Libertad de expresión
Monday, 4 de May de 2009 por Ramón
Se habla mucho estos días de libertad de expresión, censura y crisis de los medios tradicionales de comunicación. Es posible que además de las dictaduras, expertas en reprimir opiniones -sean contrarias, tibias e indiferentes-, haya en el horizonte más peligros: una crisis económica que precariza el empleo y las voluntades de resistencia, que dificulta al futuro periodista iniciar su ejercicio de independencia desde la redacción con un no a una petición disparatada.
Nos encanta escuchar alabanzas, no las criticas, siquiera los peros. Toda opinión que se salga del carril del señor, sí señor resulta molesta y su protagonista, un elemento perturbador. A estas situaciones, consustanciales al ser humano, se unen otras coyunturales que convierten el día mundial de la libertad de expresión en una especie de 1 de mayo gremial.
La desaparición de la prensa impresa en papel que tantos auguran, y que de tanto augurar acabarán ayudando a que suceda demasiado pronto, y su sustitución por productos digitales gratuitos supone un cambio radical en las relaciones entre el emisor y el receptor (que diría el pesado de McLuhan) y un problema para los censores que ven multiplicadas las fuentes de emisión. Dos son ahora las preocupaciones: que los productos gratuitos no podrán soportar los gastos que conlleva contar bien las cosas en los sitios donde suceden las cosas y que muchas empresas crean que con el modelo se cambian también las reglas básicas de este oficio. Esto es lo que matará el Periodismo, no la ausencia de papel.
De todas las voces que se han escuchado estos días, la que más me ha gustado es la de Enric González, gran periodista, compañero de periódico y amigo, quizá porque se dirige al centro del problema:
Visto lo que ha dado de sí en los últimos 10.000 años, el humano debería tener una opinión bastante matizada sobre sí mismo: somos capaces de lo mejor y de lo peor. En general, hacemos lo peor y soñamos lo mejor. La Constitución Española, por ejemplo, establece el derecho a la salud, la educación, el empleo o la vivienda. Luego la realidad es la que ustedes conocen. Otro ejemplo de nuestra intensa vida onírica es el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Ya ven.
(Más en Derechos. El País del 04-05-2009).
Dibujo de Ed Stein obtenido del informe de 2009 de Freedom of the Press.
Muy interesante también la recomendación de Paula Carrión en Soitu, que contiene éste y otros muchos links sobre el asunto.
Y el quiera entender, que entienda. Un grande Enric González.
De los dos problemas que has descrito, Ramón, es el segundo el que más me preocupa. Ya hay periodistas que encuentran la manera de ir a los sitios donde suceden las cosas para poder contarlas y se buscan la manera de financiarlo de una forma independiente. Es una opción. Pero los medios tienen un grave problema con Internet y con la gratuidad, y no tienen escrúpulos en depauperar el periodismo con tal de no dar su brazo a torcer. Esto último es lo verdaderamente preocupante, además del reciclado de esa ingente cantidad de periodistas que lo están sufriendo en sus propias carnes.
Por cierto, me debes una encuesta que está en tu mail.