El precio de contar historias
Thursday, 14 de May de 2009 por Ramón
Contar historias es hermoso, pero tiene consecuencias. Lo descubrí a los siete años cuando inventé ante una muchacha que planchaba en casa de mis padres la muerte de otros padres, a los que llamé “mis verdaderos padres”. Se la describí con pasión y detalle: el accidente de avión en las selvas de Venezuela, el orfanato de Maracaibo, sus paredes verdosas y sucias, las peleas en el patio con los demás niños, los malos tratos de los cuidadores y estos padres adoptivos sacándome de paseo los domingos… La chica, recién llegada del pueblo y cuyo nombre no recuerdo, planchaba y lloraba embriagada por la crudeza del relato. Su reacción alimentaba mi fantasía y mi fantasía su reacción hasta que ella aparcó la plancha, rodeó la tabla y me abrazó estrechándome entre sus pechos durante unos minutos que parecieron semanas.
En ese extraordinario momento en el que rocé sus pechos con mis labios decidí que sería contador de historias y que haría llorar a las mujeres que abrazan. No recuerdo su rostro ni sus manos ni el pelo, solo recuerdo unos pechos mullidos que se hinchaban y deshinchan de forma rítmica y extraordinaria desbordando el uniforme. La chica, convencida de la autenticidad, abordó a mi madre horas después: “No conocía la historia terrible del niño”. Cuando ella contó a mi padre lo ocurrido, éste reaccionó como reaccionaba a menudo, dándome un par de bofetadas por mentir. Su fuerte no era la Psicología.
Aprendí que la ficción genera ciertos problemas de comprensión en el interlocutor y que toda vivencia extraordinaria lleva un impuesto añadido que no se puede evitar, sólo hay decidir si merece la pena arriesgar. Han pasado 45 años de aquel abrazo amacordiano y volvería a pagar sin dudarlo.
Gracias por compartir esta preciosa historia
O sea, que crees que mentir es lícito para conseguir los objetivos, y volverías a hacerlo; que casualidad, como Bush, Aznar, etc.
La historia es preciosa, si; no se si es real o ficticia, ni me importa. Lo que sí se es que como narrador has ganado algún punto, pero como periodista has bajado unos cuantos en mi escala. (una pena)
Yo creo que un periodista no debe inventar pero si echará mano de su imaginación para escribir sus historias. Alguien imaginó una historia muy bonita para mi, cuando decubrí que era mentira, me entristecí un poco. Con el tiempo me di cuenta de que la historia era mucho más bonita. La habían inventado sólo para mi.
A los siete años no sabe que existen objetivos y te puedo garantizar que Bush y Aznar no tienen la idea de lo que se siente entre dos pechos mullidos. Si lo supieran tendrían otro carácter. Es una historia real, la reacción al nacimiento de mi primera hermana y el rechazo a un mundo en el que había dejado de ser el centro. Jamás olvidaré esos pechos que se hinchaban y por ellos volvería a inventar una novela. Creo que el periodismo no tiene mucho que ver con esta vivencia, pero cada uno es libre de interpretarla. Es lo hermoso de la vida: la pluralidad. Gracias
¡bella historia! como narrador siempre ganas, ramón. y como un periodista no es sino narrador de realidades, ganas también. los que pierden son los que piensan que un periodista no es capaz de dividir sus pasiones entre la realidad y la ficción.
A cada uno nos lleva a escribir una razón, y muchas veces está vinculada a la infancia. Gracias por compartir la tuya =)
Ja, ja, ja….., ya me parecía a mi que eras un pinta cuando ibamos juntos al colegio.
Una delicia leerte.
Un abrazo
A mi me gusta que me hagan reir , la verdad que alguien se invente una historia para hacerme llorar ………………………..bastante con lo que la realidad nos pone en el camino, aunque para gustos estan los colores.
Saludos .
Aupa Athletic .
Hermosa historia. Todos tenemos un/a Sherezade interior dispuesto a contar historias más de mil y una noches.
Gracias
Las dos bofetadas me las llevé sin que mi padre supiera nada de mi aventura con los pechos; si se entera, me mata. Me las llevé (las bofetadas, se entiende) sólo por mentir cuando en realidad los niños nunca mienten, sólo fabulan
Lobo,
yo creo que la profesión de contador de historias, sean reales o ficticias, tanto da, es la más hermosa del mundo.
Creo que la profesión de contador de historias, sean reales o imaginadas, es la más hermosa del mundo y merece la pena “cobrar” por ella
Bien merecidas las bofetadas, aunque seguramente sean de las que te salieron más baratas de toda tu infancia, ¿no?