El viaje fue una carambola. Cuando parecía evidente que Estados Unidos iba a invadir Haití para deponer al golpista Raoul Cedrás y reponer en su lugar al presidente democráticamente elegido y militarmente depuesto, Jean-Bertrand Aristide (que después pasó a la lista de los malos, cosas de la política y de los intereses) nos ofrecimos Francesc Relea y yo, que estábamos en Madrid, debido a que la delegación de México tenía problemas de disponibilidad. El diario optó por que fuera Maruja Torres, que estaba (de vacaciones, creo) en la vecina Guatemala. Ella que tanto respeto le infunde casi todo lo que vuela, tuvo que subirse con urgencia y alevosía a varios avioncitos y avionetas para llegar justo en el último minuto a Haití, cuando cerraban la frontera. No siempre los mapas tienen razón, algo que los lectores de mapas desconocen. “¡Si está al lado”!, pero en algunos países y sobre todo, en algunas circunstancias, ese al lado cuesta una eternidad.
A la semana de invasión, el diario decidió que Maruja debía regresar y cubrir las elecciones vascas, tal y como estaba previsto, y me enviaron a Puerto Príncipe. A veces, las sustituciones contra la voluntad del afectado traen dificultades; no en este caso (en realidad, nunca las he tenido personalmente que yo recuerde), pues Maruja fue una santa: me reservó una estupenda habitación en el hotel El Rancho, me indicó el camino (“vuela a Santo Domingo; allí tienes una empresa de minibuses que te lleva a la frontera, cruzas caminando y la contraparte haitiana te recoge al otro lado”) y, sobre todo, me ayudó a entender.
Estuve cerca de cuatro semanas. Fue una experiencia maravillosa en el país mas pobre de América Latina. Haití fue mi primera experiencia africana, porque es eso: un trozo de África que navega, una isla a la deriva. Releí El reino de este mundo de Alejo Carpentier, que pareció distinto, pleno de matices que antes no supe ver, y comprobé que el realismo mágico no es fantasía literaria sino otra forma de realidad. Ese realismo macondiano contagió a los americanos que invadieron un país, mataron a unos pocos y en un esperpento caribeño cohabitaron varios días con el dictador Cedrás hasta convencerle de que lo mejor para todos era un exilio panameño con acceso a sus cuentas producto de un ahorro sin demasiada conciencia. En esta misión debo mucho a Ana Cortadas, de Catalunya Radio, a su olfato y a su perfectísimo francés, y a Osito de miel, el chófer que me transfirió Maruja (con apodo y todo) y cuya principal y preocupante habilidad era conducir y hablar a la vez mirando hacia atrás mientras tomaba las numerosas curvas de Petionville.
No conservo egoteca física, pero en el archivo del diario (donde no está todo como he comprobado estos días de elaboración de los fondos para el blog) he logrado encontrar los siguientes trabajos, la mayoría de ellos crónicas.
Una manifestación que comenzó en la catedral, donde se celebraban muchos actos políticos disfrazados de liturgia y música afrocaribeña, terminó a tiros. Iba con Maruja y Osito de miel. Cuando comenzó la balacera se subieron al coche y me esperaron una manzana (cuadra) más allá. Mal escondido detrás de una columna trataba de averiguar quién disparaba y en qué dirección para saber hacia dónde correr: Tres muertos en Puerto Príncipe en la conmemoración del tercer aniversario del derrocamiento de Aristide (01-10-1994). En la rueda de prensa del día siguiente, todas las preguntas a los mandos militares americanos se centraron en el sorprendente modelo de invasión pacífica que parecían seguir: Críticas a la pasividad del mando de las tropas estadounidenses en Haití (02-10-1994). Lo bueno de la democracia y la libertad de prensa es que los políticos y generales que leen titulares de periódicos no ordenan el cierre de los medios de comunicación y a veces corrigen errores: La policía militar de EEUU relevará a los ‘marines’ para desarmar a las fuerzas paramilitares en Haití (03-10-1994) y, sobre todo: Tropas de EEUU toman al asalto la sede del partido que apoya a los golpistas en Haití (04-10-1994). A menudo, con un poco de presión, las juntas militares, sobre todo las invadidas, muestran su verdadero rostro: El jefe de la policía golpista huye a la República Dominicana (05-10-1994) y una vez a salvo de la quema, propone un cambio de chaqueta: El jefe de la policía de Haití dice que huyó a la República Dominicana para contribuir a “la causa de la paz” (06-10-1994). Cuando un régimen se desmorona comienza a brotar el pasado: Descubierta una cárcel secreta del régimen haitiano (07-10-1994); El Parlamento haitiano deja manos libres a Aristide para un perdón a los golpistas (08-10-1994); EEUU niega toda prórroga a los golpistas haitianos (09-10-1004); Militares haitianos y estadounidenses anuncian que Raoul Cedrás dimitirá hoy (10-10-1994); Raoul Cedrás deja el poder en Haití protegido por las tropas de EEUU (11-10-1994); Las tropas de EEUU controlan el palacio presidencial en Haití (12-10-1994); El presidente ‘títere’ de Haití dimite poco antes del exilio de Raoul Cedrás (13-10-1994); El general golpista Raoul Cedrás abandona Haití y se asila en Panamá con su familia y un apoyo que causó furor en el Ministerio de Exteriores en Madrid titulado Una embajada fantasma (14-10-1994).
En la víspera del regreso de Aristide se celebró un funeral por el ministro Guy Malary, asesinado meses antes por los militares, y un gran concierto de RAM (Research of Angry Masses), cuyo líder Richard Morse era, o es aún, dueño del hotel Oloffson, donde Graham Greene situó parte de su novela Los comediantes. Después de más de tres semanas de crónicas diarias, el diario decidió darse un respiro de información en el peor momento, en la víspera del gran día: “Hoy vamos a descansar de Haití”. Era una gran crónica, repleta de música, vudú, mujeres en trance y calles engalanadas, pero está por escribir. Al día siguiente aterrizó en un helicóptero norteamericano el presidente elegido tres años antes en las urnas y que pronto se convertiría en un problema para EEUU y a la larga para los haitianos: El presidente Aristide clama en su retorno: “Ni una gota de sangre debe ser derramada en Haití (16-10-1994); EEUU impide a Aristide pisar las calles por razones de seguridad (17-10-1994); El rumor sobre un atentado contra Aristide provoca incidentes en ciudades de Haití (18-10-1994); Aristide confía en el jefe de bomberos para ‘limpiar’ el Ejército (19-10-1994); Aristide dice que los pilares de su política serán democracia y reconciliación (21-10-1994).
Quedé especialmente satisfecho de Mansiones con vistas a chabolas de hojalata (13-10-1994). Aunque sufrió un buen recorte en la edición (nunca hay espacio suficiente para lo que queremos escribir, afortunadamente para el lector), el resultado mantuvo la esencia del texto. Juan Carlos Sanz hizo un gran trabajo de poda pero cambió una palabra: ñato por chato. Me vengué en Chechenia, donde la volví a utilizar aplicada a animales: cerdos narizñatos. Se la había copiado a Alejo Carpentier y no podía fallarle de nuevo.
[…] y siento Haití y pienso en ése trozo de África a la deriva que descubrí en 1994 y en sus gentes condenadas a una pobreza constante y sin esperanza. Pienso en los niños Leonel y […]
[…] un año empezó Ramón Lobo con su blog. Ya nos habló de Haití (donde pronto volverá), se inventó los Cuadernos de Kabul, pero también nos dejó ver su lado […]