Ayer se celebró un homenaje a Pepe Comas en el Centro Asturiano de Madrid. He hablado varias veces de él en este blog. Es el autor de crónicas memorables durante más de 30 años de corresponsal y también de definiciones excelsas, como la del periodismo ratonero, la egoteca y la terapia ocupacional, que es aquella en la que el periodista dedica sus talentos a mantenerse en forma ante el desinterés ambiental. Se presentaba ayer la segunda edición de su libro Crónicas del linfoma, que no es un libro triste sobre la muerte, sino sobre la vida a la que la muerte da sentido. Lo dijo bien Guillermo Altares: “El cáncer mató a Comas, pero no lo derrotó”. Me gustó otra definición del redactor jefe de Babelia, quien comparó este oficio con la serie The Wire: los periodistas que compartimos pupitre, desgracias, vida y muerte somos, sobre todo, compañeros de patrulla.
Ésta es una de las esencias del periodismo de siempre: vigilar, molestar y realizar un trabajo ciudadano de estricto control de los poderes públicos y privados, tan dados al exceso. Me ha gustado también la intervención de Miguel Ángel Aguilar, que fue mi director en El Sol: “No hay que confundir la electricidad con sus derivados, como es la luz”. Se refería a Internet, una herramienta a menudo situada en contraposición al periodismo tradicional, que no del papel, sino al periodismo que molesta, el que se dirige a ciudadanos, no a consumidores, el que valora el peso ético y político de las noticias, no su espectacularidad. Ése es el periodismo de José Comas. Podrán matarlo la crisis y los máster del universo que pululan por el firmamento, pero nunca podrán derrotarlo.
[…] | Ramón Lobo (ahora versión mejorada con look […]
Pues es una pena, Hermano Lobo, que se esté sustituyendo el periodismo de verdad, por Elenas Francis.
Como aquella legendaria mujer que resultó ser un guión escrito por un hombre, el periodismo actual sigue el guión del negocio, del poder y de las guerras intestinas por manipular la voluntad de sus consumidores.
De esto también somos culpables nosotros, los que compramos todos los días el periódico y esperamos, por ejemplo, la editorial de Gabilondo en Cuatro, como agua de mayo. Nosotros sólo queremos oír, ver y leer, al que confirma nuestro parecer, y eso emplotrona al peeriodista.
Salud, hermano Lobo 🙂
Crónicas del linfoma no es sólo un libro que se enfrenta a la muerte como José Tomás a un toro, una obra que rompe uno de los grandes tabues de nuestra época (la enfermedad, el deterioro del cuerpo, la certeza de la muerte), sino que también es una gran lección de periodismo. Por su lenguaje, por su valentía, por las historias que cuenta, por como están planteados los textos… Es una joya, de verdad.
Leí siempre a Comas. Era un periodista lúcido y riguroso. Se le echa de menos.
Abrazos,
Diego
“Vigilar y molestar”, claro!. Y seguir haciéndolo a pesar de que muchas veces la batalla está perdida y los tipos que manejan el cotarro permanecen impunes. De esa forma, tal vez a la larga, no lo sean tanto.
Ivan M. García
Recomiendo para reirse de todo este bolero irónico que han colgado el youtube,unos tios de valencia que encima canta de p.m
trajes para todos camps.
Echar de menos a Pepe es decir muy poco. Apenas hay noticias y análisis en El País, no solo de Alemania, sino de Europa, de esa Europa que él conocía tan bien, la del Este, los Balcanes, su cultura, su vida cotidiana, su deporte… que todo entraba en una crónica de Pepe, el sabio Pepe.