“Escríbela otra vez, no es buena”
Monday, 11 de May de 2009 por Ramón
A los 20 años entré en el despacho del director adjunto o subdirector, no recuerdo el cargo, de la agencia Pyresa, desaparecida en 1979. Se llamaba Juan José Porto y le recuerdo con mucho cariño. Un amigo, Manuel Gómez Blanco, me había dicho que estaban aceptando candidatos a periodista. Tenía buena información, pues su padre era un alto cargo de lo que se llamaba la Prensa del Movimiento (franquista, para los más jóvenes). Llevé una lista con propuestas de reportajes y entrevistas y el texto de una que le acababa de realizar a Antonio Gala. Porto levantó los ojos, me saludó, tomó los folios que le extendía mientras le explicaba de qué se trataba y los rompió sin mirarlos tirándolos a la papelera. “Escríbela otra vez, no es buena”, dijo. Me quedé petrificado. Sólo acerté a balbucear: “Pero si no la ha leído”. Porto, replicó: “Es imposible que esté bien, vuelve a escribirla”. Encontré una máquina de escribir libre en la sala de los fotógrafos que estaba en el extremo de unos inmensos talleres donde se imprimía el diario Arriba y el Marca. Recuerdo el espectáculo de las linotipias, su olor. Al cabo de un par de horas, volví al despacho del director adjunto o lo que fuera. Éste colocó los folios sobre su mesa y dijo: “Te doy dos opciones. Lo corregimos juntos o lo publico como está y si no me gusta lo que leo mañana no vuelvas por esta agencia. Tu eliges”. Me senté a su lado. Porto cogió un lápiz rojo y emborronó el texto: “Fuera adjetivos, las comas son un lujo, esta frase es muy larga, esto no se entiende… Pásala a limpio”. Lo hice. La escribí por tercera vez.
Estuve dos años como colaborador de los que se llamaba Pyresa B (entrevistas y reportajes para alimentar la cadena de periódicos regionales) y aprendí muchísimo de aquel tipo. Aquel primer día fue una prueba de resistencia para conocer si estaba realmente dispuesto a ser periodista. La segunda parte de esa prueba fue comprobar mi reacción al cobrar la entrevista. Me pagaron 250 pesetas (1,50 euros). Me pareció un sueldazo.
entrañable
Gran relato, Ramón. En este post nos comentas tu llegada a la agencia Pyresa. Si me permites una sugerencia para el próximo, ¿por qué no escribes sobre tu último artículo en esa agencia? Me gustaría conocer cómo evoluciona un periodista como tú con el paso de los años, si se pierde esa inseguridad de los primeros días… Espero que recojas el guante.
Esos son los buenos ‘profesores’. Te derrotan. Pero a la vez construyes experiencia y maduras como profesional. Supongo que fue un lujo tener a alguien como él y aprendiste muchísimo.
Un saludo,
Adri.
Ganas si no te derrotan, Adri. Darwin. Contaré poco a poco más recuerdos de aquella extraña agencia.
Seguro que se gana, pero si uno pierde la inseguridad o, mejor dicho, si uno se cree seguro al 100% entonces se acabo el periodista y empezó la estrellita castro…
A mí cuando entré de becaria en la SER en Hora 14 con Juan Ra Lucas. (no voy a decir el año, pero hace mogollón de tiempo) Él me dijo que tenía que responder tres preguntas para saber si iba a currar de periodista o sólo a traer cafés. La primera pregunta era la capital de Honduras. Respondí (no iba a ignorar la contestación, digo yo. Hacía poco que había estudiado en BUP Geografía física y económica). La segunda fue equipo de fútbol favorito. Me tiré al pisto y dije que Atleti de Madrid. (Juan Ra pensó que me lo habían soplado. No es verdad. Soy atlética hasta la médula en una familia de madridistas). La tercera fue… el comienzo de “Cien años de soledad” y… Resulta que me lo sé: “Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que lo llevaron a conocer el hielo…” El resultado: empecé a ser un poco periodista y él tuvo que ir por sus cafés. Jajaja
Gracias, Ramón, Ramon Lobo Y ahora no apelo a tu segundo apellido. Estás bien parido. Y no poruque me devolvieras un gran tiempo personal, huano, tan dificil en en lo politico, porque me revuelves las enytrañas del alma con lo que mejor he queridoi, quiero dar. Y porque no te olvido.
Lo siento, pero hoy no podría corregir las erratas mecanograficas: a través de la persona que gobierna mi entendimiento y mi corazón, te he retomado con gratitud. Parce que eres un buen escribidor y estoy seguro de que fuiste, repito, muy bien parido.