G-20, ‘hooligans’, tecnologías e imaginación
Thursday, 2 de April de 2009 por Ramón
Londres ya tiene su muerto, como Génova. Cada marcha globalizada contra la globalización empieza en una fiesta y acaba en una melé desagradable. El hoolinganismo no es la mejor ideología para enfrentar a los carecen de ideología, a los que hablan de números y negocios. Hay espacio para las ideas, el humor y la provocación, no para la violencia. En la manifestación de ayer se exhibieron alguna pancartas con leyendas ocurrentes: Abolish money. Eat the Bankers. Can we overthrow the Government? Yes we can! Stop fooling about our future… O la muy divertida: Capitalism robe my virginity. En ellas hay más imaginación que en las reiterativas palabras de los líderes: siempre bla bla bla. Menos en el caso de Obama, que aún mantiene fresco el acento de la campaña electoral.
Recomendable la viñeta animada de Patrick Blower.
Ayer fue un día de disfraces, casi carnavalesco: los master del universo que pueblan la City londinense -donde se juegan a diario las cotizaciones y esperanzas ajenas-, se vistieron de seres terrenales a sugerencia policial: ropa informal para pasar desapercibidos a los ojos de los manifestantes. Algunas fotos son deliciosas: un aluvión de ejecutivos y banqueros en calzado deportivo y sin corbata cruzando el puente del Milenio con el Financial Times debajo del brazo. Olían a casino a diez kilómetros de distancia.
Las marchas de ayer de los grupos antiglobalización supusieron además una puesta en escena, no menos imaginativa, de las nuevas tecnologías al servicio de la información. The Guardian tuvo un día periodístico espectacular, prueba de que esta profesión no muere, solo se transforma. El diario inglés construyó en su edición digital un blog minutado de los acontecimientos de la jornada en el que colgó audios y fotografías. También jugó con los mensajes vía twitter de sus periodistas situados entre los manifestantes (de donde procede la foto que encabeza el post). Publicó un gráfico animado del quién es quién entre los grupos de la protesta y un mapa de Londres con los lugares calientes regados de links de fotos. Y por supuesto: buena información en los formatos clásicos de crónica y el reportaje. Los nuevos tiempos ya están aquí, pero lo esencial no cambia: contar bien lo que sucede e interpretarlo de forma honesta para el lector.
No es una justificación de la violencia lo que sigue, sino un intento de pensarla un poco más. Porque no está suficientemente pensada, creo, en este mundo tan lleno de buenas intenciones pensamientos piadosos…
Que la fiesta acabe en guerra (o la guerra en fiesta) es un hecho ampliamente estudiado por la antropología moderna. Las sociedades occidentales “hemos aceptado” explicitar nuestros antagonismos mediante fórmulas que lo hacen posible, sin recurrir a la violencia del cuerpo o las propiedades, por ejemplo. Los deportes, los sistemas de representación parlamentaria, los rounds televisivos, las bromas codificadas, las fiestas, los carnavales, pero también los aparatos judiciales….todos dispositivos sociales que permitirían regular las desavenencias. Una especie de planificación de la guerra. Podríamos estar hablando de una violencia virtual o ritual que tiene la misión de mantener unidos a sectores que estarían, de “actualizarse en el acto” esa violencia, separados. Es cuando esa suerte de violencia ritual (que parece que tuviera como objetivo el “drenaje de tensiones”) fracasa, cuando aparece una violencia propiamente dicha, contra el cuerpo, contra las propiedades. Cuando grupos o individuos o sociedades comienzan a aplicar una violencia literal, puede ser porque esos mecanismos rituales resulten ineficaces para resolver esas diferencias. Entonces la violencia y la guerra no parecen darse debido a la retirada de un diálogo racional sino que aparecen justamente como la intensificación de la conversación que ya se estaba dando en la batalla ritual o virtual. La paz, por otro lado, no sería el abandono de la violencia, sino la disposición a ponerla entre paréntesis temporalmente mediante fórmulas rituales o virtuales.
No debe ser fácil, en medio de nuestro sueño democrático, reconocer que la violencia fue indispensable históricamente para oponerse frontalmente a ciertas decisiones injustas. Muchos de los que hoy piden Paz, al mismo tiempo se sacuden las palmas acordándose de no sé qué resistencias…
Los actos de violencia, son de una singularidad amplísima. Habría, primero que dejar de hablar de La Violencia, La Paz, La Guerra…así, en general…como si fueran nociones de contornos duros…abarcables de un vistazo…nada tendría que ver la violencia que soporta una mujer maltratada, con la violencia y brutalidad que soporta un teleoperador o un extranjero en el campo, con las violencia del nazi, o del zapatista, o del joven de la intifada…Lo que no vale, es producir un discurso general, universalista, sobre las condiciones de la paz y la violencia porque todos conocemos de pueblos que en su derecho de luchar por una vida más libre y justa decidieron “pasar a mayores”…podemos correr el riesgo de considerarlas como actos irracionales, amparados por nuestro amor a la paz y odio a la guerra…Los tumultos como el que ocurrió en Londres ayer…y tántos otros…son habitualmente entendidos como arbitrarios, desmedidos, incongruentes, irracionales, espontáneos, incontrolados, extravagantes, embrutecidos, infantiles…corremos el riesgo de alinear a la “multitud” y a la “masa” con las habituales variables aplicadas al Otro; la mujer, la locura, lo salvaje, lo monstruoso, la infancia… entonces tenemos un pueblo demente, primitivo, pueril… (como lo pinta la viñeta que linkada en el post) me parece que sería mucho más interesante recuperar las capacidades organizativas y activas de la masa de la alteridad a la que se ve sometida… cuando miles de personas salen a la calle, (de muchos tipos distintos…taaantos anarquistas hay en Inglaterra??? no podría ser que una comunidad de oposición racional, múltiple, indefinible, decidida, vulnerable probablemente también, se ha configurado desde la acción -y con todas sus consecuencias- ante la violencia real del sistema capitalista? violencia mayor, violencia superlativa esa del somentimiento del hombre al capital) arriesgándose a muchas cosas, a poner en peligro ciertas cosas, su cotidianidad también, su vida (sin nada épico, sin nada heróico, esa gente reuncia parece a presentarse como víctimas también) lo que hacen decididamente no es corromper la paz sino desenmascarar la guerra presente…
Estas reflexiones (el ánimo de reflexionar y conversar me mueve y no otro, lamento si resulta grosero un comentario tan largo) no son del todo mías: véase el catálogo y los textos iniciales de la exposición En Guerra realizado en el Macba, y sobretodo los comentarios sobre la guerra y la violencia ritual y lesiva de Manuel Delgado, cualquiera de sus libros sobre la iconoclastia o el anticlericalismo ofrecería un montón de ideas y reflexiones más certeras y sin duda inteligentes para un debate como este…
un saludo
una cita: “la violencia y la guerra desparacerán en el momento en que los hombres dejen de estar convencidos de que para comunicar el odio, como el amor, los cuerpos suelen poder más que las palabras”
“El hoolinganismo no es la mejor ideología para enfrentar a los carecen de ideología, a los que hablan de números y negocios”, totalmente de acuerdo. Ahora bien, en el caso de Génova conviene recordar que hubo unos agentes de la violencia que no eran “hoolingans” sino policías a quienes se ordenó, según ellos mismos han reconocido en distintas declaraciones judiciales, infiltrarse para reventar el movimiento antiglobalización.
No tengo información sobre lo ocurrido en Londres, pero desde 2001 hay que hablar de una doble violencia, la de ciertos exaltados de esos movimientos y la de los Estados interesados en desprestigiar a los críticos de la globalización.
De acuerdo con Antonio. Volveré sobre el tema
[…] Llegiu la resta de l’article a En la boca del lobo. […]
Para blablabla el documento completo de los prohombres del g20… y para muestra, un botón: “Nosotros los líderes del Grupo de los Veinte (…) Partimos de la creencia de que la prosperidad es indivisible; de que el crecimiento, para que sea constante, tiene que ser compartido; y de que nuestro plan global para la recuperación debe centrarse en las necesidades y los puestos de trabajo de las familias que trabajan con ahínco (…) Creemos que el único cimiento sólido para una globalización sostenible y una prosperidad creciente para todos es una economía mundial abierta basada en los principios de mercado, en una regulación eficaz y en instituciones globales fuertes blablablablablablablalalablablabla. Y luego mi parte favorita en la que se comprometen a establecer las bases de una economía mundial justa y sostenible… en fin.
(Bravo por esto: “Los nuevos tiempos ya están aquí, pero lo esencial no cambia: contar bien lo que sucede e interpretarlo de forma honesta para el lector.”)
The Guardian es, de lejos, el periódico tradicional que mejor ha entendido lo que significa el cambio de régimen.
Espero que sean más los que siguen el ejemplo.
Abrazos.