Ayudemos a los ‘necon’
Wednesday, 22 de April de 2009 por Ramón
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes
Entra en vigor el 26-06-1987. Países que lo han ratificado, entre ellos EEUU.
Artículo 1.
1. A los efectos de la presente Convención, se entenderá por el término tortura todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a éstas.
Waterboarding. Técnica considerada por el anterior Gobierno de EEUU como una forma apropiada de interrogatorio a sospechosos de terrorismo. Consiste en hacer sentir al detenido que se está ahogando. Según Amnistía Internacional su utilización por el Ejército estadounidense viola la Ley de EEUU sobre el trato a los detenidos de 2005, que prohíbe los tratos crueles, inhumanos o degradantes contra cualquier persona bajo custodia. A pesar de dicha ley, una interpretación sesgada del artículo, niega que esta práctica sea tortura, incurriendo en una violación del derecho internacional.
El supuesto cerebro del 11-S, Jalid Sheij Mohamed, sufrió el waterboarding en 183 ocasiones. El supuesto miembro de Al Qaeda Abu Zubaida, 83.
Eso que llaman ahora “waterboarding” tiene patente española. Lamentablemente. La práctica se documenta en la literatura del Siglo de Oro, con el nombre de “tormento de toca”; era una técnica de tormento judicial, en una época en que se aplicaba la tortura al acusado sin remordimientos. En el siglo XVII, nadie dudaba: era tortura, “tormento”, como se decía entonces. Ahora, tenemos a un montón de listillos cogiéndosela con papel de fumar.
Una buena lectura de “Rinconete y Cortadillo” es lo que se necesita. Valdría incluso para lograr que de una puñetera vez llamáramos a las cosas por su nombre y las conociéramos de verdad. Se llama toca, y es tortura. No es “waterboarding” ni una “técnica de interrogatorio”.