el sentido de autoreflexión, de lo individual a lo colectivo, en el sentido más taoista posible de nuestra mentalidad “occidental”.
Especialmente, comprender que no somos tan inteligente ni poderosos.
El taoismo surgió de la desesperación, así que incluso la desesperación es vida creadora.