Alma y la ducha
Monday, 1 de June de 2009 por Ramón
Alma fue mi interprete y guía en un Sarajevo atroz que olía a basura quemada. Era abril de 1993. Después de muchos días juntos y algún susto en la calle Vase Miskina decidimos parar en el bar Ragusa, el favorito de Juan Carlos Gumucio. Hablamos de él, de su inmensa humanidad. Hablamos de Alfonso Armada, mi antecesor en la ciudad y de quien heredé a Alma. Hablamos de ella: profesora, clase media, una hermosa casa en la zona antigua de una ciudad, de sueños y esperanzas quebrados por la metralla. Le conté que había agua caliente en el hotel y se lo conté sin pensar, como quien comenta una tarde soleada. Ella me clavó unos ojos muy abiertos. “¿Quieres decir que tienes agua caliente en la ducha?” Me contó que llevaba casi un año lavándose con un cazo y un cubo de agua fría porque no siempre tenía leña para calentarla. Le invité a venir al hotel a ducharse. Subimos a la habitación. Alma estuvo unos 45 minutos cantando, gritando, gimiendo bajo la ducha. ¿Un orgasmo? ¿Se ha vuelto loca? Cuando salió envuelta en una toalla blanca parecía una pasa al rojo vivo. No dije nada. Ella tampoco. Sólo sonrió mucho. Se vistió y nos fuimos.
En junio de 1995 viví cinco semanas en una casa en Sarajevo, en lo alto de una de las colinas. Dormía allí pero desayunaba y cenaba en la cercana Pensión Hondo (hoy Hotel Hondo) con Julio Fuentes, Yannis Behrakis, Emma Daly y Christianne Amampour, entre otros. En mi casa de la colina no había agua corriente. Me lavaba cada mañana con un cazo y un cubo de agua que la señora solía calentar.
Al concluir mi misión viajé a la costa por la carretera que bordea el espectacular río Neretva. Me hospedé en el hotel Split donde tenía aparcado el coche alquilado en Trieste. Estaba cansado de guerra e incomodidades. Antes de subir hacia Italia por la costa (otro espectáculo visual) subí a la habitación, me desnudé y abrí la ducha. Salía caliente y a chorro, de estas que casi hacen daño al golpear el cuerpo. Estuve unos 45 minutos cantando, gritando y gimiendo como un loco. Desde ese día, cada vez que ducho, sea en Madrid o en cualquier otro sitio, sé que soy un privilegiado frente a esa gran parte de la humanidad que toda su vida gira en la búsqueda de las fuentes de agua. Un golpe de muñeca frente a horas de camino en las aldeas de África. ¿Quién tiene tiempo para la educación, la cultura y la economía cuando toda la vida se te gasta en sobrevivir?
También pienso mucho en Alma y en su regalo: enseñarme el valor de una ducha.
Grande, Ramón. Es la misma sensación que tenemos nosotros cuando hacemos retiros con líderes de zonas populares de Caracas. Lo que adoran de los viajes de trabajo y educación es que se pueden bañar en un baño de ceramica con agua caliente. Das en un clavo que nos es cercano.
Gracias
Pues nunca lo había pensado. Y eso que pase más de media infancia yendo y viniendo a por agua a la fuente del pueblo. Teníamos un aparato para evitar que se derramase. Era un cuadrado de un metro aproximadamente hecho de rasilla de madera. En cada lado se ponía uno de los calderos (ahora los llamamos cubos, como en la ciudad) y la fuerza hacía que se sujetasen ambos sin derramar una gota. La vedaz es que en aquella época las duchas no existían y los baños eran esporádicos. Pero bien pensado y recordando lo que era tener que ir un kilómetro a por agua, me imagino lo que debe suponer recorrer diez o doce kilómetros para encontrar un agua amarronada llena de microbios.
Como bien dice usted, hermano lobo, ¡como para pensar en libros, espectáculos y otras zarandajas!.
¡Que grande es el mundo y que mal amueblado está!
quise decir la verdad… (¡estas manos!)
Conozco bien Nicaragüa. Estuve trabajando en varios proyectos de cooperación…hasta que la cooperación acabó conmigo.
Recuerdo el primer viaje, las escalas durante dos días, la llegada de noche a Estelí y mi segunda frase ( la primera fue : ¡dónde me he metido! )…¿dónde está el baño?.
El baño, ese lujo occidental del que pensamos que no podemos prescindir, hasta que prescindimos.
El baño…se componía de dos zonas perfectamente delimitadas. El retrete o letrina…y la ducha o aseo. Ambas estaban ubicadas en una ampliza zona común, denominada patio, supongo que porque era el patio trasero de la casa.
Ambas zonas eran de fácil acceso con linterna, utensilio muy prático para espantar a las cucarachas nocturnas.
El aseo se transformaba rápidamente en ducha…si se utilizaban los cubos para hacer caer el agua – helada- sobre nuestras cabezas.
Recuerdo como me impactaron los comentarios que hicieron ,en su primer viaje a España, los representantes del Movimiento Comunal de Estelí. Los llevamos al centro, a una manifestación – era el 1 de Mayo- y no entendían el concepto de parking bajo tierra. Luego, al ver las banderas de la CGT, pensaban que había muchos sandinistas en España y en casa…la pregunta…..Si vives en una sexta planta….. ¿que trozo de tierra te pertenece?.
Lo del agua era…es…tremendo. En unos años veremos que no se dan las guerras por el petróleo…sino por el control del agua.
Ellos sólo miraban los grifos…ahora fria…ahora caliente..ahora fria…ahora caliente….
El mejor regalo que tuve hace dos años por mi cumpleaños fue una ducha de agua caliente, una amiga mía me invitó a su casa a cenar y a ducharme-llevaba dos meses viviendo en una habitación alquilada y mi casero no pagó el gas, así que nos lo cortaron, así que me hice con una ebullidora de agua y así tiré, pero esto me sucedió en el “mismito” París- desde entonces también valoro este gesto cotidiano como un privilegio…de hecho, creo que he olvidado y olvidaré muchos -la mayoría- de los regalos que he recibido y recibiré por mi cumpleaños, pero aquél me parece que siempre lo recordaré. Un abrazo a todos los lectores-admiradores de Lobo ¡y uno más grande para él!
Ces petots plaisirs!!!!!!!!!!!!!!
ces petits plaisirs!!!!!!!!!
( me bailan las letras o seré yo)
cuántas duchas
os he imaginado a todos desnudos
mientras os ducháis
; )
qué bonita historia, ramón.
estuve en Malawi, un pequeño país africano, el año pasado un mes, trabajando en una historia sobre las mujeres y el agua en ese país. descubrí, con horror, que muchas mujeres son atacadas por cocodrilos cuando van al río a por agua, a lavar la ropa o a bañarse. que muñas niñas dejan la escuela cuando les viene la regla porque no hay agua ni letrinas para asearse y que los hospitales están llenos de mujeres que se ven obligadas a cuidar de los suyos, enfermos muchas veces por enfermedades relacionadas con el consumo y uso de agua en mal estado. llegué a España en abril, muy consciente de lo que suponía vivir sin agua, y el primer día que encendí la radio me encontré con un debate intenso sobre el mini transvase del Ebro. el problema principal que observaban los tertulianos era que si no se hacía el transvase y la situación de sequía continuaba, se tendría que dejar sin suministro unas horas al día a gran parte de la población de Cataluña. ¡Dios mío! ¡qué horror, vivir sin agua unas pocas horas al día! Ojalá nos cortaran a todos el agua unas horas al día para que pudiéramos valorar su importancia real. Quizá así dejaríamos de malgastarla.
#9
Ha mentado Vd la bicha… como se entere el Tío Paco y su amigo murciano…
deliciosa anécdota, casi tanto como el trayecto Sarajevo-Mostar zigzageando a las órdenes del río más bello…
nota. Ramón, me gustaría enviarte un mail, ¿dónde para tu dirección?
Es increíble. Yo era muy chica cuando sucedió la Guerra de los Balcanes y hubo un titular que nunca me voy a olvidar: “La ONU llegó a Kosovo” . Lo recuerdo porque no entendía pero ONU y Kosovo aparecieron por primera vez en mi cabeza y la imagen de la destrucción tampoco se me pudo salir. Pasaron años y recién ahora terminé de “intentar” entender el conflicto. Creo que no del todo, pero lo intento. Y leí un libro de Asne Seierstad contando la vida.
Ahora leo este relato y todo eso que recuerdo de chica toma una dimensión distinta. Cuán extrema es la situación de la gente que reside en un país en guerra y cuán increíble es haber sido alguien totalmente abstracta a toda esa ausencia de esperanzas, supongo. Ý ahí, en ese momento, es cuando se valoran las cosas.
Hoy en Argentina siento (y es así) que nada funciona, que todo es un desastre. Me revuelco de envidia pensando en los países primer mundistas y nosotros, con tantos recursos, nos perdemos en la nada. Pero gracias a usted Ramón Lobo, no sólo que veo una parte del mundo que ya algunos se aburren de contar, sino que a través de este relato hacen que valoremos un poco más las cosas. Yo puedo ir a la universidad, a mi no me apedrean por tener sexo o emborracharme. Todavía algo de positivo hay en la cultura en la que vivo. Ahí es cuando me doy cuenta que también es mi momento de mirar con un poco más de positividad las cosas.
Buenas Me ha gustado bastante tu post asi que pense en dejarte un saludo. He copiado tu rss para no perderme tus articulos. Abrazos desde Guatemala